Julio César (Shakespeare, Astrana Marín tr.)/El texto
Si, como dice Cervantes, la belleza perfecta ha de tener lunares, la de Julio Cesar de por fuerza ha de serlo, pues no carece de lunares. Estos lunares son de poca monta. Se reducen a varios anacronismos, como las campanadas del reloj que oyen los conjurados, que, en verdad, es inexplicable cómo pudieron deslizársele a un autor que tan a fondo conocía la vida y costumbres romanas. Y es imposible que nadie se los advirtiera sienio amigo de literatos tan instruídos como Ben Jonson, Fletcher, Marlowe, Drayton, etc., o que no se reparase en ellos en la representación. De donde se deduce que, o eran involuntarios —concesión al espíritu rudo de la época— o se halla viciado el texto de las primeras ediciones. Hoy se tiene por seguro que, a falta de los manuscritos originales, se apeló, para la reconstitución de las obras shakesperianas, a los papeles "morcilleados" de los actores.
Julio Cesar se publicó por vez primera en 1623, siete años después de la muerte de Shakespeare, en la edición in-folio que dieron a las prensas los amigos del autor John Heminge y Henry Cundell, donde insertaron treinta y cinco producciones del gran poeta, entre comedias, tragedias e historias.
Esta edición se conoce con el nombre de Folio primero y ha sido origen de todas las restantes, pues los in-quarto, subrepticiamente dados a luz en vida del dramaturgo, son defectuosísimos, aparte de no constar en ninguno de ellos la tragedia de que se trata.
Como todavía no haya sido posible fijar la cronología de los dramas shakespearianos, ignorase la fecha en que se escribió Julio Cesar; pero puede asegurarse, sin temor a error, que no fué obra de su última época, que se caracteriza por la dicción obscura y la abundancia de frases elipticas, sino que pertenece al segundo período de la carrera dramática del poeta, por lo que, a pesar de las investigaciones de Ulrici, que señala como dato la de 1607, parece —y de esta opinión participamos nosotros— que la tragedia en modo alguno es posterior a 1600, como claramente revela la soltura y naturalidad del verso.
Para la presente versión nos hemos atenido a las fuentes originales, al aludido Folio primero, que, aunque defectuoso y corrompido por sus interpolaciones, erratas y errores, lo creemos preferible a las ediciones modernas, en que, con poco respeto al autor, los comentaristas y exégetas se han permitido enmendarle la plana.