La casa de los celos/Jornada II

La casa de los celos
de Miguel de Cervantes
Jornada II

Jornada II

Sale LAUSO, pastor,
por una parte de la montaña,
con su guitarra, y CORINTO,
por la otra, con otra.

  
LAUSO

¡Ah Corinto, Corinto!


CORINTO

¿Quién me llama?


LAUSO

Lauso, tu amigo.


CORINTO

¿Adónde estás?


LAUSO

¿No miras?

CORINTO

árbol te encubre, alguna rama,
    o estás en el lugar donde suspiras
cuando Clori te muestra el rostro airado, 5
y en solitaria parte te retiras.
    Baja, si quieres, Lauso, al verde prado,
en tanto que de Febo la carrera
declina desta cumbre al otro lado.
   Cantaremos de Clori lisonjera, 10
al pie de un verde sauce o murto umbroso,
que pasa el pensamiento en ser ligera.


LAUSO

Ya abajo; pero no a buscar reposo,
sino a cumplir lo que amistad me obliga
y a pasar a la sombra el sol fogoso; 15
    que en tanto que la dulce mi enemiga
se esté fortalecida en su dureza
no hay mal que huya ni placer que siga.
(Bajan los dos de la montaña.)

  

CORINTO

Pesado contrapeso es la pobreza
para volar de amor, ¡oh Lauso!, al cielo, 20
aunque tengas cien alas de firmeza.
    No hay amor que se abata ya al señuelo
de un ingenio sutil, de un tierno pecho,
de un raro proceder, de un casto celo.
    Granjería común amor se ha hecho, 25
y dél hay feria franca dondequiera,
do cada cual atiende a su provecho.

LAUSO

¡Oh Clori, para mí serpiente fiera
por mi estrecheza, aunque paloma mansa
para un alma de piedra verdadera! 30
    ¿Que es posible, cruel, que no te cansa
de Rústico el ingenio, que es de robre,
y que el tuyo estimado en él descansa?


CORINTO

Vuélvese el oro más cendrado en cobre,
y el ingenio más claro en tonta ciencia, 35
si le toca o le tiene el hombre pobre,
    y desto es buen testigo la esperiencia.
Pero escucha; que cantan en la sierra,
y aun es la voz bien para dalle audiencia.


 
(Canta CLORI en la montaña,
y sale cogiendo flores.)

  

[CLORI]

Derramastes el agua, la niña, 40
y no dijistes: «¡Agua va!»
La justicia os prenderá.


LAUSO

De aquella que el placer de mí destierra
es el suave y regalado acento,
y aun quien sus gustos el amor encierra. 45


CORINTO

Escuchémosla, pues.


LAUSO

Ya estoy atento.


CLORI

Derramástesla a deshora,
y fue con tan poca cuenta,
que mojastes con afrenta
al que os sirve y os adora. 50
Pero llegada la hora
donde el daño se sabrá,
la justicia os prenderá.


LAUSO

Bien es que la ayudemos:
acuerda con el mío tu instrumento. 55

CORINTO

Yo creo que está bien; mas, ¿qué diremos?


LAUSO

Su mismo villancico, trastrocado,
cual tú sabrás hacer.


CORINTO

Los dos le haremos.

 
(Canta CORINTO.)

  

CORINTO

Cautivástesme el alma, la niña,
y tenéisla siempre allá; 60
el Amor me vengará.
    Vuestros ojos salteadores,
sin ser de nadie impedidos,
se entraron por mis sentidos,
y se hicieron salteadores; 65
lleváronme los mejores,
y tenéislos siempre allá;
el Amor me vengará.

LAUSO

Así, Clori gentil, te ofrezca el prado,
en mitad del invierno, flores bellas, 70
y cuando el campo esté más agostado;
    y que siempre te halles al cogellas
con el júbilo alegre que nos muestra
la voz con que se ahuyentan mis querellas;
    que esa rara beldad, que nos adiestra 75
a conocer al Hacedor del cielo,
en este sitio haga alegre muestra.
    Volverás paraíso aqueste suelo,
y este calor que nos abrasa, ardiente,
en aura blanda y regalado yelo. 80


CLORI

Porque no es tu demanda impertinente,
cual otras veces suele, haré tu gusto,
que es en todo del mío diferente.


CORINTO

Dime, Clori gentil, ¿dó está el robusto,
el bronce, el robre, el mármol, leño o tronco 85
que así a tu gusto le ha venido al justo?
    Por aquel, digo, desarmado y bronco,
calzado de la frente y de pies ancho,
corto de zancas y de pecho ronco,
   cuyo dios es el estendido pancho, 90
y a do tiene la crápula su estancia,
él tiene siempre su manida y rancho.

CLORI

Con él tengo, Corinto, más ganancia
que contigo, con Lauso y con Riselo,
que vendéis discreción con arrogancia. 95
    Rústica el alma, y rústico es el velo
que al alma cubre, y Rústico es el nombre
del pastor que me tiene por su cielo.
    Mas, por rústico que es, en fin es hombre
que de sus manos llueve plata y oro, 100
Júpiter nuevo, y con mejor renombre.
    Él guarda de mis gustos el decoro,
ora le envíe al blanco cita frío
o al tostado, engañoso libio moro.
    Tiene por justa ley el gusto mío, 105
y el levantado cuello humilde inclina
al yugo que le pone mi albedrío.
    No tiene el rico Oriente otra tal mina
como es la que yo saco de sus manos,
ora cruel me muestre, ora benigna. 110
    Quédense los pastores cortesanos
con la melifluidad de sus razones
y dichos, aunque agudos, siempre vanos.
    No se sustenta el cuerpo de intenciones,
ni de conceptos trasnochados hace 115
sus muchas y forzosas provisiones.
    El rústico, si es rico, satisface
aun a los ojos del entendimiento
y el más sabio, si es pobre, en nada aplace.
    Dirán Corinto y Lauso que yo miento, 120
y muestra la esperiencia lo contrario,
y Rústico lo sabe, y yo lo siento.


LAUSO

Es gusto de mujeres ordinario,
en lo que es opinión, tener la parte
que más descubra ser su ingenio vario. 125
    Quisiera dese error, Clori, sacarte;
mas ya estás pertinaz en tu locura,
y en vano será agora predicarte.


CORINTO

Así, pastora, goces tu hermosura,
que me dejes hacer una esperiencia; 130
quizá te hará volver a tu locura.
    Verás, pastora, al vivo la inocencia
de Rústico, el pastor, por quien nos dejas.


CLORI

¿Para qué es el pedirme a mí licencia?

LAUSO

Paréceme que llega a mis orejas 135
de Rústico la voz.


CORINTO

Él es, sin duda,
que a sestear recoge sus ovejas.


 (RÚSTICO parece por la montaña.)

  

RÚSTICO

Mirad si se cayó en aquella azuda
una oveja, pastores; corred luego,
y cada cual a su remedio acuda. 140
    Dejad, mal hora, del herrón el juego.
Aguija, Coridón. ¡Oh, cómo corre!
¡Quién quitara a Damón de su sosiego!
    Llegó; ya se arrojó; ya la socorre
y la saca en los brazos medio muerta, 145
y parece que un río de ambos corre.
    Esta noche tú, ¡hola!, está alerta,
no venga, como hizo en la pasada,
el lobo que la cabra dejó muerta.
    Tú acudirás, Cloanto, a la majada 150
del valle de la Enceña, y darás orden
que estén todos aquí de madrugada.
    ¡Oh Compo! Tú harás que se concorden
en el pasto Corbato con Francenio;
que me da pesadumbre su desorden. 155


CLORI

¡Mirad si tiene Rústico el ingenio
para mandar acomodado y presto!


RÚSTICO

Tú acude a las colmenas, buen Partenio.
    Llévese de las vacas todo el resto
al padrón de Merlín, y de las cabras 160
al monte o soto de ciprés funesto.


CLORI

¿Parécenos de pobre las palabras
que dice?


CORINTO

Pues aquí, en esta espesura,
te has de esconder, y mira que no abras
    la boca, porque importa a la aventura 165
que queremos probar de nuestro intento,
por ver si es suya o nuestra la locura.

CLORI

Yo enmudezco y me escondo, y vuestro cuento
sea, si puede ser, breve y ligero;
que, si es pesado y grande, da tormento. 170


 
(Escóndese CLORI.)

  

LAUSO

Corinto, ¿qué has de hacer?


CORINTO

Estáme atento.
    Rústico amigo, al llano abaja; aguija,
que es cosa que te importa; corre, corre.


RÚSTICO

Ya voy, Corinto amigo; espera, espera
mientras que cuento un centenar de bueyes, 175
y tres hatos de ovejas, y otros cinco
de cabras desde encima deste pico
do estoy sentado. ¿No me ves?


CORINTO

¡Acaba!
¿Haces burla de mí?


RÚSTICO

Por Dios, no hago;
mas yo lo dejo todo por servirte. 180
Vesme aquí: ¿qué me mandas?


CORINTO

Que me ayudes
a alcanzar deste ramo un papagayo
que viene del camino de las Indias,
y esta noche hizo venta en aquel hueco
deste árbol, y alcanzalle me conviene. 185


RÚSTICO

¿Qué llamas papagayo? ¿Es un pintado,
que al barquero da voces y a la barca,
y se llama real por fantasía?


CORINTO

Desa ralea es éste; pero entiendo
que es bachiller y sabe muchas lenguas, 190
principal la que llaman bergamasca.

RÚSTICO

¿Pues qué se ha de hacer para alcanzalle?



CORINTO

Conviene que te pongas desta suerte.
Daca este brazo, y lígale tú, Lauso,
y átale bien, que yo le ataré estotro. 195


RÚSTICO

¿Pues yo no estaré quedo sin atarme?


CORINTO

Si te meneas, espantarse ha el pájaro;
y así, conviene que aun los pies te atemos.


RÚSTICO

Atad cuanto quisiéredes; que, a trueco
de tener esta joya entre mis manos, 200
para que luego esté en las de mi Clori,
dejaré que me atéis dentro de un saco.
Ya bien atado estoy. ¿Qué falta agora?


CORINTO

Que yo me suba encima de tus hombros,
y que Lauso, pasito y con silencio, 205
me ayude a levantar las verdes hojas
que cubren, según pienso, el dulce nido.


RÚSTICO

Sube, pues. ¿A qué esperas?


CORINTO

Ten paciencia;
que no soy tan pesado como piensas.


RÚSTICO

¡Vive Dios, que me brumas las costillas! 210
¿Has llegado a la cumbre?


CORINTO

Ya estoy cerca.


   

RÚSTICO

Avisa a Lauso que las ramas mueva
pasito, no se vaya el pajarote.


LAUSO

No se nos puede ir, que ya le he visto.


RÚSTICO

Pregúntale, Corinto, lo que suelen 215
preguntar a los otros papagayos,
por ver si entiende bien nuestro lenguaje.

CORINTO

¿Cómo estás, loro, di? «¿Cómo? Cautivo».


RÚSTICO

¡Hi de puta, qué pieza! Di otra cosa.


CORINTO

«¡Daca la barca, hao; daca la barca!» 220


RÚSTICO

Y aqueso, ¿quién lo dijo?


CORINTO

El papagayo.


RÚSTICO

¡Oh Clori, qué presente que te hago!


CORINTO

«¡Clori, Clori, Clori, Clori, Clori!»


RÚSTICO

¿Es todavía el papagayo aquése?


CORINTO

Pues, ¿quién había de ser?


RÚSTICO

¿Hasle ya asido? 225


CORINTO

Dentro en mi caperuza está ya preso.


RÚSTICO

Deciende, pues, y véndemele, amigo,
que te daré por él cuatro novillos
que aún no ha llegado el yugo a sus cervices,
no más de porque dél mi Clori goce. 230


LAUSO

No se dará por treinta mil florines.


RÚSTICO

¡Ah, por amor de Dios, yo daré ciento!
Desatadme de aquí, porque a mi gusto
le vea y le contemple.


CORINTO

Es ceremonia
que en semejantes cazas suele usarse, 235
que tan sola una mano se desate
del que las dos tuviere y pies atados;
con ésta suelta, puedes blandamente
alzar mi caperuza venturosa,
que tal tesoro encubre. Despabila 240
los ojos para ver belleza tanta.
Pasito, no le ahajes. Mas espera,
que está la mano sucia; con saliva
te la puedes limpiar.

RÚSTICO

Ya está bien limpia.


CORINTO

Agora sí. ¡Dichoso aquel que llega 245
a descubrir tan codiciosa prenda!


RÚSTICO

¡Donosa está la burla! Di, Corinto:
¿es ése el papagayo?


CORINTO

Éste es el pico;
las alas, éstas; éstas, las orejas
del asno de mi Rústico y amigo. 250


RÚSTICO

¡Desátenme, que a fe que yo me vengue!


 
(Sale CLORI.)

  

CLORI

¡Ah simple, ah simple!


RÚSTICO

¿Y haslo visto, Clori?
Por ti la burla siento, y no por otrie.


CLORI

Calla, que para aquello que me sirves,
más sabes que trecientos Salomones. 255
Di que se vista Lauso desta burla,
o que compre Corinto algún tributo,
o me envíe mañana una patena
y unos ricos corales, como espero
que podrás y querrás, con tu simpleza, 260
enviármelos luego.


RÚSTICO

¿Y cómo, Clori?
Y aun dos sartas de perlas hermosísimas.


CLORI

¿Compárase con esto algún soneto,
Lauso? Y dime, Corinto: ¿habrá sonada,
aunque se cante a tres ni aun a trecientos, 265
que a la patena y sartas se compare?

LAUSO

Eres mujer y sigues tu costumbre.


CLORI

Sigo lo que es razón.


LAUSO

Será milagro
hallarla en las mujeres.


CLORI

¿Qué razones
puede decir la lengua que se mueve 270
guiada del desdén y de los celos?
Tú eres la causa.

 
(Entra ANGÉLICA, alborotada.)

  

ANGÉLICA

¡Socorredme, cielos,
    si en vuestros pechos mora
misericordia alguna!
Hermosa y agradable compañía: 275
en mí os ofrece agora
el cielo y la fortuna,
sujeto igual a vuestra cortesía;
que, la desdicha mía
    sabida, me asegura 280
que podrá enterneceros
y al remedio moveros,
si es que le tiene tanta desventura.


CLORI

Señora, di: ¿qué tienes?


ANGÉLICA

Sin tasa males, y ningunos bienes. 285
    Pero no estoy en tiempo
en que pueda contaros
de mi dolor la parte más pequeña;
ni vuestro pasatiempo
será bien estorbaros 290
contando el mal que ablandará esta peña.
¿No hay por aquí una breña
    donde me esconda, amigos?


LAUSO

Luego, ¿quies esconderte?
¿Quién podrá aquí ofenderte? 295

ANGÉLICA

Persíguenme dos bravos enemigos.


CORINTO

¿No somos tres nosotros?


ANGÉLICA

Ni aun a tres mil no temerán los otros.
    Llevadme a vuestras chozas,
mudadme este vestido; 300
amigos, escondedme.


LAUSO

No te espantes.
¿Para qué te alborozas,
si has a parte venido
do se estiman en poco los gigantes? 305
Montalbanes y Aglantes
    se tienen aquí en nada;
porque, ¡por Dios!, si quiero,
que los compre a dinero.


ANGÉLICA

¡Hoy acaba mi vida su jornada! 310


CORINTO

¿Quieres que te escondamos?


RÚSTICO

¿Dice que sí?


LAUSO

Pues, ¡sus!, ¿en qué tardamos?
    Ven; mudarás de traje
y de lugar y todo.


ANGÉLICA

De mis contrarios casi veo la sombra. 315


CORINTO

Parece de linaje,
y su habla y su modo
a mí me admira.


RÚSTICO

Pues a mí me asombra.
 
(Éntrase ANGÉLICA y LAUSO.)

¿Sabéis cómo se nombra? 320

CORINTO

Pues, ¿cómo he de sabello?


RÚSTICO

Busca algún nuevo ensayo.


CORINTO

Buscaré un papagayo
que me lo diga.


CLORI

Ganarás en ello.


   

CORINTO

Ganarás tú patenas. 325


CLORI

Siempre tus burlas para mí son buenas.

 
(Éntranse todos, y sale REINALDOS.)

  

REINALDOS

¿Eres Dafne, por ventura,
que de Apolo va huyendo,
o eres Juno, que procura
librarse del monstruo horrendo 330
cerrada en la nube obscura?
    ¡Oh selvas de encantos llenas,
do jamás se ha visto apenas
cosa en su ser verdadero,
contar de vosotras quiero 335
aun las menudas arenas!
    Quizá esta fiera homicida,
que cual sombra desparece
porque padezca mi vida,
adonde menos se ofrece 340
la tendrá amor escondida.
    De nuevo vuelvan mis plantas
a buscar entre estas plantas
a la bella fugitiva.
¡Dura ocasión, que yo viva 345
muriendo de muertes tantas!
 
(Crujidos de cadenas, ayes y suspiros dentro.)


   ¡Válgame Dios! ¿Qué ruido
es este que suena estraño?
¿Estoy despierto, o dormido?
¿Engáñome o no me engaño? 350
Otra vez llega al oído.
    De entre estas hojas entiendo
que sale el horrible estruendo.
Mas, ¡ay!, ¿qué boca espantosa,
terrible y estraña cosa, 355
es aquesta que estoy viendo?
    Mientras más vomitas llamas,
boca horrenda o cueva oscura,
más me incitas y me inflamas.
A ver si en esta aventura 360
para algún buen fin me llamas.
 
(Descúbrese la boca de la sierpe.)

  
    Acógeme allá en tu centro,
porque por tus fuegos entro
a tu estómago de azufre.



 
(MALGESÍ, vestido como diré; sale por la boca de la sierpe.)

  

MALGESÍ

¿Adónde aquesto se sufre? 365


REINALDOS

¡Éste sí que es mal encuentro!
¿Quién eres?


MALGESÍ

Soy el Horror,
portero de aquesta puerta,
adonde vive el temor
y la sospecha más cierta 370
que engendra el cielo de amor.
    Soy ministro de los duelos,
embajador de los celos,
que habitan en esta cueva.


REINALDOS

Pues adonde están me lleva. 375


MALGESÍ

Espera, y avisarélos.
    Mas primero has de mirar
las guardas que puestas tiene
en este triste lugar,
y esto es lo que te conviene. 380


REINALDOS

Comiénzalas a mostrar;
    que, aunque me muestras cifrados
en ellas los condenados
rostros que encierra el abismo,
seré en este trance el mismo 385
que he sido en los regalados.

(Suena dentro música triste,
como la pasada del padrón;
sale el TEMOR, vestido como diré:
con una tunicela parda,
ceñida con culebras.)

  
MALGESÍ

    Esta figura que ves
es el Temor sospechoso,
que engendra ajeno interés,
impertinente curioso, 390
que mira siempre al través;
    y así, el mezquino se admira
de cada cosa que mira,
ora sea mala o buena;
la verdad le causa pena, 395
y tiembla con la mentira.
 
(Sale la SOSPECHA,
con una tunicela de varias colores.)

  
    Ésta es la infame Sospecha,
de los Celos muy parienta,
toda de contrarios hecha,
siempre de saber sedienta 400
lo que menos le aprovecha.
    Aquí nace, y muere allí,
y torna a nacer aquí;
tiene mil padres a un punto:
éste, vivo; aquél, difunto, 405
y ella vive y muere así.
 
(Sale CURIOSIDAD.)

  
    La vana Curiosidad
es ésta que ves presente,
hija de la Liviandad,
con cien ojos en la frente, 410
y los más con ceguedad.
    Es en todo entremetida,
y susténtale la vida
estar contino despierta,
y hace la guarda a una puerta 415
de muy difícil salida.
 
(Con una soga a la garganta y
una daga desenvainada en la mano,
sale la DESESPERACIÓN, como diré.)


    Es la Desesperación
esta espantosa figura,
sobre todas cuantas son,
y, aunque es mala su hechura, 420
es peor su condición.
    Ésta sigue las pisadas
de los Celos, desdichadas,
y anda tan junto con ellos,
que desde aquí puedes vellos 425
si cesan las llamaradas.
 
(Suena la música triste,
y salen los CELOS, como diré,
con una tunicela azul,
pintada en ella sierpes y
lagartos, con una cabellera
blanca, negra y azul.)

  
    Mas veslos, salen: advierte
que cuanto con ellos miras
amenazan triste suerte,
ciertos y luengos pesares 430
y, al fin, desdichada muerte.
    Todos sus secuaces son,
puestos en comparación,
de sus males una sombra
que, puesto que nos asombra, 435
no desmaya al corazón.
    Toca su mano y verás
en el estado que quedas,
diferente del que estás;
y tal quedes, que no puedas 440
ni quieras ya querer más.


 
(Tocan los CELOS la mano a REINALDOS.)

  

REINALDOS ¡Celos, que se me abrasa el pecho

y se cela! ¡En duro estrecho
me pone el señor de Aglante!
¡Celos, quitáosme delante: 445
basta el mal que me habéis hecho!


MALGESÍ ¿Cómo que con la invención

de quien yo tanto fié
no se cela el corazón
de mi primo? Yo no sé 450
la causa ni la razón.

(Dice de dentro MERLÍN.)

  
[MERLÍN]

Malgesí, ¡cuán poco sabes!
Mas yo haré que no te alabes
de tu invención, aunque estraña.
Pártete desta montaña 455
antes que la vida acabes.


MALGESÍ

Ya te conozco, Merlín;
pero yo veré si puedo
ver de mi deseo el fin,
porque no me pone miedo 460
desa tu voz el retín.


MERLÍN

A tu primo entre esa yerba
pondrás, que a mí se reserva
y a mi fuente su salud;
que hasta agora su virtud 465
el cielo en ella conserva.


MALGESÍ

Volveos por do venistes,
figuras feas y tristes,
que mi primo quedará
adonde esperar podrá 470
el remedio que no distes.
 
(Éntranse las sombras.)

  
    Y yo, en tanto, buscaré
medio para remedialle,
y creo que lo hallaré.

 
(Desvía de allí a REINALDOS.)

  

MERLÍN

Calla y procura dejalle, 475
Malgesí.


MALGESÍ

Así lo haré.

 
(Éntrase MALGESÍ.)

 
(Parece a este instante el carro
[de] fuego, de los leones de la montaña,
y en él la diosa VENUS.)

VENUS

    De Adonis la compañía
dejo casi de mi grado
por seguir la fantasía
deste espíritu encantado 480
que en apremiarme porfía.
    Espérame hasta que vuelva,
mi Adonis, y amor resuelva
tu brío, que no le alabo;
mira que es el puerco bravo 485
de la Calidonia selva.
    Pero, ¿qué puedo hacer
sin mi hijo en este trance,
donde tanto es menester?
Merlín ha errado este lance; 490
que a veces yerra el saber.
    Mas yo le quiero llamar,
que a las veces suele estar
mezclado entre los pastores,
y entonces son los amores 495
para mirar y admirar.
    Hijo mío, ¿dónde estáis?
Si acaso la voz oís,
y como a madre me amáis,
decid: ¿cómo no venís?, 500
que si venís, ya tardáis.
    Mas los músicos acentos
que van rompiendo los vientos
su venida manifiestan.
¡Oh hijo, y cuánto que cuestan 505
aun tus fingidos contentos!

 
(Suena música de chirimías;
sale la nube, y en ella el dios CUPIDO,
vestido y con alas, flecha y arco desarmado.)

  

AMOR

   ¿Qué quieres, madre querida,
que con tal priesa me llamas?


VENUS

Está en peligro una vida,
ardiendo en tus vivas llamas, 510
y en un yelo consumida.
    Los celos, que en opinión
están que tus hijos son,
ciego y simple desvarío,
le tienen el pecho frío 515
y abrasado el corazón.
    Conviene que te resuelvas
en su bien, y que le vuelvas
en su antigua libertad.

AMOR

Remedio a su enfermedad 520
ha de hallar en estas selvas.
    Por tiempo hallará una fuente,
cuyo corriente templado
apaga mi fuego ardiente,
y mi pena enamorada 525
vuelve en desdén insolente.
    Beberá Reinaldos della,
y de Angélica la bella,
la hermosura que así quiere,
si agora por vella muere, 530
ha de morir por no vella.
    Levanta, guerrero invicto,
y tiende otra vez el paso
cerca de aqueste distrito,
que en él hallarás acaso 535
medio a tu mal infinito.
    Aunque has de pasar primero
trances que callarlos quiero,
pues decillos no conviene.


REINALDOS

Aquel que celos no tiene, 540
no tiene amor verdadero.

 
(Éntrase REINALDOS.)

  

VENUS

     Ya aqueste negocio es hecho.
¿No me dirás, hijo amado,
si es invención de provecho
andar en traje no usado 545
y el arco roto y deshecho?
    ¿Quién te le rompió? ¿Y quién pudo
cubrir tu cuerpo desnudo,
que su libertad mostraba?
¿Quién te ha quitado el aljaba 550
y la venda? Di; ¿estás mudo?

AMOR

    Has de saber, madre mía,
que en la corte donde he estado
no hay amor sin granjería,
y el interés se ha usurpado 555
mi reino y mi monarquía.
    Yo, viendo que mi poder
poco me podía valer,
usé de astucia, y vestíme,
y con él entremetíme, 560
y todo fue menester.
    Quité a mis alas el pelo,
y en su lugar me dispuse,
a volar con terciopelo;
y, al instante que lo puse, 565
sentí aligerar mi vuelo.
    Del carcaj hice bolsón,
y del dorado arpón
de cada flecha, un escudo,
y con esto, y no ir desnudo, 570
alcancé mi pretensión.
    Hallé entradas en los pechos
que a la vista parecían
de acero o de mármol hechos;
pero luego se rendían 575
al golpe de mis provechos.
    No valen en nuestros días
las antiguas bizarrías
de Heros ni de Leandros,
y valen dos Alejandros 580
más que docientos Macías.

 
(Entra RÚSTICO.)

  

RÚSTICO

    Lauso, acude; y tú, Corinto,
acude, que, a lo que creo,
otro papagayo veo,
o si no, pájaro pinto. 585
    Acude, Clori, y verás
la verdad de lo que digo;
y trae a esotra contigo,
y más, si quisieres más.


AMOR

Yo sé bien que estos pastores 590
nos han de dar un buen rato.

 
(Entra LAUSO, CORINTO y CLORI,
y ANGÉLICA, como pastora.)

  

LAUSO

¿Tú no miras, insensato,
que aquél es el dios de amor[es]?


RÚSTICO

Como con alas le vi,
entendí que era alcotán. 595

CORINTO

¡Quítate de aquí, pausán!


RÚSTICO

¿Pues yo qué te hago aquí?


CORINTO

No te me pongas delante,
que quiero hacer reverencia
a este niño.


RÚSTICO

¡Qué inocencia! 600
¿Niño es éste?


CORINTO

Y es gigante.


RÚSTICO

Niñazo le llamo yo,
pues ya le apunta el bigote.
No os burléis con el cogote.
¡Mal haya quien me vistió! 605


AMOR

No quiero que me hagáis,
buena gente, sacrificio,
y téngoos en gran servicio
la voluntad que mostráis;
    y en pago quiero deciros 610
la ventura que os espera.


VENUS

Harás, hijo, de manera
que den vado a sus suspiros.


AMOR

    Tú, Lauso, jamás serás
desechado ni admitido; 615
tú, Corinto, da al olvido
tu pretensión desde hoy más;
    Rústico, mientras tuviere
riquezas, tendrá contento:
mudará cada momento 620
Clori el bien que poseyere;
    la pastora disfrazada
suplicará a quien la ruega.
Y, esto dicho, el fin se llega
de dar fin a esta jornada. 625

LAUSO

    En tanto, Amor, que te vas,
porque algún contento goces,
de nuestras rústicas voces
el rústico acento oirás.
    Corinto y Clori, ayudadme; 630
cantaréis lo que diré.


CLORI

¿Qué hemos de cantar?


CORINTO

No sé.


LAUSO

       Diréis después, y escuchadme.
       Venga norabuena
       Cupido a nuestras selvas, 635
       norabuena venga.
       Sea bienvenido
       médico tan grave,
       que así curar sabe
       de desdén y olvido; 640
       hémosle entendido,
       y lo que él ordena
       sea norabuena.
       Quedan estas peñas
       ricas de ventura, 645
       pues tanta hermosura
       hoy en ella enseñas.
       Brotarán sus breñas
       néctar dondequiera.
       ¡Norabuena [sea]! 650



 
(Mientras cantan,
se va el carro de VENUS,
y CUPIDO en él; y suenen las chirimías,
y luego dice LAUSO:)

  

LAUSO

    Vamos a nuestras cabañas
a hacer nuevas alegrías,
pues vemos en nuestros días
tan ricas estas montañas;
    y si aquello que desea 655
cada cual no ha sucedido,
pues el Amor lo ha querido,
decid: «¡Norabuena sea!»


 
(Todos: «¡Norabuena sea, sea norabuena!»,
y éntranse, y sale BERNARDO y su ESCUDERO.)

  

BERNARDO

¿Cómo no viene Marfisa?

ESCUDERO

Detrás quedó de aquel monte. 660


BERNARDO

Pues sobre ese risco ponte,
y mira si se divisa.


ESCUDERO

Ella dijo que al momento
tras nosotros se vendría.


BERNARDO

¡Estraña es su bizarría! 665


ESCUDERO

Y su valor, según siento.


BERNARDO

A lo menos su arrogancia,
pues la lleva sin parar
a sola desafiar
los Doce Pares de Francia; 670
    y tengo de acompañalla,
que ya se lo he prometido.


ESCUDERO

En negocio te has metido
harto estraño.


BERNARDO

¡Simple, calla!;
    que siempre es mi intención 675
buscar y ver aventuras.
En París están seguras,
si se traba esta quistión.
    Y veré dó llegar puede
el valor de aquesta dama. 680


ESCUDERO

Llegará donde su fama
que a las mejores excede.


BERNARDO

¿Que se nos fue Ferraguto?


ESCUDERO

Siempre, en cuanto hacía aquel moro,
le vi guardar un decoro 685
arrojado y resoluto.
    Después que mató a Argalia,
y en el río le arrojó,
al momento se partió.

BERNARDO

Tiene loca fantasía. 690
    Mas dime: ¿no es el que asoma
aquel gallardo francés
de la pendencia?


ESCUDERO

Sí es,
y es confaloner de Roma.


BERNARDO

¿No es Roldán?


ESCUDERO

Roldán es, cierto. 695


BERNARDO

Agora quiero proballo,
pues nadie podrá estorballo
en este solo desierto.
    ¡Qué pensativo que viene!
¿No parece que algo busca? 700


ESCUDERO

Todo el sentido le ofusca
amor que en el pecho tiene.


BERNARDO

¿Cómo lo sabes?


ESCUDERO

¿No viste
que la pendencia dejó,
y tras la dama corrió, 705
que allí se mostró tan triste?


BERNARDO

¡Ah Roldán, Roldán!


ROLDÁN

¿Quién llama?


BERNARDO

Deciende acá y lo verás.


ROLDÁN

¡Oh Angélica!, ¿dónde estás?


ESCUDERO

¿Ves si le abrasa su llama? 710


ROLDÁN

    ¿Qué me quieres, caballero?

BERNARDO

¿No me conoces?


ROLDÁN

No, cierto.


ESCUDERO

Bien en lo que digo acierto:
él es de amor prisionero.
    Haré yo una buena apuesta 715
que está puesto en tal abismo,
que no sabe de sí mismo.


BERNARDO

¿Hay cosa que iguale a ésta?
    ¿Que no me conoces?


ROLDÁN

No.


BERNARDO

Pues yo te conozco a ti. 720
¿No eres Roldán?


ROLDÁN

Creo que sí.


ESCUDERO

Mirad si lo digo yo.
    En «creo» pone si es él;
¡cuál le tiene Amor esquivo!


BERNARDO

El estar tan pensativo 725
nos muestra su mal crüel.
   ¡Ah, Roldán, señor, señor!


ROLDÁN

¿Habláis conmigo, por dicha?


BERNARDO

¡Ésta si que es gran desdicha!


ESCUDERO

Como desdicha de amor. 730
    ¡Estraño embelesamiento!


ROLDÁN

¡Oh Angélica dulce y cara!
¿Adónde escondes la cara,
que es gloria de mi tormento?
    El corazón se me quema, 735
¡oh Angélica, mi reposo!

ESCUDERO

Deste sermón amoroso,
esta Angélica es el tema.
    Parece que está en ser
que puedes desafialle. 740


BERNARDO

Quisiera yo remedialle
si lo pudiera hacer.

 
(Parece ANGÉLICA, y va tras ella ROLDÁN;
pónese en la tramoya y desparece,
y a la vuelta parece la MALA FAMA,
vestida como diré, con una tunicela negra,
una trompeta negra en la mano,
y alas negras y cabellera negra.)

  

ROLDÁN

¿No es aquél mi cielo, cielos?
Él es, pero ya se encubre;
pues, cuando él se me descubre 745
es porque me cubran duelos.
    Tras ti voy, nueva Atalanta;
que, si quiere socorrerme
amor, puede aquí ponerme
mil alas en cada planta. 750
    Mi sol, ¿dó te transmontaste,
y qué sombra te sucede?
Mas, bien es que en noche quede
el que de tu luz privaste.


BERNARDO

    De aventuras están llenas 755
estas selvas, según veo.


ESCUDERO

Viendo estoy lo que no creo.


BERNARDO

¡Calla!


ESCUDERO

No respiro apenas.


MALA FAMA

   Detén el paso, senador romano,
y aun la intención pudieras detenella, 760
si tras sí, en vuelo presuroso y vano,
no la llevara Angélica la bella.
¿Mas tu consejo y proceder liviano
así la entregas, que cebado en ella
quieres que quede, ¡oh grave desventura!, 765
tu clara fama para siempre obscura?
    La Mala Fama soy, que tiene cuenta
con las torpezas de excelentes hombres
para entregallas a perpetua afrenta,


    y a viva muerte sus subidos nombres. 770
Mi mano en este libro negro asienta,
borrando la altivez de sus renombres,
los hechos malos que en el tiempo hicieron
cuando de amor la vana ley siguieron.
    Aquí está el grande Alcides, no cortando 775
de la hidra lernea las cabezas,
sino a los pies de Deyanira hilando,
con mujeriles paños y ternezas.
Está el rey Salomón; mas no juzgando
las diferencias faltas de certezas, 780
sino dando ocasión por mil razones
que esté su salvación en opiniones.
    Uno de aquel famoso triunvirato
aquí le tengo escrito y señalado,
cuando, a su patria y a su honor ingrato, 785
cegó en la luz del rostro delicado.
En mitad de la pompa y aparato
del bélico furor, de miedo armado,
los ojos vuelve y ánimo a la nueva
Angélica egipciana que le lleva. 790
    Es infinito el número que encierran
aquestas negras hojas de los hechos
de aquellos que su nombre y fama atierran,
porque amor sujetó sus duros pechos;
y si tú quieres ser de los que yerran, 795
aunque están los renglones tan estrechos,
ancho lugar haré para que escriba
tu nombre, y en infamia eterna viva.

 
(Vuélvese la tramoya.)

  

ROLDÁN

Yo mudaré parecer,
a pesar de lo que quiero. 800


BERNARDO

¿Conocéisme, caballero?


ROLDÁN

Pues, ¿no os he de conocer?
    [Bi]en sé que sois español
y que Bernardo os llamáis.


BERNARDO

¡Gracias a Dios que miráis 805
ya sin nublados el sol!

ROLDÁN

    ¿Habéis estado presente
al caso de admiración?


BERNARDO

Sí he estado.


ROLDÁN

¿Y no es gran razón
que yo vuelva diferente, 810
    siendo una joya la honra
que no se puede estimar?


BERNARDO

Verdad es; mas por amar
no se adquiere la deshonra.


ROLDÁN

    No hay amador que no haga 815
mil disparates, si es fino;
mas, ya que he cobrado el tino,
y sanado de mi llaga,
    mis pasos caminarán
por diferente sendero. 820



 
(Entra MARFISA.)

  

MARFISA

Bernardo, ¿no es el guerrero
éste a quien llaman Roldán?


BERNARDO

   Él es. Mas, ¿por qué lo dices?


MARFISA

Porque su fama me fuerza
a probar con él mi fuerza, 825
porque tú la solenices
    y veas qué compañero
te ha dado en mí la fortuna.


ROLDÁN

¡No hay, cual Angélica, alguna
en todo nuestro hemisfero! 830


ESCUDERO

    ¡Por Dios, que se ha vuelto al tema!

ROLDÁN

Falsa fue aquella visión,
y de nuevo el corazón
parece que se me quema.
 
(Aparece otra vez ANGÉLICA,
y huye a la tramoya,
y vuélvese, y parece la BUENA FAMA,
vestida de blanco, con una corona
en la cabeza, alas pintadas
de varias colores y una trompeta.)

  
    ¿Has tornado a amanecer, 835
sol mío? Pues ya te sigo.


ESCUDERO

Poco ha durado el amigo
en su honroso parecer.


MARFISA

   Bernardo, ¿qué es lo que veo?


BERNARDO

Calla y escucha, y verás 840
misterios.


ESCUDERO

No digas más,
que quiere hablar, según creo.


BUENA FAMA

    Pues temor de la infamia no ha podido
tus deseos volver a mejor parte,
vuélvalos el amor de ser tenido, 845
en todo el orbe por segundo Marte.
En este libro de oro está esculpido,
como en mármol o en bronce, en esta parte,
tu nombre y el de aquellos esforzados
que dieron a las armas sus cuidados. 850
    Aquí, con inmortal, alto trofeo,
notado tengo en la verdad que sigo,
aquel gran caballero Macabeo,
guía del pueblo que de Dios fue amigo.
Casi a su lado el nombre escrito veo 855
de aquel batallador que fue enemigo
de la pereza infame, del que, en suma,
puso en igual balanza, lanza y pluma.
    Tengo otros mil que no puedo contarte,
porque el tiempo y lugar no lo concede, 860
y porque yo le tenga de avisarte
lo que mi voz con mis escritos puede.
Della verás, y dellos levantarte
sobre el altura que aun al cielo excede,
si dejas de seguir del niño ciego 865
la blandura y regalo y dulce fuego.
    Huye, Roldán, de Angélica, y advierte
que, en seguir la belleza que te inflama,
la vida pierdes y granjeas la muerte,
perdiendo a mí, que soy la Buena Fama. 870
Deben estas razones convencerte,
pues Marte a nombre sin igual te llama,
Amor a un abatido. En paz te queda,
y lo que te deseo te suceda.

(Vuélvese la tramoya.)

  
ROLDÁN

     Bien sé que de Malgesí 875
son todas estas visiones.


BERNARDO

Pues dime: ¿a qué te dispones?


MARFISA

De espanto no estoy en mí.
    Mal dije; de admiración,
que espanto jamás le tuve. 880


ROLDÁN

Corto de manos anduve
con una y otra visión;
    si pedazos las hiciera,
no me dejaran confuso;
mas volverán, que es su uso 885
asaltarme dondequiera.
    Respondiendo, pues, Bernardo,
a lo que me preguntaste,
digo que no hay mar que baste
templar el fuego en que ardo. 890
    Y quedaos en paz los dos,
porque ir de aquí me conviene.


MARFISA

¡Estremado brío tiene!


BERNARDO

Dios vaya, Roldán, con vos.


MARFISA

    Vilo, y no puedo creello: 895
tal es lo que visto habemos.


BERNARDO

Por el camino podremos
hacer discurso sobre ello.

ESCUDERO

   En fin, ¿vamos a París?


BERNARDO

¿Ya no te he dicho que sí? 900


MARFISA

Yo, a lo menos.


ESCUDERO

Por allí
hay camino, si advertís.


BERNARDO

   Los caballos, ¿dónde están?


ESCUDERO

Aquí junto.


BERNARDO

Ve por ellos.


ESCUDERO

Allá subiréis en ellos. 905


MARFISA

¡Pensativo iba Roldán!