—Ilusiones... Ilusiones... Ilusiones... De eso se vive ¡y qué! Es lo único que poseemos; el que nos arrebata ese capital es más ladrón aún que el que acecha al caminante para asaltarlo en la encrucijada.
¿Que nos creemos fuertes, dices, y la primera prueba terrible nos doblega? ¡Bueno! Hemos tenido entonces la ilusión de nuestra fortaleza, y esto es, casi, un equivalente; es tener algo.
¿Que el filósofo dice: la felicidad no existe; el hombre solo puede aspirar sobre la tierra á una tranquilidad relativa? Bien. Pero si no podeis darnos nada, dejadnos, al menos, la ilusión de la felicidad.
¿Que nos consideramos honrados, exentos de culpa y no hay un hombre que no haya pensado en el mal de su enemigo? ¡Oh! no lo lamenteis. ¡Mejor! Pensad en la enormidad de séres que alientan asesinados solo. imaginariamente.
¿Que el hombre vive pocos días y estos días son malos? ¿Si? Pues imagínate que completáramos la frase de Job diciendo: un año es igual á otro año; este igual anterior; el que viene igual á este. ¿Qué tendríamos? ¿Quieres decírmelo, filósofo pesimista? Una cantidad negativa que agregar á nuestra insignificancia; ¿verdad? ¡Vaya un resultado!
Larra ha dicho: «el corazón del hombre necesita creer en algo; y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer».
Dadme una verdad. Una sola ...