XLII

¿Me preguntas por qué mi verso es rudo?

¿por qué no exhalo rimas melodiosas?

¿por qué mi labio permanece mudo

cuando te miro? ¡oh, sol de las hermosas!


Porque cuando el Dolor hinca los dientes

en el pecho, y rencores infinitos

muerden el corazón como serpientes...

no puede dar el alma... sino gritos.