Historia VIII:Formación del partido calvinista

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Capítulo 8 – Luchas interiores en Francia
Formación del partido calvinista

de Charles Seignobos


Catalina intentó atraerse a los partidarios de la reforma de la Iglesia celebrando una asamblea en la que se discutieran sus doctrinas, y convocó el coloquio de Poissy. Tuvo lugar en el sitio así llamado, en un convento, en presencia del rey y de la Corte (septiembre de 1561). Acudieron teólogos de los dos partidos: por parte de los católicos, el cardenal de Lorena, el general de los jesuítas, y unos cuarenta obispos; por la de los calvinistas, Teodoro de Bèze, que representaba a Calvino, y unos treinta predicadores. Se celebraron dos sesiones.

En la primera, Teodoro de Bèze explicó los puntos de doctrina en que calvinistas y católicos estaban de acuerdo, luego aquéllos en que diferían. Hablando de la comunión, dijo que «el cuerpo de Cristo está tan lejos de la hostia como el cielo lo está de la tierra». Los obispos y el general de los jesuítas se escandalizaron gritando que había blasfemado. Pidió un plazo para responder.

En la segunda sesión, el cardenal de Lorena refutó la doctrina de los calvinistas. Bèze respondió hablando de los obispos que se enriquecían a costa de la Iglesia. El Cardenal se creyó aludido y se incomodó. Nombráronse delegados para redactar una doctrina común acerca de la comunión, pero no fué posible ponerse de acuerdo.

Los calvinistas, alentados por el apoyo de la reina, tenían sus asambleas de culto en los arrabales de París. Un día que estaba reunida una de ellas cerca de una iglesia, en el arrabal de San Marcelo, los sacerdotes de la iglesia mandaron tocar las campanas, tan fuerte que no se podía oír el sermón. Los calvinistas enviaron a rogar que tocasen más flojo. Hubo disputa, se peleó, los sacerdotes cerraron la iglesia y tocaron a rebato. Los católicos acudieron armados; pero los protestantes, que eran los más fuertes, rompieron la puerta del templo.

Dentro encontraron mortalmente herido a uno de los que habían enviado. Saquearon entonces la iglesia y derribaron las imágenes. Al día siguiente, los católicos fueron a quemar los bancos de los protestantes, e iban a hacer lo mismo con la casa cuando los detuvo la policía.

Catalina, para impedir las violencias contra los protestantes, promulgó el edicto de enero de 1562. Concedía el derecho de celebrar el culto calvinista públicamente en todas partes, excepto en las ciudades fortificadas. Los predicadores calvinistas empezaron entonces a predicar en los huertos o en las granjas. Lo hacían en francés y obligaban a que en francés se cantasen los Salmos. Hablaban contra los abusos de la Iglesia (que el Concilio de Trento no había corregido aún). En varios sitios fueron golpeados o aun muertos, pero atraían a muchas gentes y realizaban conversiones.

Los jefes del partido católico se inquietaron. El duque de Guisa se puso de acuerdo con el condestable de Montmorency y el mariscal de Saint-André. Se les apellidó los triunviros. El duque de Guisa fué luego a Alsacia, a Saverne, para intentar ponerse de acuerdo con los príncipes luteranos de Alemania en contra de los calvinistas de Francia.

A la vuelta, llevando consigo sus criados con armas y una tropa de soldados, pasó por delante de la pequeña ciudad de Vassy, en la Champaña. Una reunión de burgueses y aldeanos asistía a los oficios calvinistas del domingo en una granja, cerca de la iglesia. Las gentes del duque fueron delante de la puerta, quizá por curiosidad, para presenciar una prédica de hugonotes. Disputaron con los protestantes, que los llamaron papistas. Fuéronles lanzadas piedras, y ellos amenazaron con matar a todos. Los calvinistas, asustados, cerraron las puertas de la granja. El duque llegó con sus gentes. Según los relatos de los católicos, fué recibido a pedradas y su sombrero cayó al suelo. Sus soldados derribaron las puertas, entraron en la granja y a tiros de pistola o de arcabúz mataron 60 personas e hirieron a más de 200, hombres, mujeres y niños. Tal fué la matanza de Vassy.

En Sens, había un centenar de calvinistas y fueron degollados. En París, fueron saqueadas las casas de los ricos protestantes. En Tours, se tuvo a los protestantes encerrados tres días sin darles de comer, luego fueron llevados a orillas del Loire y asesinados.

En las comarcas donde los calvinistas abundaban, se hicieron dueños de las ciudades. Manifestaron que querían mantener el edicto que les concedía la libertad de su culto. Decían que el rey y la reina estaban prisioneros en París y que querían libertarlos. Degollaron a algunos católicos, sobre todos sacerdotes. Saquearon las iglesias y destruyeron los altares, los crucifijos, los ornamentos, las reliquias, los cuadros y las estatuas de los santos que denominaban ídolos, lo cual parecía entonces un sacrilegio peor que matar hombres.