La cabra y el caballo
Estábase una Cabra mui atenta
Largo rato escuchando
De un acorde violin el eco blando.
Los pies se la bailaban de contenta;
Y á cierto Xaco, que tambien suspenso
Casi olvidaba el pienso,
Dirigió de esta suerte la palabra:
¿No oyes de aquellas cuerdas la harmonía?
Pues sabe que son tripas de una Cabra
Que fué en un tiempo compañera mia.
Confío (dicha grande!) que algun dia
No menos dulces trinos
Formarán mis sonoros intestinos.
Volvióse el buen Rocin, y respondióla:
A fe que no resuenan esas cuerdas
Sinó porque las hieren con las cerdas
Que sufrí me arrancasen de la cola.
Mi dolor me costó, pasé mi susto;
Pero, al fin, tengo el gusto
De ver qué lucimiento
Debe á mi auxîlio el músico instrumento.
Tú, que satisfaccion igual esperas,
¿Quándo la gozarás? Despues que mueras.
Así, ni mas ni ménos, porque en vida
No ha conseguido ver su obra aplaudida
Algun mal Escritor, al juicio apela
De la posteridad, y se consuela.