VIII

¿Has contemplado, a lo lejos,

al sol que, paso a paso,

va descendiendo al ocaso

con su manto de reflejos,

cómo por lúgubres huellas

deja, en su triunfal descenso,

cubierto el espacio inmenso

de crespones y de estrellas?


Así, niña, es el amor:

como el sol, paso entre paso,

cuando desciende a su ocaso

y no da luz ni calor,

en el corazón herido,

nos deja, en triste quebranto,

¡por astros, gotas de llanto,

y por tinieblas, olvido!