Fábulas en verso castellano/XXXV
Llevaba por las calles un jumento varios tiestos en flor, y el grato aroma que embalsamaba el viento, alrededor juntaba del pollino cuantas narices de goloso olfato hallaba en el camino. Viendo que se le sigue, va y lo toma por él el mentecato, y exclama interiormente: No hay duda que hay aquí muy buena gente, y es conmigo finísima en sus modos. Todos me obsequian, me acompañan todos. La estación de las flores poco dura. Sucede que otro día le cargan a mi burro de basura; y huyendo entonces el fatal encuentro, se vuelve cada cual o se desvía, y en hallando un portal, se mete dentro. Y el animal decía: No se me puede honrar más a las claras: todos, para que marche sin tropiezo, se apartan de mi lado veinte varas. Así vive feliz un arrapiezo de los que dicen diferiencia y buya, porque tiene la suerte de que nada interpreta en contra suya, y todo en su provecho lo convierte.