La anciana
LA ANCIANA
Pues la anciana me dijo: mira esta rosa seca
que encantó el aparato de su estación un día:
el tiempo que los muros altísimos derrueca
no privará este libro de su sabiduría.
En esos secos pétalos hay más filosofía
que la que darte pueda tu sabia biblioteca;
ella en mis labios pone la mágica armonía
con que en mi torno encarno los sueños de mi rueca.
«Sois un hada», le dije: «Soy un hada, me dijo:
y de la Primavera celebro el regocijo
dándoles vida y vuelo a estas hojas de rosa.»
Y transformóse en una princesa perfumada,
y en el aire sutil, de los dedos del hada
voló la rosa seca como una mariposa.