La Odisea (Antonio de Gironella)/Canto Undécimo

​La Odisea​ (1851) de Homero
traducción de Antonio de Gironella
CANTO UNDÉCIMO.

LAS SOMBRAS.


A merced de las olas nuestra nave
Iba flotando, erguido el mastelero,
Las velas desplegadas, y embarcados
La chiva y el becerro. El alma rota
Y los ojos en llanto sumergidos,

Nos entregamos á la mar dudosa,
Saludando esa tierra que creimos
Dejar solo al volver á nuestra patria.
Un viento, dócil al decreto sacro
De la Diosa, los linos empujaba,
Inútil descansaba el remo y quietos
Al arte del piloto nos fiamos,
Y á la fe de los vientos favorables.
Vagamos todo el dia; entre las olas
El sol se esconde en fin, y hasta la tierra,
De la noche, arrastrando van las sombras.
Del Océano entramos en los senos
Y vamos entre abismos revolcados.
Allí estan los Cimerios y sus tristes
Y lóbregas mansiones que rodean
Eternas sombras; nunca las penetra
Del sol el rayo, ni al subir potente
Sobre el trono del Eter, ni al hundirse
En el piélago inmenso. Inmóvil noche,
Eterna oprime tan infausto pueblo.
Abordamos, y en breve, de la nave
Las víctimas dispuestas á la ofrenda
Para las sombras, vamos apartando.
Yo con la espada, un hoyo voy abriendo
A tenor de las reglas que me dieron.
Derramamos en él las libaciones
De miel y vino y agua con harina.
Las mudas sombras prosternado invoco;
Al tornar á la patria las prometo
Mi becerra inmolar la mas hermosa,
Hacer ricas ofrendas en la pira
Y que en fin, pleitesla haré á Tiresias
De un negro choto, honor de mis aperos.
Despues que con mis votos y plegarias
La turba de los muertos implorara,
La víctima maté, y su pura sangre
Fue cayendo en el hoyo á borbotones.

Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/230 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/231 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/232 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/233 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/234 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/235 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/236 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/237 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/238 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/239 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/240 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/241 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/242 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/243 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/244

Las mugeres recela y sus perfidias...
Mas dí: ¿Del hijo mío te han hablado?
¿Vive? ¿Está en Orcomena, ó bien en Pilos,
O en Esparta tal vez con Menelao?
Nó, mi hijo, mi Orestes aun no ha muerto.»
«Atrida, le respondo, estas cuestiones
¿A qué fin promover? Si murió ó vive
Yo decirte no puede y es nocivo
Discursos entablar tan dolorosos.
De esta suerte la mutua desventura
Llorábamos los dos. En tanto llegan
Las imponentes sombras de Patrocio,
Del fuerte Aquiles, de Antiloquio sabio
Y de Ayace que fué, si aquel se escluye
El mas lindo y valiente de los griegos.
Me ha conocido Aquiles y me dice:
¡Oh hijo de Laërtes! ¿cómo osaste
Venir viviendo á estas mansiones negras
Donde moran fantasmas, vana imágen
De los ínfaustos que la vida dejan?
Oh hijo de Peleo, le respondo,
Sosten y honor de Grecia; aquí yo vine
Para ver á Tiresias y pedirle
Los medios de tornar á mis hogares.
Las Acayas orillas todavía
No he podido tocar; ver no he podido
La tierra donde el soplo dí primero,
Pues siempre me persiguen las desdichas.
Mas tú, Aquiles; jamás mortal ninguno
Cual tú fuera feliz mientras vivieras;
Te honrábamos cual Dios, ora aquí reinas.
Quejarte tú no puedes del Destino.
No quieras de la muerte consolarme,
Responde; mas quisiera estar sirviendo,
Vil mercenario, á un hombre desdichado,
Sin fortuna y sin bienes, que entre sombras
Un cetro conservar. Mas dí del hijo:

Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/246 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/247 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/248 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/249 Página:La Odisea (Antonio de Gironella).pdf/250

Esperé que vinieran todavía
Héroes que honraron los vetustos siglos:
A Periteo y Teseo tal vez viera...[1]
Mas súbito, una turba tumultuosa
Se va juntado de dolientes sombras
Que forman un horrendo clamoreo;
Tiemblo; me descoloro y ver ya pienso
A Proserpina altiva , que del fondo
Del abismo fatal, sobre mi arroja
La espantable cabeza de Gorgona...
Vuelvo a mi nave, á mis secuaces mando
Romper los cables y embarcarse luego.
Me obedecen, y asidos de sus remos,
Por un próspero viento protegidos
Vamos el vasto piélago partiendo.




  1. Homero ha hecho bajar a Ulises al Eliseo para poder colocar en su boca la historia anterior a su tiempo, lo que sin duda se llamaria Historia antigua. Como se ve, y como debe suponerse, está recargada de portentos y de poesía; pero al cabo siempre da alguna nocion sobre los países y los hombres mas eminentes de aquellas épocas remotas. Es como una linterna mágica que se ve con curiosidad, pero con poco ínteres.