Facundo (1874)/Notas del autor

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Notas del autor editar

1. No es fuera de propósito recordar aquí las semejanzas notables que presentan los argentinos con los árabes. En Argel, en Orán, en Mascara y en los aduares del desierto, vi siempre a los árabes reunidos en cafés, por estarles prohibido el uso de los licores, apiñados en derredor del cantor, generalmente dos que se acompañan de la vihuela a dúo, recitando canciones nacionales plañideras como nuestros tristes. La rienda de los árabes es tejida de cuero y con azotera como las nuestras; el freno de que usamos es el freno árabe, y muchas de nuestras costumbres revelan el contacto de nuestros padres con los moros de la Andalucía. De las fisonomías no se hable: algunos árabes he conocido, que jurara haberlos visto en mi país.


2. Desde 1845 en que se escribió este libro, hasta la fecha, ha habido en la provincia de San Juan una reacción saludable. Hay hoy un colegio de hombres, otro de señoras; y la honorable Junta de Representantes acaba de declarar la educación primaria para ambos sexos, instituición pública de la provincia. Mas de veinte jóvenes estudian en Buenos Aires, Córdoba y Chile, para dedicarse a las carreras de abogados o médicos. La música y el dibujo se han generalizado notablemente en ambos sexos y los artesanos y otras clases de la sociedad gustan de llevar paletó, tuína, o levita, lo que indica una buena dirección del espíritu público a mejorar de condición. Los hombres de acción han sido anulados por el tiempo y su propia ineptitud, viéndose obligado el gobierno a poner en los empleos personas de viso, que sin ser salvajes , tienen aversión a la violencia y al avasallamiento.


3. 1845.


4. Después de escrito lo que precede, he recibido de persona fidedigna la aseveración de haber el mismo Quiroga contado en Tucumán, ante señoras que viven aún, la historia del incendio de la casa. Toda duda desaparece ante deposiciones de este género. Más tarde he obtenido la narración circunstanciada de testigo presencial y compañero de infancia de Facundo Quiroga, que le vio a éste dar a su padre una bofetada y huirse; pero estos detalles contristan sin aleccionar y es deber impuesto por el decoro apartarlos de la vista.


5. A consecuencia de la presente ley, el Gobierno de la Provincia ha estipulado con S.E. el Sr. general D. Juan Facundo Quiroga los artículos siguientes, conforme a su nota de 14 de setiembre de 1833.

1° que abonará al Exmo. Gobierno de Buenos Aires, la cantidad que ha invertido en dichas haciendas.

2° Que suplirá cinco mil pesos a la Provincia sin pensión de rédito, para la urgencia en que se halla de abonar la tropa que tiene en campaña dando tres mil pesos al contado, y el resto del producto del ganado, a cuyo pago quedará afecto exclusivamente el ramo de degolladuras.

3° Que se le ha de permitir abastecer por sí solo, dando al pueblo a cinco reales arroba de carne, que hoy se halla a seis y de mala calidad y a tres al Estado sin aumentar el precio corriente de la gordura.

4° Que se le ha de dar libre el ramo de degolladura desde el 18 del presente hasta el 10 de enero inclusive y pastos de cuenta del Estado al precio de dos reales al mes por cabeza que abonará el 1° de octubre próximo. - San Juan, setiembre 13 de 1833. - Ruiz Vicente Atienzo.

(Registro oficial de la Provincia de San Juan.)


6. El Sr. Alberdi me suministra este dato tomado de su viaje por Italia.


7. Estos sacerdotes fueron el cura Villafañe de la provincia de Tucumán, de edad de setenta y seis años. Dos curas Frías perseguidos de Santiago del Estero, establecidos en la campaña de Tucumán, el uno de setenta y cuatro años, el otro de setenta y seis.

El canónigo Cabrera de la Catedral de Córdoba, de setenta años. Los cuatro fueron conducidos a Buenos Aires y degollados en Santos Lugares previas las profanaciones referidas.


8. Tengo estos hechos de D. Domingo de Oro quien estaba por entonces al lado de López, y servía de padrino de Rosas, muy desvalido para con aquél en aquellos momentos.


9. El éxito final no ha justificado tan halagüeñas esperanzas. La industria de la seda languidece hoy en Mendoza, y desaparecerá por falta de fomento.


10. Frase vulgar tomada del modo de lavar de la plebe golpeando la ropa; quiere decir que todavía faltan muchas dificultades que vencer.


11. Pueblos de abajo, Buenos Aires; de arriba, Tucumán, etc.


12. En la causa criminal seguida contra los cómplices en la muerte de Quiroga, el reo Cabanillas declaró en un momento de efusión, de rodillas en presencia del Dr. Maza (degollado por los agentes de Rosas) que él no se había propuesto salvar a Quiroga; que el 24 de Diciembre había escrito a un amigo de éste, un francés, que le hiciese decir a Quiroga que no pasase por el monte de San Pedro, donde él estaba aguardándolo con veinticinco hombres para asesinarlo por orden de su gobierno. Que Toribio Junco, un gaucho de quien Santos Pérez decía: hay otro más valiente que yo, es Toribio Junco, había dicho al mismo Cabanillas, que observando cierto desorden en la conducta de Santos Pérez, empezó a acecharlo, hasta que un día lo encontró, arrodillado en la capilla de la Virgen de Tulumba, con los ojos arrasados de lágrimas: que preguntándole la causa de su quebranto, le dijo: estoy pidiendo a la Virgen me ilumine, sobre si debo matar a Quiroga según me lo ordenan, pues me presentan este acto como convenido entre los gobernadores López (de Santa Fe) y Rosas de Buenos Aires, único medio de salvar la República.


13. Tuve estos detalles del malogrado Dr. Piñero, muerto en 1846 en Chile, pariente del Sr. Ortiz, y compañero de viaje de Quiroga desde Buenos Aires hasta Córdoba. Es triste necesidad sin duda no poder citar sino los muertos en apoyo de la verdad.