La flor de los recuerdos (México): 22

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Aquellos lindos séres que, fieles á sus lares,
Quedáronse en las tierras que hubiste tú después.
Te amaban como dueña gentil de los lugares
Que habitan, dó ya nunca se posarán tus piés.
Y aquellos lindos séres, que viven encantados
Allí bajo las sombras del tilo y del almés,
Su tierna despedida te envían desolados
En estos versos rudos que de mi númen crées.

Los Genios de las aguas, las aves y las flores
De Lanjaron y Orgiva de quienes soy rawí,
Su intérprete me hicieron, sus alas de vapores
Prestáronme y un himno me dieron para tí.
Yo soy quien te le canto: mas, de ellos mensajero,
Repito sus palabras cual me las dan á mí;
Con ellas vá, señora, mi corazón sincero.
Yo, mas no poseyendo, con él contribuí.

Balsámica azucena del campo de Granada
Que dejas nuestras vegas tornada en flor de lis,
Paloma de la Alhambra de allí desanidada
Para anidar á sombra del trono de san Luis:
Olvida unos momentos, feliz emperadora,
La cortesana lengua de tu imperial París,
Para escuchar atenta mi serenata mora
En la robusta lengua de tu oriental país.

En medio de tu corte que leyes dá á la Europa,
Y el ostentoso lujo de tu imperial salón.
Parecería pobre mi berberisca ropa,
Se arrastraría débil mi pobre inspiración.
Por eso en las tinieblas mi trova solitaria
Que oyeras quise á solas al pie de tu balcón:
Permite pues, señora, que suba temeraria.
A interrumpir tu sueño mi barbara canción.