Fiesta cromática en el mar
Desgranamiento de rubíes
y crujidos de seda rosa,
romper de gasas carmesíes
y de púrpura temblorosa.
Ópalos, granas y berilos
en las ondas aurirrizadas,
que a las rocas de duros filos
dejan de luces consteladas.
Sobre los riscos y peñones
se diría que alguien hubiera
volcado las constelaciones
o prendido la Primavera.
El mar, al aúreo mediodía,
es un tapiz de reina asiática;
en él vibra la sinfonía,
la gran sinfonía cromática.
Materialízase un utópico
cuento leído en las Mil y Una;
sobre el divino mar del trópico
pasa en su carro la Fortuna.
La móvil onda dice: ¡Vida!
con femenil volubidad;
del cielo la comba inmedida,
serena; dice: ¡Eternidad!
El pobre espíritu suspenso,
estático y turbado está
frente a las olas y al inmenso
absoluto del Más Allá...
Ya el rojo es pálido... las olas
toman un tinte turquí...
Y ya son mustias amapolas
las que eran rosas de rubí...
Pronto esta fantasmagoría
irá en la noche a fenecer
y será luego, su agonía
un divino palidecer.
Y en el crepúsculo marino,
sobre el azul plafond astral,
¡pondrá una estrella su perlino
punto final!