Facundo (1874)/Apéndice: Proclamas de Facundo Quiroga
Apéndice
editarLas proclamas que llevan la firma de Juan Facundo Quiroga tienen tales caracteres de autenticidad que hemos creído útil insertarlas aquí como los únicos documentos escritos que quedan de aquel caudillo. Campea en ellas la exageración y ostentación del propio valor, a la par del no disimulado designio de inspirar miedo a los demás. La incorrección del lenguaje, la incoherencia de las ideas, y el empleo de voces que significan otra cosa que lo que se propone expresar con ellas, o muestran la confusión o el estado embrionario de las ideas, revelan en estas proclamas el alma ruda aun, los instintos jactanciosos del hombre del pueblo, y el candor del que no familiarizado con las letras, ni sospecha siquiera que haya incapacidad de su parte para emitir sus ideas por escrito.
¿Qué significa en efecto: "Opresores y conquistadores de la libertad:" - "Ninguna revolución es más poderosa que la invocación de la Patria." - "Vengo a haceros partícipes de los auspicios que os extienden las provincias litorales:"-"Elevad fervorosos sacrificios, dictad leyes análogas al pueblo"? Todo esto es barbarie, confusión de ideas, incapacidad de desenvolver pensamientos por no conocer el sentido de las palabras. Es sin duda ingenuo aquel "libre por principios y por propensión, mi estado natural es la libertad," frase que sería una manifestación de la voluntariedad de su espíritu, si tuviese sentido. En las Gacetas de Buenos-Aires se registra un comunicado virulento, obra suya, escrito contra el gobierno, por haber dictado una providencia sobre fondos públicos que menoscababa el interés de los tenedores, siéndolo él de algunos millones. Más tarde, mejor aconsejado dio una satisfacción al gobierno por otro comunicado. Algunas cartas de Quiroga han visto la luz pública; pero creo que como sus proclamas, no merecen conservarse sino como curiosidades y monumentos de la época de barbarie.
La primera de estas proclamas, sin fecha, pertenece sin duda al año 1829, cuando después de haberse rehecho de la derrota de la Tablada vino a San Juan y Mendoza. La segunda está datada de San Luis, de letra manuscrita, y la traía impresa desde Buenos-Aires para irla esparciendo por los lugares de su tránsito. La tercera precedió a la salida del ejército destinado a combatir al General Madrid en Tucumán, y alude a la reciente muerte de Villafañe.
Al pie de un decreto de la Junta de Representantes de Mendoza, en que se permitía circular en la provincia papel moneda de Buenos-Aires, Facundo Quiroga hizo publicar la siguiente posdata, que tiene todos los caracteres de sus anteriores proclamas, la jactancia, el enredo de la frase, y su prurito de aterrar.
"El Infrascripto," dice, "en vista del proyecto de ley que antecede, protesta por lo más sagrado de los cielos y de la tierra, que el papel moneda no circulará en las provincias del interior, mientras él permanezca en ellas, o partidarios de tan detestable plaga pasen por su cadáver, pues que viendo la justicia de su parte, no conoce peligro que lo arredre, ni lo haga desistir de buscarla, como lo hizo por sí solo y a su cuenta en los años 26 y 27, contra todo el poder del Presidente de la República D. Bernardino Rivadavia, cuando quiso ligar las provincias al carro de su despotismo por medio de los Bancos subalternos de papel moneda, y con el santo fin de abrir un vasto campo a los extranjeros para que atrajesen de ellas el dinero metálico.
- "San Juan, setiembre 20 de 1833, Juan Facundo Quiroga."
PROCLAMA
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PUEBLOS DE LA REPUBLICA: Destinado por el General que os dieron los RR. Nacionales, a servir de jefe de la segunda división del ejército de la Nación, ningún sacrificio he omitido por desempeñar tan alta confianza. Los enemigos de las leyes, los asesinos del encargado del poder Nacional, los insurrectos del ejército y sus vendidos secuaces, ningún medio omiten para emponzoñar los corazones y prevenir los incautos que no me conocen. La perfidia y la detracción es la bandera de ellos, mientras la franqueza y el valor es nuestra divisa.
ARGENTINOS: os juro por mi espada que ningún otra aspiración me anima que la de la libertad. A nadie se le oculta que mi fortuna es el patrimonio y el sostén de los bravos que mando, y el día que los pueblos hayan recuperado sus derechos será el mismo de mi silencio y mi retiro. Nada más aspira un hombre que no necesita ni cortejar el poder ni al que manda. Libre por principios y por propensión, mi estado natural es la libertad: por ella verteré mi sangre y mil vidas, y no existirá esclavo, donde las lanzas de la Rioja se presenten.
SOLDADOS DE MI MANDO: El que quiere dejar mis filas puede retirarse, y hacer uso de mi oferta que os hago por tercera vez. Mas el que quiera enristrar la lanza contra los opresores y oprimidos (sic) quedad al lado mío. Los enemigos ya saben lo que valéis, y os tiemblan.
Opresores y conquistadores de la libertad: triunfaréis acaso de los bravos riojanos, porque la fortuna es inconstante; pero se legará hasta el fin de los siglos la memoria de mil héroes que no saben recibir heridas por la espalda.
Oprimidos: los que deseéis la libertad o una muerte honrosa, venid a mezclaros con vuestras compatriotas, con vuestros amigos y con vuestro camarada,
MIS COMPATRIOTAS: Ninguna resolución es más poderosa que la invocación de la Patria anunciando a sus hijos la ocasión de domar el orgullo de los opresores de los pueblos. Había formado la decisión de no volver a aparecer como hombre público; mas mis principios han sofocado tales propósitos. Me tenéis ya en campaña para contribuir a que desaparezcan esos seres funestos que osadamente han despedazado los vínculos entre el PUEBLO Y LAS LEYES.
Las provincias litorales después de un largo sufrimiento de humillaciones muy marcadas en obsequio de la paz y de haber perdido todas esperanzas de una reconciliación fraternal y benéfica que consultase la libre existencia de todas, han puesto en acción sus recursos, para guardar sus libertades, y salvar las vuestras. Fieles consecuentes a la amistad, han jurado, que las armas que han empuñado no las depondrán hasta no dejar salva la Patria, libres y en tranquilidad los pueblo oprimidos de la República Argentina. Los instantes de crisis que apuntan el término de la existencia de los pérfidos anarquistas del primero de diciembre, que os han sumido en los males que os agobian, se dejan sentir ya manifiestamente.
Ejércitos respetables marchan en diferentes direcciones para combatir y destruir en todos puntos a los anarquizadores. El Exmo. Señor Gobernador de Santa Fe, Brigadier D. ESTANISLAO LOPEZ, es el Jefe que manda las fuerzas combinadas de los Gobiernos litorales aliados en perpetua Federación, y que ya están en campaña. Una división de este Ejército a las órdenes del General D. FELIPE IBARRA, se interna a Santiago a engrosar las fuerzas que operan por esa parte; y el Exmo. Señor Gobernador de la Provincia de Buenos-Aires, General D. JUAN MANUEL DE ROSAS, se halla situado a los confines de su territorio por el Norte con un fuerte ejército de reserva. En fin todo anuncia que ya podéis contaros en el número de los HIJOS DE LA LIBERTAD.
Estoy, pues, en campaña, mis amigos, al frente de una División del Ejército combinado, y a las órdenes del Exmo. Señor General en Jefe, para redimiros del cautiverio. Marcho a protegeros y no a oprimiros. Vengo a haceros partícipes de los auspicios que os extienden las Provincias litorales, para aliviar vuestras desgracias; y a serviros de apoyo contra la crueldad y perfidia de vuestros opresores.
No trato de sorprenderos ni de llamaros en mi auxilio; lo primero sería engañaros, lo segundo un insulto a la decisión con que constantemente se han manifestado las Provincias por la causa de la libertad. Esta verdad se encuentra plenamente comprobada en a hecho mismo de que habéis formado tres ejércitos de hombres puramente voluntarios para sostener los derechos de los pueblos, sin haber tenido enganche que os halagase, ni la más remota esperanza del miserable cebo del saqueo; la moral fue vuestra guía, y la seguisteis hasta la conclusión de los dos últimos ejércitos, que fueron tan desgraciados, como feliz d primero. Si bien que vive vuestro amigo,
San Luis, marzo 22 de 1831.
PROCLAMA
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Ministros del Santuario: elevad al Ser Supremo fervorosos sacrificios, y pedidle con la efusión de vuestros piadosos corazones, que suspenda el azote de la guerra fraticida en que yace la República Argentina.
Honorables R. R. de las Legislaturas provinciales: a vosotros toca el deber sagrado de dictar leyes análogas y benéficas al pueblo que os honró con tan alto cargo. La generosidad de los Gobiernos litorales, de esos padres de la República, que sin reparar en sacrificios os han puesto en plena libertad para ejercer vuestras funciones; no entre el estruendo de las armas, sino en el silencio y reposo de la más perfecta tranquilidad.
Jefes militares: respetad y obedeced la autoridad civil; estad siempre en vigilia para sostenerla contra todo aquel que intente derrocarla; este es vuestro deber.
Ciudadanos todos: respetad la religión de vuestros padres y sus ministros, las leyes que nos rigen y las autoridades constituidas. Si así lo hiciereis, seréis felices, y no tendréis motivos de arrepentimiento.
La división auxiliar de los Andes se retira de vuestro territorio, no al descanso de una vida privada, sino a continuar sus tareas contra los enemigos implacables, de la libertad y de las leyes. Ella marchará el frente, pues no conoce peligro que le arredre; se ha propuesto dar libertad a las tres Provincias oprimidas del Norte, o dejar de existir. Ella os deja libre del poder militar de los asesinos del 1° de diciembre; y en esto mismo ha recibido la más grata recompensa a sus débiles esfuerzos. Que las tres provincias de Cuyo se mantengan en unión indisoluble y se sostengan mutuamente contra toda tentativa de los enemigos de su libertad, es la aspiración y el más ardiente deseo del que os habla.
Enemigos de la libertad nacional. Sabed: Que desde el 23 de mayo del presente año, en que tuve pleno conocimiento que vuestros partidarios cometieron el más horrendo, alevoso y negro crimen de asesinar al benemérito General D. José Benito Villafañe, desenvainé mi espada contra vosotros, protesté que la justicia ocuparía el lugar de la misericordia, convencido que los delitos tolerados mil veces han sacrificado más víctimas que los suplicios ejecutados a su. tiempo.
(Hay una manecilla indicadora).TEMBLAD de cometer el más leve atentado. TEMBLAD, si no respetáis las autoridades y las Leyes. TEMBLAD, si no desistís de ese loco empeño de cautivar la libertad de los pueblos, mientras exista
San Juan, setiembre 7 de 1831.