Los católicos, grandemente irritados por este edicto, se pusieron de acuerdo para impedir su ejecución. Formaron en picardía una «unión católica» para que el Príncipe de Condé no ocupase el gobierno de la provincia. Se hicieron uniones semejantes en otras provincias, luego se fusionaron en una sola que se la llamó la Santa Liga.

Los miembros, llamados ligueros, juraban mantenerse dispuestos y armados para sostener la religión católica e impedir que se celebrara públicamente en otro culto. El jefe del partido católico, el duque de Guisa, lo fué de la Liga.

Se reunieron los Estados generales en Blois (1576-1577). Los diputados fueron ligueros, y pidieron al rey que prohibiese el culto protestante.

Enrique III se encontró entre dos partidos opuestos.

Quiso ponerse del lado del más fuerte, entró en La Liga y se declaró su jefe (1577). Luego hizo la guerra a los protestantes.

Se peleó sobre todo en el Oeste. Pero las calvinistas, que ya no tenían dinero, no lograron reunir un verdadero ejército. Los soldados no se alistaban más que para el pillaje del país. En Montagu, en el Poitou, los protestantes quisieron alistar una guarnición prohibiendo el saqueo de la campiña, y no se presentaron más que treinta hombres. Se decidió entonces permitir el pillaje y acudieron 1.400.

Por ambas partes los soldados, convertidos en bandidos, incendiaban las aldeas y torturaban a los moradores, los encerraban en cofres, hacíanles morir de hambre, les apretaban la cabeza con una cuerda. Los aldeanos no pudiendo dedicarse al cultivo, no tenían que comer. Se alimentaban con botellas, con helechos, con máscaras de nueces machacadas. Las ciudades se llenaban de mendigos, las gentes, mal alimentadas, morían de epidemias.

Enrique III no deseaba exterminar a los protestantes, por temor a hacer demasiado poderoso al duque de Guisa.- El rey de Navarra, Enrique, jefe del partido protestante, trataba secretamente con el Rey católico de España. El embajador español escribía: «No es buen calvinista, ni será jamás católico, es ateo...». Felipe II esperaba que Enrique de Navarra se convirtiera por interés.

En medio de ésta confusión, murió el dique de Anjou (1584). Ya no quedaba ningún príncipe de la familia de los Valois, el heredero de Enrique III era a la sazón Enrique de Navarra.

Enrique no sólo era hereje sino relapso, porque después de la noche de San Bartolomé había sido católico por fuerza, y más tarde había vuelto al protestantismo. Muchos católicos no soportaron tenerle por rey, y entraron en masa en la Liga, que llegó a ser muy poderosa. En París, y en casi todas las ciudades del norte de Francia, los habitantes que se negaron a entrar en ella fueron tratados como malos católicos, muchas veces incluso amenazados de muerte. En París, los parisienses se organizaron en compañías armadas.

Los príncipes de Guisa firmaron entonces un tratado secreto con el Rey de España. Se comprometieron a excluir del trono a todo príncipe hereje relapso, y a reconocer como heredero de la Corona al viejo cardenal del Borbón, Carlos, tío de Enrique de Navarra. Hicieron que se sublevasen todas las provincias del Norte de Francia.

Enrique III, que carecía de ejército, renunció a resistir. Dió al duque de Guisa el derecho de mandar tropas. Prohibió celebrar el culto calvinista y ordenó a todos los protestantes convertirse en el plazo de seis meses.

El Papa, en bula solemne, excomulgó al rey de Navarra y le declaró incapacitado para suceder en el reino de Francia (1585).

Catalina de Médicis, ya vieja, se entendía con Felipe II, Trabajaba por su nieta, que había casado por el duque de Guisa. Se empezaba a hablar de hacer al duque de Guisa rey de Francia.

Enrique de Navarra atacado a la vez por la Liga y por el rey, se defendía penosamente en el Sudoeste. Pidió auxilio a la reina Isabel y a los príncipes protestantes de Alemania. En 1587 llegó un ejército de caballeros alemanes, pero tenían que atravesar Francia para unirse al ejército calvinista en la Gascuña. Enrique III trató de desembarazarse a la vez de los jefes de los dos partidos. Envió su mejor ejército, mandado por su favorito, el duque de Joyeuse, al Mediodía, para acabar con el rey de Navarra.- Envió al duque de Guisa con una tropa insuficiente contra el ejército Alemán. Pero fracaso su combinación.

Enrique de Navarra, apostado en Coutras, esperó el ataque de la caballería del rey. Había puesto arcabuceros a pie entre las filas de sus jinetes. Los jinetes de Joyeuse cargaron. Al llegar, cansados por haber tenido que atravesar tierras labradas, fueron recibidos a quince pasos con una descarga de los arcabuceros que los puso en desorden. Enrique se lanzó sobre ellos con sus jinetes. Joyeuse fué muerto y su ejército destruído. Era la primera victoria lograda por los calvinistas (1587).

En la Champaña, los jinetes alemanes llegaban dispersos. El duque de Guisa los sorprendió en dos combates y los derrotó, Cuando volvió a París, la multitud le llamó «Salvador de Francia». Los predicadores decían en el púlpito: «Saúl ha matado 1.000 y David 10.000».(Saúl era el rey; David, el duque de Guisa). Enrique III se irritó mucho.