Historia VIII:Rompimiento entre Enrique III y la Liga

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Capítulo 8 – Luchas interiores en Francia
Rompimiento entre Enrique III y la Liga

de Charles Seignobos


Francia se encontró dividida en tres partidos. Los ligueros católicos eran dueños del Norte y del Este- los calvinistas tenían el Sudoeste-, el resto del reino era realista. La suerte de Francia dependía del rey de España. Felipe II enviaba contra Inglaterra a la Invencible. El duque de Guisa, de acuerdo con él, debía sorprender a Enrique III en París, conservarle prisionero y gobernar en su nombre.

Enrique III, inquieto, hizo penetrar 4.000 infantes suizos en los arrabales de París y prohibió a Enrique de Guisa ir a la capital. El duque, que se entendía con Catalina, llegó a pesar de la prohibición y entró de noche en la ciudad (9 de mayo).

Al día siguiente, cuando salió por las calles, la muchedumbre acudió a su paso gritando «¡Viva Guisa!». Llegó al Louvre, donde moraba el rey. Enrique III le recibió pálido de coraje. «Os había hecho advertir, dijo, que no vinierais». El 14 de mayo, el de Guisa volvió al Louvre con una escolta de 400 caballeros, y pidió al rey que despidiese a sus consejeros e hiciera la guerra a los herejes. Por la tarde, Enrique III ordenó a los suizos entrar en París.

Al día siguiente por la mañana (12 de mayo), los suizos entraron y ocuparon varias plazas. Los parisienses, furiosos, tomaron las armas, tendieron las cadenas que cortaban las calles, y con barricas llenas de tierra hicieron, en las calles, atrincheramientos que se llamaron barricadas[1]. Atacaron, lanzando piedras y disparando arcabuces, a los suizos acampados en las plazas, donde se les había dejado sin víveres desde por la mañana. Los suizos habían recibido orden de no servirse de sus armas contra el pueblo, no osaban defenderse y se arrodillaban. Algunos fueron muertos. Asustado el rey, envió a rogar al duque de Guisa que salvase a sus suizos. El de Guisa salió con perpunte blanco y una varita en la mano, y ordenó al pueblo que dejase marchar a los suizos.

Al día siguiente (13 de mayo),Enrique III envió a su madre Catalina a negociar con el de Guisa. Los curas decían en el púlpito que había que «ir a coger en su Louvre a Enrique de Valois» (ya no se llamaba el rey). Los frailes y los estudiantes de teología se disponían a acometer al Louvre. Enrique III salió de este palacio como para ir de paseo. Pasó por el jardín de las Tullerías (que entonces estaba fuera de París), montó a caballo y huyó a Chartres.

La Jornada de las barricadashabía indispuesto definitivamente al rey con la Liga. Enrique III, no sintiéndose bastante fuerte, aparentó reconciliarse con el de Guisa. Lo nombró «lugarteniente general del reino», juró acabar con los herejes y convocó los Estados Generalesen Blois. Los diputados elegidos fueron casi todos partidarios de la Liga.

Pero se supo la destrucción de la Invencible (véase La destrucción de la Invencible). Enrique III ya no tenía que temer a los españoles, y se decidió por el asesinato de su enemigo el duque de Guisa. La corte estaba en el castillo de Blois, donde se reunían los Estados. El de Gusia y su hermano el cardenal habían ido a Blois. Una mañana, el rey avisó al duque para que acudiera a su gabinete. Los caballeros de su guardia, llamados los Cuarenta y Cinco, le esperaban con puñales ocultos bajo las capas. El duque entró, se lanzaron sobre él y le apuñalaron. El Cardenal fué encerrado y muerto al día siguiente. Enrique III fué a decir a su madre: «Ahora soy otra vez rey de Francia, he mandado a matar al rey de París». —Catalina respondió: «No está todo en cortar, hay que coser».

El Asesinato del duque de Guisa dió lugar a una guerra civil. La mayor parte de las ciudades del Norte se sublevaron contra el rey. El duque de Mayenne, hermano del de Guisa, fué dueño de París. Los predicadores decían en el púlpito: «Ya no tenemos rey». Los doctores en teología de la Sorbona manifestaron que el pueblo estaba desligado del juramento de fidelidad a Enrique y tenía derecho a sublevarse para defender la Iglesia católica romana.

Enrique III, refugiado en Tours con una pequeña tropa, se decidió a llamar al rey de Navarra. Este entró en Tours con un ejército calvinista, en el momento en que los de la Liga acababan de apoderarse de un arrabal de la ciudad.


Referencias

  1. La palabra se ha aplicado desde entonces a toda fortificación improvisada hecha para interceptar una calle.