FREIRE



Esta figura chilena bien merecería más extensión de la que aquí podemos consagrarle. Soldado, corsario, hombre político, es uno de los héroes de la independencia y uno de los caudillos del partido liberal que más han figurado en las contiendas de Chile.

Nació en Santiago en los últimos años del siglo XVIII, pasó la niñez en Concepción y tomó las armas en clase de cadete en 1811. En la épica lucha de Rancagua era capitán de los dragones chilenos. Después de aquel desastre, en el cual pudieron decir los combatientes de la libertad como Francisco I en los campos de Pavía, que « todo lo habían perdido menos el honor », emigró á la Argentina como la mayoría de sus camaradas. Pero su ardimiento no le permitía esperar con calma la llegada de mejores tiempos. Si otros compañeros suyos permanecieron emigrados desde 1814 hasta 1817, él no tuvo paciencia para aguardar tranquilo á que San Martín organizara su célebre expedición. Mientras llegaba la hora de disputar á los realistas el dominio de la tierra, creyó que podía con más fortuna disputarles la posesión del mar. Al efecto se alistó como simple corsario á las órdenes de un marino tan acreditado como Brown, y éste le confirió el mando de las fuerzas de desembarco que llevaba en sus expediciones. Esta campaña marítima fué gloriosa para Freiré, que supo ganar laureles en algunos desembarcos.

En 1816, cuando supo que San Martín organizaba en Cuyo a expedición destinada á libertar á Chile, se presentó al general argentino pidiéndole un fusil para combatir como soldado. San Martín, que conocía por su fama al oficial chileno, le confió la misión de penetrar en su país por la cordillera de Talca, empresa que realizó con tanta fortuna como valentía. Con cien hombres tomó posesión de Talca derrotando al destacamento que la guarnecía.

Las fuerzas expedicionarias que salvando la cordillera andina cayeron como un torrente sobre los chilenos valles, venciendo á los españoles en Chacabuco y Maipú, tuvieron en el esforzado Freire uno de los más activos auxiliares. No solo distrajo la atención de los realistas por la parte de Talca, sino que más tarde batió completamente al feroz guerrillero Benavides á las puertas de Concepción. Esta victoria le valió una inmensa popularidad y la subida al poder cuando cayó para siempre el general O'Higgins, de quien era adversario.

Los españoles, entre tanto, si vencidos en el continente, mantenían enhiesto su pabellón en Chiloé. Freire los atacó en sus últimos baluartes, dando término á la obra de la independencia con una victoria más. En toda América se mostraron los españoles dignos de su raza: vencidos, abandonados por la metrópoli, sin esperanza de socorro alguno, lucharon con los vestigios de sus hambrientos ejércitos hasta quemar el último cartucho. Las guarniciones de Veracruz, del Callao y de Chiloé dejaron bien puesto el glorioso nombre de su patria, legando á sus descendientes en las nuevas naciones republicanas y libres, el ejemplo de su abnegación al sacrificarse en aras del deber.

El valeroso Freire tomó parte muy activa en las guerras civiles que siguieron á la emancipación. Esta parte de su vida nos daría tema fecundo y materia abundante para completar este capítulo. Pero más que escribir por nuestra cuenta y riesgo, nos conviene extractar lo que dice un compatriota suyo:

« Ramón Freire, después de servir á la patria con decisión y esfuerzo contra sus enemigos, la perturbó grandemente en su constitución y desarrollo. Se mezcló en las revueltas políticas que agitaron á Chile después de la independencia; el ejército que acaudillaba fué vencido en Lircay por las fuerzas que mandaba el caudillo conservador, general Prieto. A la derrota siguió la proscripción del jefe liberal, que vivió emigrado en el Perú hasta 1842.

Su estancia en Lima le valió el ser acusado en Chile de prestarse torpemente á servir de instrumento á los políticos peruanos. Esta acusación tenía su origen en la circunstancia de haber encabezado alguna expedición de aventureros chilenos, sin más objeto que disputar el poder á los que lo detentaban. Fueron vanos todos sus esfuerzos; el partido liberal, haciendo justicia á sus rectas intenciones, le otorgó sus mayores simpatías, mas no secundó sus planes.

Gobernaba en Chile un hombre como Portales, que tenía condiciones de verdadero estadista y era la gran figura del partido conservador chileno. Los esfuerzos de los conspiradores se estrellaron en la decisión, la entereza, la previsión de aquel hombre de Estado, que al fin murió asesinado cobarde y villanamente, pero sin que Freire tuviese parte ninguna en la conjuración que le arrebató la vida. En esta parte se hizo completa justicia el caudillo emigrado, que trabajaba ciertamente contra la paz pública y ambicionaba el poder, no para sí propio sino para su partido, pero no se mezcló nunca en planes homicidas ni en conjuraciones tenebrosas.

Portales, víctima sacrificada á las disensiones intestinas, puso los cimientos de la prosperidad, los sólidos fundamentos del bienestar nacional, con su honradez y economía en la gestión financiera. Se esmeró además en respetar las leyes; se le tuvo por autoritario, solamente por su afán de tener á raya á los conspiradores y por su celo en mantener constante el orden público. Su único error fué no aceptar el sistema federativo defendido por Infante, que era de fijo tan conservador como él, pero tenía un conocimiento más exacto de la ciencia política, de los peligros de la centralización y de la conveniencia de imitar á los Estados Unidos más bien que al Paraguay, á los hombres de Wáshington y no á los jacobinos.

Hemos citado á Portales, por la influencia que tuvo en la vida del general Freire. Éste no pudo hacer nada ni logró la realización de sus intentos, porque se medía con un adversario políticamente superior.

Freire vivió tranquilamente en el seno de su patria desde 1842 hasta su fallecimiento, ocurrido en diciembre de 1851.

Murió de sesenta y cuatro años.

Algún tiempo después se abrió una suscripción para elevarle una estatua; la suscripción se llevó acabo con resultado lisonjero, y la figura en bronce del denodado Freire figura hace tiempo en un paseo de Santiago.