Historia XVI:Las ciudades

Historia XVI:Transformación de las costumbres
Capítulo 16 – La sociedad en el siglo XVII
Las ciudades​
 de Charles Seignobos


En el siglo XVII, como hubieran cesado las guerras en el interior de Francia, varias ciudades derribaron sus murallas y las sustituyeron con paseos plantados de árboles. En París, las murallas arrasadas vinieron a ser los bulevares. Eran todavía muy poco frecuentados. Cuando un caballero iba de visita a una casa, ataba el caballo a un árbol del bulevar.

Las ciudades aumentaron un poco de población, sobre todo París, que tuvo en tiempo de Luis XIV más de 500.000 habitantes.

En tiempo de Luis XIII, París era todavía una ciudad horriblemente fangosa, la mayor parte de las calles estaban sin pavimento. De noche, como no estaban alumbradas, los merodeadores, los mendigos, los ladrones eran dueños de la ciudad. Se detenía a los transeúntes, se les despojaba, se les daba muerte aun en el Puente Nuevo. —En tiempo de Luis XIV fueron empedradas las calles principales con piedra arenisca, se construyeron a lo largo de las orillas del Sena muelles para impedir las inundaciones. Se colgaron para alumbrar las calles 6.000 reverberos con luces. Pero las calles siguieron siendo muy estrechas, sin aceras, muy mal cuidadas, y se continuó vertiendo las aguas sucias en los arroyos de ellas y en el Sena.

Las ciudades de Francia permanecían como en el siglo XVI, pobladas sobre todo por artesanos que trabajaban en sus tiendas y vendían los objetos que ellos mismos habían fabricado. Pero el nombre de burgueses se reservaba entonces a los habitantes más ricos (véase capítulo 1).

Los burgueses más ricos imitaban a los nobles. Varios incluso usaban escudos de armas y se hacían llamar hombre noble. Como los nobles, llevaban espada e iban en carroza. Sus mujeres empezaban a hacerse llamar, no ya «señorita, sino «señora», como las mujeres nobles. Se hacían seguir de un paje para llevarlas la cola del vestido.

No obstante, la mayor parte de los togados y gentes de letras usaban traje más oscuro, semejante al de los eclesiásticos, y en lugar de cuello, llevaban alzacuello.

Los maestros de oficios eran considerados inferiores a los burgueses, porque ejercían «artes mecánicas». Seguían trabajando ellos mismos en sus tiendas abiertas a la calle, según los antiguos reglamentos. Pero se había hecho cada vez más difícil ser admitido como maestro, porque los maestros reservaban las plazas para sus hijos (véase cap. 1).

La mayor parte de los obreros seguían siendo, por tanto, obreros toda la vida y formaban una clase inferior a la de los maestros. No tenían casi más lujo que algunas piezas de vajilla de plata.