Julieta y Romeo/Acto 1/Escena 3
Julieta, pobre víctima inocente,
yo daré tregua á tu dolor prolijo,
antes que brille en tus marchitas sienes
la nefasta corona del martirio.
En mí confia el pueblo de Verona:
para salud de sus dolientes hijos,
yo he de hacer que esos bandos criminales
de un ángel redentor caigan cautivos.
Tú ese ángel serás, y mi Romeo,
el hombre que sembró de beneficios
mi cansada vejez, á mí me deba
la paz y la quietud de su retiro.
Talerm, Talerm, el venerable anciano
cuyas nevadas canas Dios bendijo,
que lluevan sobre vos las bendiciones
cual sobre flor las gotas de rocío.
Y mi esposo? decid, traeisme nuevas?…
Sin de él saber dos meses he vivido!…
Nuevas traeis… lo leo en vuestros ojos!…
Ah! no me las digais, por Dios bendito!
Hanme dicho que mata la alegría
y yo para su amor vivir ansió!
Hija mia, los labios del anciano
son de verdad el templo y el asilo.
las canas que le cubren, desengaños
son en el mar de la pasion nacidos,
y las arrugas de su mustia frente
páginas son de su mundano libro.
Oye pues mi consejo. Oculta el llanto
que apaga y nubla de tu frente el brillo,
y ese amor, el amor que te devora,
que tu muerte causara al descubrirlo,
para esconderlo a todos, hija mia
con ierte tu alma en un profundo abismo.
Esconderlo decís? Y puedo acaso?
Romeo es mi existencia, mi delirio,
y al ausentarse de mi lado un dia
entera el alma se llevó consigo.
Des que su vida es parte de mi vida,
des que lazo secreto nos ha unido
des que por él, por él, mi dicha y cielo,
el odio de mi padre desafío,
del trovador el canto me disgusta
si no es el trovador mi bien querido,
los guerreros torneos bulliciosos
fiestas son para mí sin atractivo,
y cuando á la beldad con arrogancia
proclama airoso el vencedor altivo,
«yo—me digo—seria la mas bella
si hubiese mi Romeo combatido.»
Mis dolores aquí decir no es dable…
Oh! sufro, sufro mucho, padre mio!
Esposa de Romeo, alienta, alienta!
aquí trajo á Romeo mi designio,
y le verán bien pronto victorioso
los muros de Verona en su recinto.
Oh! placer! oh! placer! Talerm, anciano,
es verdad… es verdad lo que habeis dicho?
Romeo aquí… bien pronto… y en mis brazos
Ay!… no mata, no mata el regocijo!…
Yo hubiera muerto ya si la alegría
fuera mortal…—Señor, Dios infinito,
a eternidad tú sabes de mis penas,
de mis dolores el atroz martirio.
las noches que he pasado sumerjida
en llanto acerbo, congojoso, impío,
los dias que sin sol he contemplado
falto de sol el corazón marchito…
pues bien, si logro ver á mi Romeo
poco es aun, Señor, lo que he sufrido!
En la secreta trama de mis planes
con esperanza vaga yo me abismo.
Escucha bien, Julieta. Tu himeneo
del príncipe por mí ya es conocido,
y para unir rivales los dos bandos
con tu himeneo y vuestro amor confio.
Y Romeo?
Y Romeo? Vendrá.
Y Romeo? Vendrá. Cuando?
Y Romeo? Vendrá. Cuando? Muy pronto,
Anciano, mucho tarda!
Anciano, mucho tarda! Aquí, yo mismo
vendré esta noche en nombre de Montecho
tu mano á demandar. Si hallar consigo
la unión en mi demanda de esos bandos
que en palenque Verona han convertido,
grande será la dicha que yo sienta,
grande será, Señor, tu poderío!
Romeo no vendrá!
Romeo no vendrá! Pronto, hija mia,
le verás á tus pies, de amor rendido.
Confianza ciega ten en mis proyectos
que yo á tu dicha y bienestar aspiro,
Si una vida de estudios y vigilias,
de la ciencia arrancar me ha conseguido
secretos en el arte de importancia
á todos los demás desconocidos,
en la dicha labrar de los humanos
empleo al menos mi talento indigno,
Nada te asombre, pues, fuese cual fuese,
conocido ó recóndito, el camino,
que aquí escojiere yo, Julieta mia,
para llevar á cabo mis designios.