El Tesoro de la Juventud (1911)
El libro de la Poesía, Tomo 17
La Aurora
de Manuel del Palacio

Nota: se ha conservado la ortografía original


           LA AURORA

T

E estoy contemplando, aurora,

Brillar en el horizonte,
Y tu lumbre me enamora.
Cuando lejana colora
La oscura cumbre del monte.

Mas, ¡ay! en mi pensamiento
Se agita la incertidumbre,
Martirio traidor y lento
Que torna el mayor contento
En amarga pesadumbre.

Bello es ver tu resplandor,
Pero el rayo encantador
Con que bañas la llanura,
¿Será nuncio de ventura
O presagio de dolor?

¡Quién lo sabe! El Sol naciente
Muestra su puro arrebol,
Y mi corazón presiente
Que no alumbrará mi frente
Muchos años, ese Sol.

Aurora, tú que me viste
Lleno un tiempo de alegría,
¿Por qué me encuentras hoy triste?
¿Por qué sufre el alma mía
Penas que no conociste?

¿Te acuerdas de aquellas horas
Tranquilas y seductoras
En que a la orilla del mar
Tus tintas encantadoras
Me mostrabas al rayar?

Yo te vi romper las brumas,
Y a tu brillo parecían
Del hondo mar las espumas.
Cisnes de nevadas plumas
Que en las ondas se mecían.

Horas que perdidas lloro
Y que nunca han de volver.
Recuerdos que loco adoro,
Porque ellos son el tesoro
De mis sueños del ayer;

¿Dónde fue vuestra hermosura?
¿Por qué en lugar de ventura
Me da el alba al despuntar,
Horas de eterna amargura.
Horas de eterno pesar?

¿Por qué mi mente indecisa
Vaga en pos de una ilusión,
Por qué huyeron tan aprisa
De mi labio la sonrisa,
La paz de mi corazón?

Tú no lo sabes, aurora;
Tu brillo tranquilo dora
El sonrosado horizonte,
Y su reflejo colora
La oscura cumbre del monte.

Tú elevas indiferente,
Hermosa aurora, tu luz,
Y aguardas tranquilamente
Que la noche tristemente
Te envuelva con su capuz.

Yo en la aurora de mi vida
Vi su luz apetecida,
Sobre mi frente brillar,
Y hoy la miro oscurecida
Por la noche del pesar.

Noche eterna, cuyo cielo
Ninguna estrella alumbró,
A través de cuyo velo
Sueña el alma en su desvelo
Ver la dicha que perdió.

Por eso tus tintes rojos
No me causan alegría,
Por eso lloran mis ojos
Lágrimas, que son despojos,
Aurora, del alma mía.

Por eso al rayo que lanza
Perdiéndose en lontananza
Tu pasajero esplendor.
Despiertas de mi esperanza
Cien recuerdos de dolor.

Y por eso vengo a verte
Aunque renueves mi herida,
Pues quiero ver si por suerte
Es la aurora de tu vida
Crepúsculo de mi muerte.

               Manuel del Palacio.