Fábulas en verso castellano/XXXII
Cuentecillo forjado por deleite parecerá sin duda la contienda, que se trabó en Madrid en una tienda de vinagre y aceite. Despachaba en la calle de Torija líquidos un muchacho madrileño; y otro, según la traza, lugareño, fue por aceite allí con su vasija. -Tú, cara de lechuza, (dijo sin aprensión el forastero) despáchame ligero, lléname bien la alcuza. -Cuando sepas hablar en castellano, (le replicó el hortera) sabrás que lo que tienes en la mano se llama la aceitera. -En toda tierra que garbanzos cría (contestó el provincial enardecido), alcuza siempre ha sido, y alcuza la nombramos en el día. -En tierra (dijo el otro) de garbanzos, corre por aceitera solamente; y quien le ponga nombre diferente, ha nacido entre malvas y mastranzos. El patán en sus trece se mantuvo; le rechazaba el horterilla listo: se incomodaron, y hubo por consiguiente la de Dios es Cristo. A las voces y apodos cachetina siguió larga y furiosa: todo por una cosa que se puede llamar de entrambos modos. Pueril extravagancia es, pero comunísima en el hombre, no poner en disputa la sustancia y reñir por el nombre.