LA ALCOBA


Fragmento del «Poema de la casa»


 
La alcoba se ha dormido en el espejo,
Todas las cosas tienen aire meditativo:
La mesa a la silla le da un consejo,
La lámpara es filósofo de jesto pensativo.

«L'ame sœur de la chambre» al espejo llamaba
El dulce Rodenbach
Porque en él su pieza se duplicaba
Y por tener una doble cualidad.

Se absorbe nuestro ser el espejo,
Se bebe todos nuestros efluvios,
Tiene una noble esperiencia de libro i de viejo
Que ha visto muchas cosas i que ha vivido mucho.

El espejo tiene algo de estanque dormido
En el que se copia la luz de la lámpara,
El espejo es un viejo plajiario atrevido
Que, impotente, se nutre de la copia oleográfica.

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También aman la alcoba los retratos
Y curiosean todos sus rincones;
Unos están como contando casos,
Otros están como escuchando voces.

Los retratos nos miran cariñosos
Y otras veces nos miran enojados,
Tienen el mal carácter voluble de nosotros;
Nuestro amor, nuestras iras, conservan los retratos.

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Las que no aman la alcoba son las ventanas,
Ellas aman la luz, el aire, el campo,
Todo lo que está lejos de la casa...
Tienen una embriaguez de horizontes lejanos.

Las ventanas adoran al paisaje
Y tienen la ansiedad de las bocas abiertas;

Tienen algo de los labios que se abren
Ante una maravilla que se contempla.

En la tarde que baja dolorosa
Las ventanas se mueren de amor,
Y como pulpos de mil ventosas
Se beben toda la sangre del sol.

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Yo tengo la obsesión de las ventanas,
Tengo la obsesión de los ojos clavados,
La de los espejos que tienen alma
Y la de los retratos.