Lira póstuma (1919)
de Rubén Darío
ilustración de Enrique Ochoa
Dama

DAMA


A una chilena.


Como son cosas de niño
y de visión y de ilusión
recordar el parque Cousiño
como una divina visión,


recordar las frondas espesas,
la opulencia de los carruajes,
y aquellas damas con sus trajes,
que eran a mí todas marquesas.


Y no haberte visto, señora,
encarnación de poesía,
saludarte en nombre del día
y besarte en nombre de aurora.

 
Brindarte por el sol y el agua
y por el granizo y el trueno,
una chispa de sol chileno
en un verso de Nicaragua.

 
Tú eres la luz y eres el templo
cuando con tu manto chileno
sabes hacer al hijo bueno
y brindas belleza y ejemplo.


Perla pura entre perlas buenas,
dulce belleza hecha de bien,
tu beldad nos viene de Atenas,
tu bondad de Jerusalén.


En ti veo paloma y honda,
todo misterio y poesía,
la sonrisa de la Yoconda
hecha por la Virgen María.

 
Si hay alguien que te llama bella
buscando el adularte, dile:
— ¡Yo soy la más hermosa estrella
sobre la bandera de Chile!