Fábulas en verso castellano/XXII
¡Qué mal (gritó la mona) que estoy sin rabo! ¡Qué mal estoy sin astas! Repuso el asno. Y dijo el topo: Más debo yo quejarme, que estoy sin ojos. No reniegues, Camilo, de tu fortuna; que otros podrán dolerse más de la suya. Si se repara, nadie en el mundo tiene dicha colmada.