LXVI

La ramera lloraba... y se reía

con una de esas risas espantosas,

con una de esas risas que podrían

espantar a los muertos en sus fosas.


Acababa de dar a luz, y en tanto

que alguien le preguntaba quién sería

el padre de aquel ser... llena de espanto,

la ramera lloraba... y se reía.