Historia XI:Los partidos

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Entre la asamblea de los Estados de Holanda y el statuder hubo siempre una rivalidad que dividió el país en dos partidos.

El statuder, para aumentar su poder, quería hacer más fuerte el gobierno de la Confederación y acrecer los poderes de la asamblea de los Estados Generales, porque tenía de su parte a la mayor parte de las provincias. —Quería establecer una Iglesia calvinista nacional, dirigida por una Asamblea general que hubiera establecido el régimen calvinista en todas las provincias y prohibido todas las demás sectas. —Quería aumentar el ejército que mandaba y hacer la guerra, para tener ocasión de dar empleos de oficiales y de dirigir las expediciones.— Tenía, pues, interés en destruir la constitución de la república y en comprometerla en la guerra con España.

El partido de Holanda, por el contrario, quería mantener el régimen que dejaba a cada ciudad en poder del Consejo, es decir, de las familias burguesas. Quería que cada provincia siguiera siendo independiente, porque Holanda, que era rival de las otras provincias, habría tenido en contra a la mayoría. Mantenía, por tanto, la regla de que para tomar una decisión en los Estados Generales era precisa la unanimidad de las provincias. Así impedía que se constituyera un gobierno fuerte. —En religión, este partido deseaba mantener la Iglesia en cada ciudad bajo el poder de los burgueses, impedir por tanto que se creara una Iglesia nacional. Deseaba evitar la agitación religiosa, era por tanto partidario de la tolerancia.— No quería permitir que se aumentase el ejército, que daba demasiado poder al statuder. No amaba la guerra, que era un impedimento para el comercio de Holanda. Su interés estaba consiguientemente en mantener la constitución y la paz.

Los dos partidos tenían dos políticas enteramente opuestas. El partido orangista era monárquico, centralizador, calvinista, intolerante, partidario de la guerra.— El partido holandés era republicano, particularista, partidario de la tolerancia religiosa y de la paz.

El partido orangista tenía a su favor todas las provincias. En la misma Holanda contaba con toda la ciudad de Harlem, y en las otras ciudades con la mayor parte de la población, los soldados, los marinos, los pastores y la masa del pueblo, todos, por razones distintas, descontentos de la alta burguesía que gobernaba.

El partido holandés no tenía a su favor más que los burgueses ricos y los comerciantes de las ciudades de Holanda. Estaba por tanto en muy pequeña minoría. Pero tenía la ventaja de conservar el poder, y para quitárselo era preciso una revolución.

La asamblea de los Estados Generales se reunía en La Haya, en Holanda. El Pensionario de Holanda asistía las sesiones de los Estados Generales. En esta asambla los asuntos se discutían muy lentamente, pues las provincias, por desconfianza, tardaban en decidirse, y antes de cadaa votació los enviados consultaban a su provincia. Por el contrario, la asamblea de los Estados de Holanda se reunía antes de cada sesión de los Estados Generales, y, cuando los otros diputados llegaban, los de Holanda habían decidido ya. La igualdad era mantenida en principio; cada provincia presidía a su vez durante una semana; pero de hecho los Estados Generales seguían las decisiones de los holandeses. El Gran Pensionario de Holanda recibía a los enviados de los países extranjeros y conferenciaba con ellos, y por los extranjeros era considerado como el jefe de la diplomacia de las Provincias Unidas.