Gonzalo Fernández de Córdoba (Retrato)
EL GRAN CAPITÁN.
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La vida de los Héroes debe sin duda escribirse con todas sus circunstancias, para que cada una de ellas sirva de lección á los vivientes. ¡Quantas subministraría la del Gran Capitán para los Políticos y Militares! Pero hallándose ya escrita extensamente, solo nos pertenece dar una ligera idea de este célebre Guerrero, apuntando los principales acontecimientos de su vida. Nació D. Gonzalo Fernandez de Córdoba, segundo de su ilustre casa, año de 1453 en la Ciudad de Córdoba; y deseando añadir nuevo esplendor á su familia, llevado de su generoso espíritu, dió principio á sus hazañas valerosas en la guerra contra los Portugueses, mostrando después su ardimiento y zelo quando le aclamó por su libertador la misma Roma. Las encrespadas sierras de Granada fuéron tambien teatro de nuevos triunfos, en donde rindió al poder y cetro de los Católicos Reyes Isabel y Fernando no pocas plazas. Puesto á la cabeza del exército que este Soberano envió á Nápoles, entonces fué quando su pericia, su prudencia, su valor y su sagacidad manifestaron al orbe que resucitaba en él otro Julio Cesar. Entonces fué quando su incansable desvelo puso á los Tercios Españoles en tal grado de disciplina, ya para resistir con firmeza el choque del enemigo, ya para atacar con indecible ardimiento, que llegó á ser nuestra Infantería el terror de Europa; pues unido su natural arrojo á las ventajas que la daba la formación y diestras evoluciones, no había obstáculo que no sobrepujara. Apoderóse de Tarento por capitulación; y venciendo con su prudencia y constancia las indecibles dificultades que le presentaban, ya las circunstancias mismas de una guerra tan difícil, y ya la insolencia de algunos oficiales descontentos del exército, llegó á ponerse al frente de las tropas Francesas, que no pudiendo retirarse, se vieron obligadas al trance de una batalla. Quedó vencedor Gonzalo; y de resultas se halló dueño de Nápoles, asaltando á viva fuerza los castillos, en el año de 1503. Entróse á saco la plaza; y viendo que algunos Soldados estaban desabridos por lo poco que les había tocado, les dixo: Id, y cargad con cuanto á mi me cupo. Preparóse la Francia con nuevas tropas para reparar su pérdida; y advirtiendo Gonzalo algún descaecimiento en las suyas, que eran ya muy inferiores en número, se atrincheró con ellas, diciendo á los oficiales: Mas quiero hallar mi sepultura ganando un palmo de tierra, que prolongar mi vida retirándome. Esta firmeza de ánimo le valió para vencer á sus enemigos poco á poco, y para asegurar luego la posesión del Reyno de Nápoles al Rey D. Fernando, que le hizo en conseqüencia su Condestable. En medio de estas glorias vio este Héroe atreverse á su honor la envidia de sus émulos; la qual logró sembrar tantos rezelos en el corazón del Rey, qoe le obligaron á partir en persona para Nápoles, y traerse á España al Gran Capitan, creyendo que su poder aspiraba al cetro de aquel Reyno. Consternado con un golpe tan sensible, se retiró á Loxa; y pasado algún tiempo, acabó en Granada su vida en 2 de Diciembre año de 1515 á los sesenta y dos de su edad, y se enterró en el Monasterio de S. Gerónimo, donde se ve su sepulcro. Guerrero ilustre en quien se vió competida su generosidad con su valor, cuyas hazañas, pericia militar, y general reputación le adquirieron el singular renombre de Gran Capitan, y cuya probidad de vida y costumbres le acreditó de piadoso. Su entereza, precisa circunstancia de un General, se vió en la serenidad con que toleró las inquietudes de algunos de sus súbditos, y en el debido rigor con que castigó su atrevimiento. Honró su mérito Luis XII de Francia quando al pasar por aquel Reyno, le tuvo á comer á su mesa, tratando largo tiempo con él de diversas é importantes materias. Retirado de la Corte y sus manejos, á pesar de sus desayres, conservó su corazón el mismo amor y la misma lealtad á su patria y su Rey; y á pesar de sus fatigas y de su avanzada edad, no pudo resistirse á tomar las armas como simple Soldado baxo las órdenes del Conde de Tendilla en la rebelión de los Moriscos, siendo el primero que en la sorpresa de Guejar entró a viva fuerza en el barrio de abaxo. Así lo dice D. Diego de Mendoza: y esta hazaña solo la sabrá ponderar quien se haya visto vivamente resentido de alguno, y halle luego la ocasión de favorecerle. Finalmente el mismo Cárlos V quando supo la nueva de la muerte del Gran Capitán, manifestó su sentimiento escribiendo el pésame de su puño con generosas ofertas á la ilustre viuda de aquel Héroe Duquesa de Terranova.