Fábulas en verso castellano/XXXIV
Cierto lapidario perdió en un camino un diamante tosco y un cristal pulido. A su camarada el diamante dijo: Yo salir espero pronto de este sitio. Piedra soy al cabo de valor crecido: quien me encuentre, llena de oro su bolsillo. El cristal picado respondiole: Amigo, mucho es lo que vales; pero no te envidio. Tú y un vil guijarro parecéis lo mismo: ¿Quién, pues, ha de verte, si te falta brillo? Unos pasajeros acercarse miro: vamos a ver de ambos quién es preferido. El cristal lanzaba resplandores vivos, y esto a los viajantes reparar les hizo. Bájanse a cogerle, le alzan con cariño, y entre tanto pisan al diamante rico. Y sin ser de nadie desde entonces visto, se quedó en el polvo para siempre hundido. Méritos ahora húndense de fijo, si les falta un poco de charlatanismo.