CXXV

Los amigos dijéronme: –¿Qué tienes?...

–¡Mudo y pálido vienes!

–¡Pareces un fantasma!

–¡Estás más blanco

que un cadáver!

–Ven, siéntate, en la vía

hay mucha gente...

–Ven, aquí hay un banco.


Yo, lívido, temblaba como un reo.

¡Ay, ninguno sabía

que a mi lado pasabas aquel día,

como nunca, gentil, por el paseo!


... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...


Ni saben todavía,
por qué pierdo el color... ¡cuando te veo!