Historia XVI:Los aldeanos

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Los aldeanos seguían siendo de igual condición que en la Edad Media. En ciertas provincias había todavía siervos, y en todas partes los campesinos no eran más que aparceros, arrendatarios o tenedores hereditarios de sus tierras. Continuaban, como en la Edad Media, pagando las antiguas rentas y haciendo las antiguas prestaciones personales debidas a su señor. Pagaban, además, los nuevos impuestos creados por el rey y que iban en constante aumento.

Parecía natural entonces hacer pagar todo el impuesto a los labradores. Richelieu comparaba el aldeano a «un mulo acostumbrado a la carga y que se gasta más con un largo reposo que con el trabajo». Colbert, para mejorar la agricultura, intentó disminuir un poco las cargas de los labradores. Prohibió embargar sus instrumentos de trabajo, los arados y el ganado para el pago de deudas; pero no impidió que se embargasen cuando no podían pagar el tributo al rey.

La condición del aldeano llegó a ser mucho peor cuando Luis XIV necesitó más dinero para sus guerras. A fines del siglo XVII eran notadas como una excepción algunas comarcas del Sudoeste, cerca de Moutauban, donde los aldeanos llevaban trajes de paño, comían pan y carne y habitaban en casa cubierta con tejas.

En casi todas las demás provincias de Francia, estaban enteramente en situación miserable. Una información, que por orden del Gobierno se hizo en 1687, hizo constar que no quedaban casi labradores acomodados que tuvieran ganados para la labranza, «No hay más que pobres aparceros que no tienen ganado ni dinero, el propietario es quien les da el ganado y con que alimentarse. Consumen todo lo que producen». Se decía también: «Los aldeanos viven de pan hecho con trigo negro, muchos ni siquiera tienen ese trigo y cuecen raíces de matorrales que mezclan con harina de cebada o de avena. Se les encuentra tendidos sobre la paja. No tienen muebles, ni más ropa que la que llevan puesta».

Veinte años más tarde, Vauban, describiendo los campesinos de su país, dice: «Van vestidos en invierno y en verano con telas medio podridas y hechas trizas, calzados con almadreñas, en que meten los pies descalzos todo el año. Se alimentan con frutas malas, y hierbas de sus huertos cocidas con agua o con aceite de nuez. Beben raras veces vino y comen carne tres veces al año.»