Fundación de Roma - Rómulo

El Museo universal (1868)
Fundación de Roma - Rómulo
de Casimiro Franquelo y Romero

Nota: Se ha conservado la ortografía original.

De la serie:

HISTORIA.

FUNDACION DE ROMA.

RÓMULO.

Prócas, hijo de Aventino y que le sucedió en el mando de la populosa ciudad de Alba la Larga, tuvo dos hijos, Númitor y Amulio. Al morir dejó el trono á Númitor, su hijo primogénito; pero la ambición de Amulio no respetó ni la ultima voluntad de su padre, ni los derechos de la primogenitura. No contento con destronar á su hermano, para colino de iniquidad hizo perecer á su sobrino Egesto, según dice Dionisio de Alicarnaso en su Roma y sus varones célebres; también quiso matar á su sobrina Rea Silvia, hermana de Egesto, y sólo á ruegos de su hija Auto la dejó con vida, pero la hizo sacerdotisa de Vesta, bajo el protesto de honrarla, aunque su objeto verdadero era quitarle toda esperanza de posteridad.

A pesar de todas estas precauciones, la Vestal fue madre de dos gemelos, cuyos nombres fueron Rómulo y Remo. Algunos autores dicen que el mismo Amulio fue el padre de estos dos niños, pero Rea declaró que Marte la había violentado, sea que ella se lo figurase asi, ó sea para cubrir su acción, que sin la autoridad de un dios hubiera sido mirada como un sacrilegio y castigada con la muerte.

Pero según nos dice Tito Livio, ni los dioses ni los hombres la pusieron al abrigo de la crueldad del rey, que mandó encerrarla y cargarla de cadenas en uní prisión, y que los niños fuesen arrojados al Tiber.

Por una feliz circunstancia—y decimos feliz, porque sin ella es muy probable que no existiera la capital del mundo católico—este rio, entonces desbordado, hacia de los campos vecinos lagunas enormes que no permitían llegar á su orilla: los encargados de matar los niños, creyeron que perecerían igualmente en este agua pantanosa y cuando llegaron al primer paraje inundado, los pusieron con su cuna en aquel lugar, creyendo haber cumplido fielmente las órdenes de su soberano.

Dicese que las aguas, después de haber sostenido algún tiempo la cuna, como frágil barquilla que se balancea á merced de las olas, la dejaron en tierra al retirarse, y que una loba que bajó de la montaña para refrescar sus fauces, acudió á los gritos de los dos infantes y les presentó sus pechos para amamantarlos, y que un ave de la montaña les daba el alimento con su mismo pico. Fáustulo, intendente de bis ganados del rey, fue testigo de esta aventura y vió con admiración á la loba acariciar y alimentar á los niños como si fuesen sus cachorros y que ellos admitían su pecho como si fuese su madre. Había cerca de este sitio tina higuera silvestre á la que dieron el nombre da Higuera Ruminal, bien á causa de Rómulo como juzgan los mas, bien por los ganados que allí pastaban y que iban á reposar bajo su sombra, ó mas bien á causa de que estos dos niños fueron allí alimentados; porque los antiguos latinos para nombrar el pecho decían Ruma, y aun hoy se da el nombre de Rumina á una casta diosa que se dice preside el nacimiento de los niños.

Tácito aseguraba que esta higuera subsistía después de ochocientos años.

Fáustulo, admirado de tan asombroso prodigio, llevó los niños á su aprisco y los envió á su mujer Acca Laurencia, para que los educase. Algunos autores pretenden, y entre ellos Tito Livio, que las faltas de esta mujer, á quien presentan como una cortesana impúdica, le habían hecho dar por los pastores el nombre de loba, lo cual ha dado lugar á este fabuloso relato.

Sea como quiera, lo cierto es que Rómulo y Reino fueron alimentados y criados. Desde su mas tierna infancia cierto aire de nobleza y magestad que aparecía en sus personas, unido á una estatura estraordinaria, parecían indicar su elevado nacimiento. Plutarco dice que fueron enviados á Gabies para aprender las letras y todo lo que deben saber los niños de tan elevada alcurnia. A proporción que avanzaban en edad, crecían en atrevimiento y valentía, y no bahía peligro que no fuese inferior á su intrepidez y arrojo; pero Rómulo escedia á su hermano en entendimiento y conducta, y en cuantas ocasiones acudían á él los demás pastores para arreglar las diferencias de los pastos, ó de la caza que ocurrían entre ellos,— y que serian bastante frecuentes—todas las soluciones que daban á estas disidencias, demostraban claramente que habían nacido mas bien para mandar que para obedecer. A pesar de su superioridad, hicieron vida común con los demás pastores viviendo del trabajo de sus manos.

Cansados de esta vida, los dos hermanos abandonaron el cuidado de los ganados y la vida desidiosa de los pastores para dedicarse á la caza en las florestas de las cercanías, y no contentos con atacar á las bestias feroces, caian sobre los ladrones, les quitaban su botin y lo distribuían entre los pastores.

De dia en dia una multitud de hombres sin casa ni hogar, y todos los esclavos á quienes sus dueños daban ocasión de rebelarse, engrosaban sus tropas, y se vieron en estado de tener asambleas y de celebrar juegos.

Un dia que solemnizaban en el pais la fiesta de los Lupercales, establecida por Evandro, algunos ladrones que buscaban la ocasión de vengarse de los dos hermanos, vinieron al cabo á sorprenderlos; Rómulo se libró de sus manos, pero Remo fue sujetado y conducido á presencia del rey. Como acusaran, entre otros varios crímenes, á él y á su hermano, de hacer sus correrías y robos á la cabeza de una tropa de vagabundos en los terrenos de Númitor, Amulio le envió al acusado Remo, á fin de que este príncipe se hiciese justicia por sí mismo.

Fáustulo no ignoraba que los niños que él habia encontrado junto al Tiber eran los hijos de Rea Silvia, pero esperaba un momento favorable para revelar este misterio.

Númitor hizo llevar á Remo á su presencia, y notando la aventajada estatura de aquel jóven que en arrojo y fuerza escedia á todos, admirado de su firmeza y atrevimiento, y sabiendo que tenia un hermano de su misma edad, (entonces contarían unos 18 años) lo asaltó la sospecha de sí serian sus nietos, y con el fin de averiguarlo, empezó á hacerle preguntas con dulzura y moderación, á las que Remo respondió sin titubear:

«No te ocultaré cosa alguna de lo que me preguntas, porque me pareces mas digno de ser rey que tu »hermano, pues te enteras antes de castigar, y él condena sin oír. Nosotros siempre hemos creido que «éramos hijos de Fáustulo y de Laurencia, pero despues que nos han acusado ante tí y que nos hemos «visto en la precisión de defender nuestras vidas con las armas, hemos oido de nosotros cosas maravillosas, cuya certeza depende del éxito que tenga el «peligro en que me veo. Se dice que nuestro nacimiento fue milagroso, pero nuestra crianza no lo fue «menos, porque las aves y las fieras, á las cuales nos «habían entregado, han sido únicamente quienes nos »han criado. Una loba nos dio el pecho y un pico-verde «cuidó de alimentarnos con migajuelas que nos ponia en la boca. Se guarda la cuna en que fuimos «espuestos á las orillas del Tiber, la cual está forrada «con planchas de cobre, donde se ven caractéres confusos, que tal vez serán para nuestros padres señales de reconocimiento, aunque inútiles después de «nuestra muerte.»

Númitor conmovido por este discurso, y juzgando por la edad de Remo que todo convenia con la desgracia de su adorada hija, no buscó medio de combatir una esperanza que tanto le lisonjeaba, y desde entonces su único pensamiento fue ver á aquella y librarla de la estrecha prisión que aun padecía.

Viendo Fáustulo el peligro que corría Reino, exhortó á Rómulo á que fuese á su socorro y le descubrió el secreto de su nacimiento.

Enterado de todo Númitor, ya no le quedó ninguna clase de sospechas, y abrazando á sus hijos no pensaron mas que en derribar al tirano.

Como Rómulo no tenia todavía bastantes conocimientos para atacar una ciudad, dividió sus tropas en pequeñas partidas y mandó que marchando por diferentes caminos se les reuniesen lodos en un mismo lugar. Muchos de los ciudadanos que odiaban á Amulio por su tiranía, se les unieron.

Rómulo conducía su tropa dividida en compañías de cíen hombres, mandada cada una por un capitán que llevaba pendiente de su pica un manojo de heno, cuyas insignias llamaban los latinos Manípulos, de donde proviene que aun hoy en los ejércitos se llamen manipulares los soldados de una misma compañía. Remo, que habia ganado los ánimos de los de dentro de la ciudad, y Rómulo acercando los suyos, sorprendieron al rey, el cual incierto del partido que debía tomar, ni obró, ni supo resolver cosa alguna que le pudiese librar, y asi fue cogido y muerto en su propio palacio.

Las mas de estas particularidades podrían parecer fabulosas, si no estuvieran confirmadas por Fabio Pictor, por Diocles, que se cree fue el primero que escribió sobre la fundación de Roma, y por Dionisio de Alicarnaso, que dejó magníficos escritos sobre Roma y sus varones célebres.

Calmado todo con la muerte de Amulio, no quisieron Rómulo y Remo quedarse en Alba sin la autoridad suprema, ni tampoco querían usurpársela á su abuelo, á quien ellos mismos habían puesto en el trono.

Despidiéronse de su madre, y resolvieron vivir aparte y edificar una ciudad á la cual pondrían su nombre.

Desde que la ciudad empezó á tomar su primera forma, se levantó un templo al dios Asilo (se cree fuese Apolo) donde se recibía á todos, y ni el señor podía sacar al esclavo, ni el acreedor al deudor ni el juez al sentenciado, y, se sostenía que Apolo habia autorizado aquel lugar por un oráculo en toda forma: de este, modo se pobló bien pronto la ciudad, que al principio sólamente tuvo unas mil casas.

Cuando intentaron fundarla, se promovió un fuerte altercado entre los dos hermanos, sobre el sitio que debían elegir. Rómulo, que habia edificado un fuerte en el monte Palatino, quería que éste fuese el preferido; y Remo, que lo habia edificado en el monte Aventino, (el fuerte edificado por Remo se llamó Remonico) quería que fuese el suyo. Para cortar, esta disputa, dijeron que el que viese mayor número de grajos aquel seria preferido. Remo volvió diciendo naber visto cinco, pero Rómulo dijo haber, visto siete: los soldados se dividieron, diciendo unos que Remo los habia visto primero y otros que Rómulo habia visto mas: con esto vinieron lodos á las manos, quedando Remo muerto en la batalla.

Otros autores dicen que su muerte acaeció de distinta manera: cuando Rómulo estaba abriendo las zanjas para las murallas, dijo Remo con menosprecio: «con la misma facilidad que yo las salto, las saltará el enemigo.» Y las saltó. Entonces Rómulo, lleno de ira, contestó atravesándole el corazón con su espada; « asi perecerá cualquiera que ose imitarlo.»

Todos los autores le critican esta acción, hija no mas que del deseo de reinar sólo y ser el único dueño.

Cualquiera que fuese la muerte de Remo, Rómulo se quedó dueño absoluto de Roma, á la que trató de dar la mayor animación posible, relacionándose con los demás pueblos sus vecinos. Mas como quiera que los habitantes romanos no tenían esposas, ni mujeres algunas que cuidaran de los que hace es domésticos, faltaba la procreación y por lo tanto se hallaba espuesta la ciudad naciente á morir en flor. Rómulo decidió pedir á los Sabinos, por medio de una embajada, mujeres para sus subditos, las cuales fueron negadas por su rey Tacio, fundándose en que Roma mas que,una ciudad era una colonia de bandidos. Sintió Rómulo el insulto, pero lo sufrió resolviendo tomar venganza en la primera ocasión. No tardó ésta en presentársele.

Celebrábanse en Roma unas fiestas al dios Apolo, que prometían ser las mejores de cuantas sé celebraban por aquellos contornos, á las que acudieron casi todos los pueblos de los alrededores, ya con idea de establecer su comercio, ya con la de ver solamente las luchas y carreras de los gladiadores: entre los pueblos que acudieron, el que mayor número de habitantes envió, fue el de los Sabinos, por lo cual Rómulo aprovechó la ocasión para satisfacer su venganza: dió las órdenes oportunas, y cuando mas distraídos so hallaban los Sabinos, viendo una lucha, á una señal de Rómulo los romanos se arrojaron sobre ellos y les arrebataron sus esposas é hijas; intentaron éstos resistir, pero como se hallaban desarmados, tuvieron que ceder á la fuerza, sintiendo la afrenta y jurando volver por ellas ó perecer bajo las murallas de Roma.

Tacio ordenó un ejército con el cual marchó á sitiar á Roma, jurando entrarla á saco y no dejar piedra sobre piedra.

Pero sus murallas, flanqueadas de torres de trecho en trecho y con tres puertas sólamente, eran inespugnables.

La primera de estas puertas, llamada Magonia, estaba situada al pie del Palatino, cerca de un templo de Júpiter Stator; la segunda, Romula, miraba al monte Aventino, y la tercera se hallaba junto á la roca Tarpeya, y se la llamaba Jaunal, á causa de un busto de Juno que la adornaba.

Viendo los sabinos la imposibilidad de tomar á Roma, trataron de entrar fraudulentamente, para lo cual se avistaron con Tarpeya, hija de Tarpeyo, gobernador del Capitolio, la que les prometió franquearles la entrada siempre que ellos les entregasen lo que llevaban al brazo izquierdo, refiriéndose al brazalete de oro de los Sabinos.

Luego que Tacio se hizo dueño de la fortaleza, mandó á sus soldados que arrojasen á Tarpeya todo lo que llevaban en el brazo izquierdo, de lo que él mismo dió ejemplo, tirando su brazalete y su escudo; sus soldados le imitaron, y la doncella quedó oprimida bajo el peso del oro y del acero, muriendo en el acto y siendo enterrada en aquel mismo lugar, que des le entonces tomó su nombre.

Enterados los romanos de que los Sabinos se hallaban dentro de la ciudad, salieron armados á la defensa y se trabó una reñida pelea entre ambos ejércitos, hallándose dudosa gran espacio de tiempo la diosa Victoria sobre quién arrojaría sus laureles.

En esto las Sabinas, esposas y madres de los romanos, é hijas y hermanas de los Sabinos, se precipitaron en medio de las armas, rogando ya á unos, ya á otros, que depusiesen su enojo.

Establecidos los preliminares de la paz, se acordó que Tacio y Rómulo reinasen juntos y gozasen por igual el poder y la soberanía.

Muerto Rómulo, lo divinizaron sus admiradores, como hijo de Marte, bajo el nombre de Quirino, y le levantaron una estatua de oro con la cabeza de bronce.

Casimiro Franquelo y Romero.