Fábulas en verso castellano/XXXIV


Cierto lapidario
perdió en un camino
un diamante tosco
y un cristal pulido.
A su camarada
el diamante dijo:
Yo salir espero
pronto de este sitio.
Piedra soy al cabo
de valor crecido:
quien me encuentre, llena
de oro su bolsillo.
El cristal picado
respondiole: Amigo,
mucho es lo que vales;
pero no te envidio.
Tú y un vil guijarro
parecéis lo mismo:
¿Quién, pues, ha de verte,
si te falta brillo?
Unos pasajeros
acercarse miro:
vamos a ver de ambos
quién es preferido.
El cristal lanzaba
resplandores vivos,
y esto a los viajantes
reparar les hizo.
Bájanse a cogerle,
le alzan con cariño,
y entre tanto pisan
al diamante rico.
Y sin ser de nadie
desde entonces visto,
se quedó en el polvo
para siempre hundido.


Méritos ahora
húndense de fijo,
si les falta un poco
de charlatanismo.