La gran sultanaLa gran sultanaMiguel de CervantesJornada I
Jornada I
Sale SALEC, turco, y ROBERTO, vestido a lo griego, y,
detrás dellos, un ALÁRABE, vestido de un alquicel;
trai en una lanza muchas estopas, y en una varilla de membrillo,
en la punta, un papel como billete,
y una velilla de cera encendida en la mano;
este tal ALÁRABE se pone al lado del teatro,
sin hablar palabra, y luego dice ROBERTO:
ROBERTO
La pompa y majestad deste tirano,
sin duda alguna, sube y se engrandece
sobre las fuerzas del poder humano.
Mas, ¿qué fantasma es esta que se ofrece,
coronada de estopas media lanza? 5
Alárabe en el traje me parece.
SALEC
Tienen aquí los pobres esta usanza
cuando alguno a pedir justicia viene
(que sólo el interés es quien la alcanza):
de una caña y de estopas se previene, 10
y cuando el Turco pasa enciende fuego,
a cuyo resplandor él se detiene;
pide justicia a voces, dale luego
lugar la guarda, y el pobre, como jara,
arremete turbado y sin sosiego, 15
y en la punta y remate de una vara
al Gran Señor su memorial presenta,
que para aquel efecto el paso para.
Luego, a un bello garzón, que tiene cuenta
con estos memoriales, se le entrega, 20
que, en relación, después, dellos da cuenta;
pero jamás el término se llega
del buen despacho destos miserables,
que el interés le turba y se le niega.
ROBERTO
Cosas he visto aquí que de admirables 25
pueden al más gallardo entendimiento
suspender.
SALEC
Verás otras más notables.
Ya está a pie el Gran Señor;
puedes atento verle a tu gusto,
que el cristiano puede mirarle
rostro a rostro a su contento. 30
A ningún moro o turco se concede
que levante los ojos a miralle,
y en esto a toda majestad excede.
(Entra a este instante el GRAN TURCO con mucho acompañamiento;
delante de sí lleva un PAJE vestido a lo turquesco,
con una flecha en la mano levantada en alto,
y detrás del TURCO van otros dos garzones
con dos bolsas de terciopelo verde,
donde ponen los papeles que el TURCO les da.)
ROBERTO
Por cierto, él es mancebo de buen talle,
y que, de gravedad y bizarría, 35
la fama, con razón, puede loalle.
SALEC
Hoy hace la zalá en Santa Sofía,
ese templo que ves, que en la grandeza
excede a cuantos tiene la Turquía.
ROBERTO
A encender y a gritar el moro empieza; 40
el Turco se detiene mesurado,
señal de pïedad como de alteza.
El moro llega; un memorial le ha dado;
el Gran Señor le toma y se le entrega
a un bel garzón que casi trai al lado. 45
(En tanto que esto dice ROBERTO y el TURCO pasa, tiene SALEC doblado el cuerpo y inclinada la cabeza, sin miralle al rostro.)
SALEC
Esta audiencia al que es pobre no se niega.
¿Podré alzar la cabeza?
ROBERTO
Alza y mira,
que ya el Señor a la mezquita llega,
cuya grandeza desde aquí me admira.
(Éntrase el Gran Señor,
y queda en el teatro SALEC y ROBERTO.)
SALEC
¿Qué te parece Roberto, 50
de la pompa y majestad
que aquí se te ha descubierto?
ROBERTO
Que no creo a la verdad,
y pongo duda en lo cierto.
SALEC
De a pie y de a caballo, van 55
seis mil soldados.
ROBERTO
Sí irán.
SALEC
No hay dudar, que seis mil son.
ROBERTO
Juntamente, admiración
y gusto y asombro dan.
SALEC
Cuando sale a la zalá 60
sale con este decoro;
y es el día del xumá,
que así al viernes llama el moro.
ROBERTO
¡Bien acompañado va!
Pero, pues nos da lugar 65
el tiempo, quiero acabar
de contarte lo que ayer
comencé a darte a entender.
SALEC
Vuelve, amigo, a comenzar.
ROBERTO
«Aquel mancebo que dije 70
vengo a buscar: que le quiero
más que al alma por quien vivo,
más que a los ojos que tengo.
Desde su pequeña edad,
fui su ayo y su maestro, 75
y del templo de la fama
le enseñé el camino estrecho;
encaminéle los pasos
por el angosto sendero
de la virtud; tuve a raya 80
sus juveniles deseos;
pero no fueron bastantes
mis bien mirados consejos,
mis persecuciones cristianas,
del bien y mal mil ejemplos, 85
para que, en mitad del curso
de su más florido tiempo,
amor no le saltease,
monfí de los años tiernos.
Enamoróse de Clara, 90
la hija de aquel Lamberto
que tú en Praga conociste,
teutónico caballero.
Sus padres y su hermosura
nombre de Clara la dieron; 95
pero quizá sus desdichas
en escuridad la han puesto.
Demandóla por esposa,
y no salió con su intento;
no porque no fuese igual 100
y acertado el casamiento,
sino porque las desgracias
traen su corriente de lejos,
y no hay diligencia humana
que prevenga su remedio. 105
Finalmente, él la sacó:
que voluntades que han puesto
la mira en cumplir su gusto,
pierden respetos y miedos.
Solos y a pie, en una noche 110
de las frías del invierno,
iban los pobres amantes,
sin saber adónde, huyendo;
y, al tiempo que ya yo había
echado a Lamberto menos 115
(que éste [es] el nombre del triste
que he dicho que a buscar vengo),
con aliento desmayado,
de un frío sudor cubierto
el rostro, y todo turbado, 120
ante mis ojos le veo.
Arrojóseme a los pies,
la color como de un muerto,
y, con voz interrumpida
de sollozos, dijo: "Muero, 125
padre y señor, que estos nombres
a tus obras se los debo.
A Clara llevan cautiva
los turcos de Rocaferro.
Yo, cobarde; yo, mezquino 130
y un traidor, que no lo niego,
hela dejado en sus manos,
por tener los pies ligeros.
Esta noche la llevaba
no sé adónde, aunque sé cierto 135
que, si fortuna quisiera,
fuéramos los dos al cielo".
A la nueva triste y nueva,
en un confuso silencio
quedé, sin osar decirle: 140
"Hijo mío, ¿cómo es esto?"
De aquesta perplejidad
me sacó el marcial estruendo
del rebato a que tocaron
las campanas en el pueblo. 145
Púseme luego a caballo,
salió conmigo Lamberto
en otro, y salió una tropa
de caballos herreruelos.
Con la escuridad, perdimos 150
el rastro de los que hicieron
el robo de Clara, y otros
que con el día se vieron.
Temerosos de celada,
no nos apartamos lejos 155
del lugar, al cual volvimos
cansados y sin Lamberto.»
SALEC
Pues, ¿cómo? ¿Quedóse aposta?
ROBERTO
«Aposta, a lo que sospecho,
porque nunca ha parecido 160
desde entonces, vivo o muerto.
Su padre ofreció por Clara
gran cantidad de dinero,
pero no le fue posible
cobrarla por ningún precio. 165
Díjose por cosa cierta
que el turco que fue su dueño
la presentó al Gran Señor
por ser hermosa en estremo.»
Por saber si esto es verdad, 170
y por saber de Lamberto,
he venido como has visto
aquí en hábito de griego.
Sé hablar la lengua de modo
que pasar por griego entiendo. 175
SALEC
Puesto que nunca la sepas,
no tienes de qué haber miedo:
aquí todo es confusión,
y todos nos entendemos
con una lengua mezclada 180
que ignoramos y sabemos.
De mí no te escaparás,
pues cuando te vi, al momento
te conocí.
ROBERTO
¡Gran memoria!
SALEC
Siempre la tuve en estremo. 185
ROBERTO
Pues, ¿cómo te has olvidado
de quién eres?
SALEC
No hablemos
en eso agora: otro día
de mis cosas trataremos;
que, si va a decir verdad, 190
yo ninguna cosa creo.
ROBERTO
Fino ateísta te muestras.
SALEC
Yo no sé lo que me muestro;
sólo sé que he de mostrarte,
con obras al descubierto, 195
que soy tu amigo, a la traza
como lo fui en algún tiempo;
y, para saber de Clara,
un eunuco del gobierno
del serrallo del Gran Turco 200
podrá hacerme satisfecho,
que es mi amigo. Y, entre tanto,
puedes mirar por Lamberto:
quizá, como tuvo el alma,
también tendrá preso el cuerpo. 205
(Éntranse.)
(Salen MAMÍ y RUSTÁN, eunucos.)
MAMÍ
Ten, Rustán, la lengua muda,
y conmigo no autorices
tu fee, de verdad desnuda,
pues mientes en cuanto dices,
y eres cristiano, sin duda: 210
que el tener ansí encerrada
tanto tiempo y tan guardada
a la cautiva española,
es señal bastante y sola
que tu intención es dañada. 215
Has quitado al Gran Señor
de gozar la hermosura
que tiene el mundo mayor,
siendo mal darle madura
fruta, que verde es mejor. 220
Seis años ha que la celas
y la encubres con cautelas
que ya no pueden durar,
y agora por desvelar
esta verdad te desvelas. 225
Pero, ¡espera, perro, aguarda,
y verás de qué manera
la fe al Gran Señor se guarda!
RUSTÁN
¡Mamí amigo, espera, espera!
MAMÍ
Llega el castigo, aunque tarda; 230
y el que sabe una traición,
y se está sin descubrilla
algún tiempo, da ocasión
de pensar si en consentilla
tuvo parte la intención. 235
La tuya he sabido hoy,
y así, al Gran Señor me voy
a contarle tu maldad.
(Éntrase MAMÍ.)
RUSTÁN
No hay negalle esta verdad;
por empalado me doy. 240
(Sale DOÑA CATALINA DE OVIEDO, GRAN SULTANA, vestida a la turquesca.)
SULTANA
Rustán, ¿qué hay?
RUSTÁN
Mi señora,
de nuestra temprana muerte
es ya llegada la hora:
que así el alma me lo advierte,
pues en mi costancia llora; 245
que, aunque parezco mujer,
nunca suelo yo verter
lágrimas que den señal
de grande bien o gran mal,
como suele acontecer. 250
Mamí, señora, ha notado,
con astucia y con maldad,
el tiempo que te he guardado,
y ha juzgado mi lealtad
por traición y por pecado. 255
Al Gran Señor va derecho
a contar por malo el hecho
que yo he tenido por bueno,
de malicia y rabia lleno
el siempre maligno pecho. 260
SULTANA
¿Qué hemos de hacer?
RUSTÁN
Esperar
la muerte con la entereza
que se puede imaginar,
aunque sé que a tu belleza
sultán ha de respetar. 265
No te matará sultán;
quien muera será Rustán,
como deste caso autor.
SULTANA
¿Es crüel el Gran Señor?
RUSTÁN
Nombre de blando le dan; 270
pero, en efecto, es tirano.
SULTANA
Con todo, confío en Dios,
que su poderosa mano
ha de librar a los dos
deste temor, que no es vano; 275
y si estuvieren cerrados
los cielos por mis pecados,
por no oír mi petición,
dispondré mi corazón
a casos más desastrados. 280
No triunfará el inhumano
del alma; del cuerpo, sí,
caduco, frágil y vano.
RUSTÁN
Este suceso temí
de mi proceder cristiano. 285
Mas no estoy arrepentido;
antes, estoy prevenido
de paciencia y sufrimiento
para cualquiera tormento.
SULTANA
Con mi intención has venido. 290
Dispuesta estoy a tener
por regalo cualquier pena
que me pueda suceder.
RUSTÁN
Nunca a muerte se condena
tan gallardo parecer. 295
Hallarás en tu hermosura,
no pena, sino ventura;
yo, por el contrario estremo,
hallaré, como lo temo,
en el fuego sepultura. 300
SULTANA
Bien podrá ofrecerme el mundo
cuantos tesoros encierra
la tierra y el mar profundo;
podrá bien hacerme guerra
el contrario sin segundo 305
con una y otra legión
de su infernal escuadrón;
pero no podrán, Dios mío,
como yo de vos confío,
mudar mi buena intención. 310
En mi tierna edad perdí,
Dios mío, la libertad,
que aun apenas conocí;
trújome aquí la beldad,
Señor, que pusiste en mí; 315
si ella ha de ser instrumento
de perderme, yo consiento,
petición cristiana y cuerda,
que mi belleza se pierda
por milagro en un momento; 320
esta rosada color
que tengo, según se muestra
en mi espejo adulador,
marchítala con tu diestra;
vuélveme fea, Señor; 325
que no es bien que lleve palma
de la hermosura del alma
la del cuerpo.
RUSTÁN
Dices bien.
Mas no es bien que aquí se estén
nuestros sentidos en calma, 330
sin que demos traza o medio
de buscar a nuestra culpa
o ya disculpa, o remedio.
SULTANA
Del remedio a la disculpa
hay grandes montes en medio. 335
Vámonos a apercebir,
amigo, para morir
cristianos.
RUSTÁN
Remedio es ése
del más subido interese
que al Cielo puedes pedir. 340
(Éntranse.)
(Salen MAMÍ, el eunuco, y el GRAN TURCO.)
MAMÍ
Morato Arráez, Gran Señor,
te la presentó, y es ella
la primera y la mejor
que del título de bella
puede llevarse el honor. 345
De tus ojos escondido
este gran tesoro ha sido
por industria de Rustán
seis años, y a siete van,
según la cuenta he tenido. 350
TURCO
¿Y del modo que has contado
es hermosa?
MAMÍ
Es tan hermosa
como en el jardín cerrado
la entreabierta y fresca rosa
a quien el sol no ha tocado; 355
o como el alba serena,
de aljófar y perlas llena,
al salir del claro Oriente;
o como sol al Poniente,
con los reflejos que ordena. 360
Robó la naturaleza
lo mejor de cada cosa
para formar esta pieza,
y así, la sacó hermosa
sobre la humana belleza. 365
Quitó al cielo dos estrellas,
que puso en las luces bellas
de sus bellísimos ojos,
con que de amor los despojos
se aumentan, pues vive en ellas. 370
El todo y sus partes son
correspondientes de modo,
que me muestra la razón
que en las partes y en el todo
asiste la perfección. 375
Y con esto se conforma
el color, que hace la forma
hermosa en un grado inmenso.
TURCO
Este loco, a lo que pienso,
de alguna diosa me informa. 380
MAMÍ
A su belleza, que es tanta
que pasa al imaginar,
su discreción se adelanta.
TURCO
Tú me la harás adorar
por cosa divina y santa. 385
MAMÍ
Tal jamás la ha visto el sol,
ni otra fundió en su crisol
el cielo que la compuso;
y, sobre todo, le puso
el desenfado español. 390
Digo, señor, que es divina
la beldad desta cautiva,
en el mundo peregrina.
TURCO
De verla el deseo se aviva.
¿Y llámase?
MAMÍ
Catalina, 395
y es de Oviedo el sobrenombre.
TURCO
¿Cómo no ha mudado el nombre,
siendo ya turca?
MAMÍ
No sé;
como no ha mudado fe,
no apetece otro renombre. 400
TURCO
¿Luego, es cristiana?
MAMÍ
Yo hallo
por mi cuenta que lo es.
TURCO
¿Cristiana, y en mi serrallo?
MAMÍ
Más deben de estar de tres;
mas ¿quién podrá averiguallo? 405
Si otra cosa yo supiera,
como aquésta, la dijera,
sin encubrir un momento
dicho o hecho o pensamiento
que contra ti se ofreciera. 410
TURCO
Descuido es vuestro y maldad.
MAMÍ
Yo sé decir que te adoro
y sirvo con la lealtad
y con el justo decoro
que debo a tu majestad. 415
TURCO
Al serrallo iré esta tarde
a ver si yela o si arde
la belleza única y sola
de tu alabada española.
MAMÍ
Mahoma, señor, te guarde. 420
(Éntranse estos dos.)
(Salen MADRIGAL, cautivo, y ANDRÉS, en hábito de griego.)
MADRIGAL
¡Vive Roque, canalla barretina,
que no habéis de gozar de la cazuela,
llena de boronía y caldo prieto!
ANDREA
¿Con quién las has, cristiano?
MADRIGAL
No, con naide.
¿No escucháis la bolina y la algazara 425
que suena dentro desta casa?
(Dice dentro un JUDÍO:)
JUDÍO
¡Ah perro!
¡El Dío te maldiga y te confunda!
¡[J]amás la libertad amada alcances!
ANDREA
Di:
¿por qué te maldicen estos tristes?
MADRIGAL
Entré sin que me viesen en su casa, 430
y en una gran cazuela que tenían
de un guisado que llaman boronía,
les eché de tocino un gran pedazo.
ANDREA
Pues ¿quién te lo dio a ti?
MADRIGAL
Ciertos jenízaros
mataron en el monte el otro día 435
un puerco jabalí, que le vendieron
a los cristianos de Mamud Arráez,
de los cuales compré de la papada
lo que está en la cazuela sepultado
para dar sepultura a estos malditos, 440
con quien tengo rencor y mal talante;
a quien el diablo pape, engulla y sorba.
(Pónese un JUDÍO a la ventana.)
JUDÍO
¡Mueras de hambre, bárbaro insolente;
el cuotidiano pan te niegue el Dío;
andes de puerta en puerta mendigando; 445
échente de la tierra como a gafo,
agraz de nuestros ojos, espantajo,
de nuestra sinagoga asombro y miedo,
de nuestras criaturas enemigo
el mayor que tenemos en el mundo! 450
MADRIGAL
¡Agáchate, judío!
JUDÍO
¡Ay, sin ventura,
que entrambas sienes me ha quebrado! ¡Ay triste!
ANDREA
Sí, que no le tiraste.
MADRIGAL
¡Ni por pienso!
ANDREA
Pues ¿de qué se lamenta el hideputa?
(Dice dentro otro JUDÍO:)
JUDÍO
Quítate, Zabulón, de la ventana, 455
que ese perro español es un demonio,
y te hará pedazos la cabeza
con sólo que te escupa y que te acierte.
¡Guayas, y qué comida que tenemos!
¡Guayas, y qué cazuela que se pierde! 460
MADRIGAL
¿Los plantos de Ramá volvéis al mundo,
canalla miserable? ¿Otra vez vuelves,
perro?
JUDÍO
¡Qué!, ¿aún no te has ido? ¿Por ventura
quieres atosigarnos el aliento?
MADRIGAL
¡Recógeme este prisco!
(Dicen dentro)
No aprovecha 465
decirte, Zabulón, que no te asomes?
Déjale ya en mal hora; éntrate, hijo.
ANDREA
¡Oh gente aniquilada! ¡Oh infame, oh sucia
raza, y a qué miseria os ha traído
vuestro vano esperar, vuestra locura 470
y vuestra incomparable pertinacia,
a quien llamáis firmeza y fee inmudable
contra toda verdad y buen discurso!
Ya parece que callan; ya en silencio
pasan su burla y hambre los mezquinos. 475
Español, ¿conocéisme?
MADRIGAL
Juraría
[q]ue en mi vida os he visto.
ANDREA
Soy Andrea,
la espía.
MADRIGAL
¿Vos, Andrea?
ANDREA
Sí, sin duda.
MADRIGAL
¿El que llevó a Castillo y Palomares,
mis camaradas?
ANDREA
Y el que llevó a Meléndez, 480
a Arguijo y Santisteban, todos juntos,
y en Nápoles los dejó a sus anchuras,
de la agradable libertad gozando.
MADRIGAL
¿Cómo me conocistes?
ANDREA
La memoria
tenéis dada a adobar, a lo que entiendo, 485
o reducida a voluntad no buena.
¿No os acordáis que os vi y hablé la noche
que recogí a los cinco, y vos quisistes
quedaros por no más de vuestro gusto,
poniendo por escusa que os tenía 490
amor rendida el alma, y que una alárabe,
con nuevo cautiverio y nuevas leyes,
os la tenía encadenada y presa?
MADRIGAL
Verdad; y aun todavía tengo el yugo
al cuello, todavía estoy cautivo, 495
todavía la fuerza poderosa
de amor tiene sujeto a mi albedrío.
ANDREA
Luego, ¿en balde será tratar yo agora
de que os vengáis conmigo?
MADRIGAL
En balde, cierto.
ANDREA
¡Desdichado de vos!
MADRIGAL
Quizá dichoso. 500
ANDREA
¿Cómo puede ser esto?
MADRIGAL
Son las leyes
del gusto poderosas sobremodo.
ANDREA
Una resolución gallarda puede
romperlas.
MADRIGAL
Yo lo creo; mas no es tiempo
de ponerme a los brazos con sus fuerzas. 505
ANDREA
¿No sois vos español?
MADRIGAL
¿Por qué? ¿Por esto?
Pues, por las once mil de malla juro,
y por el alto, dulce, omnipotente
deseo que se encierra bajo el hopo
de cuatro acomodados porcionistas, 510
que he de romper por montes de diamantes
y por dificultades indecibles,
y he de llevar mi libertad en peso
sobre los propios hombros de mi gusto,
y entrar triunfando en Nápoles la bella 515
con dos o tres galeras levantadas
por mi industria y valor, y Dios delante,
y dando a la Anunciada los dos bucos,
quedaré con el uno rico y próspero;
y no ponerme ahora a andar por trena, 520
cargado de temor y de miseria.
ANDREA
¡Español sois, sin duda!
MADRIGAL
Y soylo, y soylo,
lo he sido y lo seré mientras que viva,
y aun después de ser muerto ochenta siglos.
ANDREA
¿Habrá quien quiera libertad huyendo? 525
MADRIGAL
Cuatro bravos soldados os esperan,
y son gente de pluma y bien nacidos.
ANDREA
¿Son los que dijo Arguijo?
MADRIGAL
Aquellos mismos.
ANDREA
Yo los tengo escondidos y a recaudo.
MADRIGAL
¿Qué turba es ésta? ¿Qué ruïdo es éste? 530
ANDREA
Es el embajador de los persianos,
que viene a tratar paces con el Turco.
Haceos a aquesta parte mientras pasa.
(Entra un embajador, vestido como los que andan aquí, y acompáñanle jenízaros; va como TURCO.)
MADRIGAL
¡Bizarro va y gallardo por estremo!
ANDREA
Los más de los persianos son gallardos, 535
y muy grandes de cuerpo, y grandes hombres
de a caballo.
MADRIGAL
Y son, según se dice,
los caballos el nervio de sus fuerzas.
¡Plega a Dios que las paces no se hagan!
¿Queréis venir, Andrea?
ANDREA
Guía adonde 540
fuere más de tu gusto.
MADRIGAL
Al baño guío
del Uchalí.
ANDREA
Al de Morato guía,
que he de juntarme allí con otra espía.
(Éntranse.)
(Entra el GRAN TURCO, RUSTÁN y MAMÍ.)
TURCO
Flaca disculpa me das
de la traición que me has hecho, 545
mayor que se vio jamás.
RUSTÁN
Si bien estás en el hecho,
señor, no me culparás.
Cuando vino a mi poder,
no vino de parecer 550
que pudiese darte gusto,
y fue el reservarla justo
a más tomo y mejor ser;
muchos años, Gran Señor,
profundas melancolías 555
la tuvieron sin color.
TURCO
¿Quién la curó?
RUSTÁN
Sedequías,
el judío, tu doctor.
TURCO
Testigos muertos presentas
en tu causa; a fe que intentas 560
escaparte por buen modo.
RUSTÁN
Yo digo verdad en todo.
TURCO
Razón será que no mientas.
RUSTÁN
No ha tres días que el sereno
cielo de su rostro hermoso 565
mostró de hermosura lleno;
no ha tres días que un ansioso
dolor salió de su seno.
En efecto: no ha tres días
que de sus melancolías 570
está libre esta española,
que es en la belleza sola.
TURCO
Tú mientes o desvarías.
RUSTÁN
Ni miento ni desvarío.
Puedes hacer la experiencia 575
cuando gustes, señor mío.
Haz que venga a tu presencia:
verás su donaire y brío;
verás andar en el suelo,
con pies humanos, al cielo, 580
cifrado en su gentileza.
TURCO
De un temor otro se empieza,
de un recelo, otro recelo.
Mucho temo, mucho espero,
mucho puede la alabanza 585
en lengua de lisonjero;
mas la lisonja no alcanza
parte aquí. Rustán, yo quiero
ver esa cautiva luego;
¡ve por ella, y por el dios ciego, 590
que me tïene asombrado,
que a no ser cual la has pintado,
que te he de entregar al fuego!
(Éntrase RUSTÁN.)
MAMÍ
Si no está en más la ventura
de Rustán, que en ser hermosa 595
la cautiva, y de hermosura
rara, su suerte es dichosa;
libre está de desventura.
Desde ahora muy bien puedes
hacerle, señor, mercedes, 600
porque verás, de aquí a poco,
aquí todo el cielo.
TURCO
Loco,
a todo hipérbole excedes.
Deja, que es justo, a los ojos
algo que puedan hallar 605
en tan divinos despojos.
MAMÍ
¿Qué vista podrá mirar
de Apolo los rayos rojos
que no quede deslumbrada?
TURCO
Tanta alabanza me enfada. 610
MAMÍ
Remítome a la experiencia
que has de hacer con la presencia
désta, en mi lengua, agraviada.
(Entran RUSTÁN y la SULTANA.)
RUSTÁN
Háblale mansa y süave,
que importa, señora mía, 615
porque con todos no acabe.<poem>
RUSTÁN
Es cordura
que en ese artificio des.
SULTANA
Las rodillas en la tierra
y mis ojos en tus ojos, 625
te doy, señor, los despojos
que mi humilde ser encierra;
y si es soberbia el mirarte,
ya los abajo e inclino
por ir por aquel camino 630
que suele más agradarte.
TURCO
¡Gente indiscreta, ignorante,
locos, sin duda, de atar,
a quien no se puede hallar,
en ser simples, semejante; 635
robadores de la fama
debida a tan gran sujeto;
mentirosos, en efecto,
que es la traición que os infama!
¡Por cierto que bien se emplea 640
cualquier castigo en vosotros!
MAMÍ
¡Desdichados de nosotros
si le ha parecido fea!
TURCO
¡Cuán a lo humano hablasteis
de una hermosura divina, 645
y esta beldad peregrina
cuán vulgarmente pintastes!
¿No fuera mejor ponella
al par de Alá en sus asientos,
hollando los elementos 650
y una y otra clara estrella,
dando leyes desde allá,
que con reverencia y celo
guardaremos los del suelo,
como Mahoma las da? 655
MAMÍ
¿No te dije que era rosa
en el huerto a medio abrir?
¿Qué más pudiera decir
la lengua más ingeniosa?
¿No te la pinté discreta 660
cual nunca se vio jamás?
¿Pudiera decirte más
un mentiroso poeta?
RUSTÁN
Cielo te la hice yo,
con pies humanos, señor. 665
TURCO
A hacerla su Hacedor
acertaras.
RUSTÁN
Eso no:
que esos grandes atributos
cuadran solamente a Dios.
TURCO
En su alabanza los dos 670
anduvistes resolutos
y cortos en demasía,
por lo cual, sin replicar,
os he de hacer empalar
antes que pase este día. 675
Mayor pena merecías,
traidor Rustán, por ser cierto
que me has tenido encubierto
tan gran tesoro tres días.
Tres días has detenido 680
el curso de mi ventura;
tres días en mal segura
vida y penosa he vivido;
tres días me has defraudado
del mayor bien que se encierra 685
en el cerco de la tierra
y en cuanto vee el sol dorado.
Morirás, sin duda alguna,
hoy, en este mismo día:
que, a do comienza la mía, 690
ha de acabar tu fortuna.
SULTANA
Si ha hallado esta cautiva
alguna gracia ante ti,
vivan Rustán y Mamí.
TURCO
Rustán muera; Mamí viva. 695
Pero maldigo la lengua
que tal cosa pronunció;
vos pedís; no otorgo yo.
Recompensaré esta mengua
con haceros juramento, 700
por mi valor todo junto,
de no discrepar un punto
de hacer vuestro mandamiento.
No sólo viva Rustán;
pero, si vos lo queréis, 705
los cautivos soltaréis,
que en las mazmorras están;
porque a vuestra voluntad
tan sujeta está la mía,
como está a la luz del día 710
sujeta la escuridad.
SULTANA
No tengo capacidad
para tanto bien, señor.
TURCO
Sabe igualar el amor
el vos y la majestad. 715
De los reinos que poseo,
que casi infinitos son,
toda su juridición
rendida a la tuya veo;
ya mis grandes señoríos, 720
que grande señor me han hecho,
por justicia y por derecho,
son ya tuyos más que míos;
y, en pensar no te demandes
esto soy, aquello fui; 725
que, pues me mandas a mí,
no es mucho que al mundo mandes.
Que seas turca o seas cristiana,
a mí no me importa cosa;
esta belleza es mi esposa, 730
y es de hoy más la Gran Sultana.
SULTANA
Cristiana soy, y de suerte,
que de la fe que profeso
no me ha de mudar exceso
de promesas ni aun de muerte. 735
Y mira que no es cordura
que entre los tuyos se hable
de un caso que, por notable,
se ha de juzgar por locura.
¿Dónde, señor, se habrá visto 740
que asistan dos en un lecho,
que el uno tenga en el pecho
a Mahoma, el otro a Cristo?
Mal tus deseos se miden
con tu supremo valor, 745
pues no junta bien Amor
dos que las leyes dividen.
Allá te avén con tu alteza,
con tus ritos y tu secta,
que no es bien que se entremeta 750
con mi ley y mi bajeza.
TURCO
En estos discursos entro,
pues Amor me da licencia;
yo soy tu circunferencia,
y tú, señora, mi centro; 755
de mí a ti han de ser iguales
las cosas que se trataren,
sin que en otro punto paren
que las haga desiguales.
La majestad y el Amor 760
nunca bien se convinieron,
y en la igualdad le pusieron,
los que hablaron del mejor.
Deste modo se adereza
lo que tú ves despüés: 765
que, humillándome a tus pies,
te levanto a mi cabeza.
Iguales estamos ya.
SULTANA
Levanta, señor, levanta,
que tanta humildad espanta. 770
MAMÍ
Rindióse; vencido está.
SULTANA
Una merced te suplico,
y me la has de conceder.
TURCO
A cuanto quieras querer
obedezco y no replico. 775
Suelta, condena, rescata,
absuelve, quita, haz mercedes,
que esto y más, señora, puedes:
que Amor tu imperio dilata.
Pídeme los imposibles 780
que te ofreciere el deseo,
que, en fe de ser tuyo, creo
que los he de hacer posibles.
No vengas a contentarte
con pocas cosas, mi amor; 785
que haré, siendo pecador,
milagros por agradarte.
SULTANA
Sólo te pido tres días,
Gran Señor, para pensar...
TURCO
Tres días me han de acabar. 790
SULTANA
...en no sé qué dudas mías,
que escrupulosa me han hecho,
y, éstos cumplidos, vendrás,
y claramente verás
lo que tienes en mi pecho. 795
TURCO
Soy contento. Queda en paz,
guerra de mi pensamiento,
de mis placeres aumento,
de mis angustias solaz.
Vosotros, atribulados 800
y alegres en un instante,
llevaréis de aquí adelante
vuestros gajes seisdoblados.
Entra, Rustán; da las nuevas
a esas cautivas todas 805
de mis esperadas bodas.
MAMÍ
¡Gentil recado les llevas!
TURCO
Y como a cosa divina,
y esto también les dirás,
sirvan y adoren de hoy más 810
a mi hermosa Catalina.
(Éntranse el TURCO, MAMÍ y RUSTÁN, y queda en el teatro sola la SULTANA.)
SULTANA
¡A ti me vuelvo, Gran Señor, que alzaste,
a costa de tu sangre y de tu vida,
la mísera de Adán primer caída,
y, adonde él nos perdió, Tú nos cobraste. 815
A Ti, Pastor bendito, que buscaste
de las cien ovejuelas la perdida,
y, hallándola del lobo perseguida,
sobre tus hombros santos te la echaste;
a Ti me vuelvo en mi af[l]ición amarga, 820
y a Ti toca, Señor, el darme ayuda:
que soy cordera de tu aprisco ausente,
y temo que, a carrera corta o larga,
cuando a mi daño tu favor no acuda,
me ha de alcanzar esta infernal serpiente! 825