L

Tanto me odias, me aborreces tanto,

que pienso que algún día

irás al camposanto

a hollar la hierba de la tumba mía.


Ojalá... nada importa que furiosa

pises allí sobre mi cuerpo helado:

con tu pie, diminuto y delicado,

perfumarías la hierba de mi fosa.


¿Sabes lo que me aterra

de la muerte y me espanta?

–No estar a flor de tierra,

entonces, ¡ay! para besar tu planta.