La flor de los recuerdos (México): 34
Pablo Villaseñor.—Murió joven en el año pasado de 56. La noticia de su muerte se dio al público en el mismo artículo necrológico de Serán: y las breves líneas que el anónimo articulista consagra á su memoria, son su mas esacta biografía, y el mas acertado juicio hecho de su talento. Prefiero hablar á V . de los muertos, mi querido duque, por boca de sus mismos compatriotas, puesto que á los muertos generalmente les hace la sociedad justicia: porque no crea V. que influyen en mis opiniones respecto de los ingenios mexicanos y de sus obras, ni una amistad apasionada en favor de los individuos, ni una injusta antipatía en contra de los hijos de un pueblo que se la tiene hoy al nombre español. He aquí, pues, las mismas palabras del necrólogo anónimo de Villaseñor.
Villaseñor era uno de los jóvenes que en Guadalajara, solos y luchando con mil contradicciones, cultivan afanosos las bellas letras, sin mas esperanza que un poco de ese humo que se llama gloria. Villaseñor era poeta lírico, y emprendió algunos ensayos dramáticos, que tuvieron buen écsito en su ciudad natal. Escribió también algunos tratados de moral consagrados á la niñez, y algunos opúsculos defendiendo los principios salvadores del cristianismo. Villaseñor en sus poesías tenia bastante corrección, algunos pensamientos nuevos bien espresados; pero le faltaba pasion y sentimiento, y su imaginación parecía no muy ardiente. Sin embargo, era poeta; ¿en qué consistía, pues, su frialdad? En que le faltaba esa prueba y ese estímulo del genio que se encuentra en el infortunio. Los hombres que no han probado la desgracia, que no han sufrido crueles decepciones, pueden ser poetas; pero rara vez logran conmover y enternecer. Las desventuras hacen mas delicada la sensibilidad, y es precepto viejo en el arte, sentir para hacer sentir. Hay sin embargo en muchos versos de Villa señor cierta languidez, cierta melancolía, que no carecen de encantos. Para su fama le faltó la escuela del infortunio ¡Triste destino del genio; la felicidad lo eclipsa á menudo! El vivo relámpago nace en medio de las tempestades. La vida tranquila y serena inspira bellos pensamientos, pero que no tienen tanto atractivo como la elegia por el bien perdido, como la lamentación y la duda del poeta que sufre…
Villaseñor tenia bienes de fortuna, no probó la miseria, se encontraba en una buena posision social; como escritor encontró alabanzas y no tropezó con la crítica severa, que si bien disgusta sirve de poderoso estímulo; se casó sin encontrar obstáculos, con la primera joven de quien se enamoró, y la siguió amando como cuando era su novia. Pudo cultivar ese género de poesía que pudiéramos llamar doméstico ó de familia, género en que se pueden citar composiciones sentidas y lindísimas de Klopstock, enamorado siempre de su muger, de Víctor Hugo enseñando á rezar á su hija, de Lamartine llorando sobre el cadáver de su Julia en Gehtsemaní, del duque de Rivas, de nuestro Tagle cantando himnos epitalámicos en su hogar, de nuestro Prieto llorando á su padre, y hablando de amor y de infortunio á su María… Villaseñor hizo mal en no dedicarse á este género. Recordamos sin embargo, que la segunda vez que vino á México, lo encontramos en un baile: estaba triste y pensativo, las mugeres mas lindas no lo deslumbraban, no hablaba con nadie, y se encontraba solo, porque estaba ausente de su esposa.—Al dia siguiente nos traia versos amatorios y apasionados, cantando la belleza y la virtud de su muger, que también, sea dicho de paso, cultiva la poesía con regular écsito.
Villaseñor era franco, sincero, tenia mucha fé, fé juvenil en la gloria que proporcionan las letras: amaba á los escritores como á hermanos, y gustaba mucho del trato de nuestras notabilidades literarias, que lo animaban y le daban útiles consejos.
Era abogado, pero prefería los versos á los autos. En Guadalajara promovió siempre la fundación de sociedades literarias, que producen los mejores resultados. Padeció del corazón, y una muerte prematura dio fin á su existencia, que fué feliz y tranquila. Su memoria será siempre cara á sus numerosos amigos. Es triste que haya muerto tan joven; pero no queda la amargura de haberle visto desgraciado. Existencia tranquila, pasiones blandas y apacibles, no pueden darle gran celebridad; pero al menos lo libraron de la duda, del tedio, del desencanto de la desesperación, que son el lote de poetas y escritores que conquistan mas fama!”