IX

Niña: ese pelo se cae

y esas pupilas se enturbian

y esos labios palidecen

y esas mejillas se arrugan;

esos dientes se carían,

ese alto seno se enjuta,

esas espaldas se encorvan

y esa frente se deslustra.


Las manos blancas y tersas

tórnanse ásperas y duras;

los pies se tuercen, la carne

se ablanda y pierde su albura.

Por eso nunca te alegres

de ser bella; porque nunca

las hermosas han dejado

de tornarse, al fin... en brujas.


Y además, de una vez sabe

que toda humana hermosura,

no es más... no es más que un bocado

que va al vientre de las tumbas.