La contestación sutil

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


La contestación sutil.

Un ordenando nada tonto, que contestaba perfectísimamente á cuantas preguntas le hacian los examinadores, era sin embargo acosado por uno de ellos, á quien habia cortado varias veces con sus respuestas ingeniosas. No sabiendo ya qué dificultad proponer para abatir el orgullo del astuto ordenando, le dijo:

— ¿De qué pueblo es V.?

— De Cogolludo.

— ¿Cómo quedaba de salud la Santísima Trinidad cuando salió V. del pueblo?

El estudiante reflexionó un momento, y luego contestó:

— El Padre y el Espíritu Santo perfectamente buenos: el Hijo quedó sacramentado.

Los examinadores se miraron con asombro, y dijeron por aclamación:

— Aprobado.