Fábulas en verso castellano/XLIX
Cayó en la red del pescador artero un barbo jovencito. ¡Allí fue trabajar el prisionero para romper el cáñamo maldito! Chupa, muerde, batalla, deshilacha el torzal, quiebra una malla, y al fin se libra del peligro fiero. -¡Caramba! (prorrumpió) ¡de buena escapo! Viviré en adelante sobre aviso. Quien me pesque otra vez, ya ha de ser guapo. Mas una cosa de comer diviso, que a merced de las olas sobrenada, por un hilo sutil a un palo atada. Es, si no me equivoco, pan, y buena ración; pues me la emboco. Tírase al cebo el pez sin más recelo, y al salir de la red, tragó el anzuelo. Así, con sus propósitos ufana, se arroja en pos del apetito loco de yerro en yerro la prudencia humana.