Juan de Palafox y Mendoza (Retrato)
D. JUAN DE PALAFOX.
editarD. Juan de Palafox y Mendoza nació en el Reyno de Aragon á principios del siglo décimo séptimo, siendo su padre D. Santiago de Palafox, Marqués de Ariza. Allí principió su educación, y después fue enviado á Salamanca á seguir la carrera del Derecho. Muy desde luego manifestó Palafox las bellas disposiciones que le asistían para ser un hombre eloqüente, y los grandes talentos de que estaba dotado para los empleos civiles. La grandeza de su casa le proporcionaba la entrada en ellos; y así después de concluir con singular aprovechamiento sus estudios, el Rey Felipe IV le hizo Fiscal de un Consejo de Guerra: en cuyo puesto brilláron sobremanera su integridad, justificación y humanidad, al paso mismo que su capacidad y talento. Extinguido aquel Consejo, pasó á ser Ministro del de las Indias, donde creciéron su reputación y crédito. Pero en esta época renunciando las ventajas que le prometía la carrera seglar, se ordenó de Sacerdote, y se entregó todo á la piedad y devoción, La Emperatriz María le hizo su Limosnero, y en 1639 fue electo Obispo de la Puebla de los Angeles en Nueva España.
Allí se labró una corona de gloria con sus trabajos y sus virtudes. Pasmaba á todos la pureza de sus costumbres, el ardor de su zelo, su mucha sabiduría y prudencia, y el acierto que manifestaba en el gobierno de su Diócesis. Los Indios le adoraban por el proceder humano y benigno que tenia con ellos un hombre, que los creia capaces de virtudes, y que empleó tal vez sus vigilias y su pluma en describirlas. ¡Dichoso él si no hubiera tenido que chocar de frente con el fortísimo escollo de los Jesuitas! Juzgólo empero necesario para sostener los derechos de su Iglesia, y las funciones de su ministerio, que veia violadas por las pretensiones de aquellos Padres. Palafox se mostró firme é incontrastable. Las querellas se avivaron y se encendieron: alteraron el nuevo Mundo, pasaron á España, llegaron á Roma; y á tal punto subió la animosidad, que el virtuoso Palafox se vió tal vez obligado á esconderse en las cavernas de los montes, para salvar su vida de la persecución de sus contrarios.
Gobernó como Virrey á México después del Duque de Escalona, y al fin llamado por el Rey, volvió á España, hizo patentes los motivos y la serie de sus procedimientos, y Felipe IV aprobó quanto habia hecho así en el Gobierno político de México, como en su contestación con la Compañía. Hecho Ministro del Consejo Supremo de Aragón, fue nombrado Obispo de Osma en 1653, en donde murió seis años después, á los 59 de su edad, dexando una memoria que honra y respeta la posteridad con aquella veneración debida á la integridad de su carácter, y a la santidad de sus costumbres.
En el artículo de este hombre célebre D. Nicolás Antonio desea al parecer que Palafox hubiera sido Teólogo. No sabemos si la Teología habría desplegado mas sus luces, y aumentado sus virtudes: sin ella ciertamente fue como particular un hombre inocente y justísimo: como hombre público, íntegro y capaz; y como Prelado, sabio, ardiente y virtuoso. Escribía con amenidad y soltura sin enmendar ni borrar nada; y en este estilo generalmente incorrecto y redundante compuso un gran número de tratados, discursos y cartas, la mayor parte sobre materias de piedad, y algunos sobre varios sucesos de su tiempo, siendo muy pocos los que han quedado sin publicar.