Fábulas de Fedro/Prólogo Libro III
DE LAS FÁBULAS DE FEDRO.
Si deseas, ó Eutycho, leer los libritos de Fedro, menester es, que te desocupes, para que desembarazado el ánimo, perciba la energía del verso. Pero me dices: no es tan apacible tu ingenio, que por él haya de faltar ni un punto de tiempo á mi empleo. Segun eso, no hay razon para que toquen tus manos lo que no se hizo para oídos distraidos. Dirás acaso: vendrán algunos dias feriados, que me llamen á este estudio, estando el corazon desahogado. ¿Mas qué? leerás entonces estas despreciables vagatelas, antes que atender á tu familia, pagar las visitas á los amigos, conversar con tu muger, esparcir el ánimo, dar descanso al cuerpo, para volver con mas brio á tu ministerio? Mudar tienes de idea y modo de vivir, si deseas entrar en el templo de las musas. Yo, á quien mi madre parió en el monte Pierio, en donde la ninfa Mnemosyne dió á Júpiter Tonante el coro de las nueve musas; en medio de haber nacido casi en esta misma escuela, y haber desarraigado totalmente de mi corazon la codicia, y de haber emprendido con mucho aplauso estas tareas, con todo eso soy recibido no sin desden en su compañía. Pues qué piensas le sucederá al que se desvela en amontonar riquezas, anteponiendo el dulce interes al estudio laborioso? Pero sea de esto lo que fuere (como dijo Sinon, siendo presentado al rey de Troya) escribiré mi tercer libro con el estilo de Esopo, dedicándole á tu nombre y á tus virtudes. Si le leyeres alegraréme de ello: cuando no, á lo menos los venideros tendrán en él con que recrearse. Ahora diré en breve la razon, porque se introdujo el uso de las fábulas. Como la esclavitud oprimida no se atreviese á publicar sin rebozo lo que sentia, disfrazó en las fábulas sus propios afectos, y dejó burlada á la calumnia con la invencion de divertidas ficciones. Por esta senda pues, de Esopo se abrió camino; y yo discurrí sobre lo que Esopo nos habia dejado, apropiando á mi desgracia algunas cosas. Que si yo tuviera otro acusador, otro testigo, y en suma otro juez que no fuese Sejano, me reconoceria desde luego por digno de tantos males, y no aliviaria mi dolor en tales lenitivos. Si alguno errare por pura sospecha suya, y entendiere de sí solo, lo
que se dirá en comun para todos, neciamente descubrirá, que se halla culpado. No obstante quisiera que aun este admitiera mis escusas; porque no es mi ánimo tildar á los particulares, sino descubrir el modo comun de vivir, y las costumbres de los hombres. Dirá por ventura alguno, qu: me he empeñado en una empresa muy árdua; pero si pudo Esopo, con ser de nacion Phrigio, si pudo Anacharsis Scyta adquirir con su ingenio eterna fama: yo, que soy mas vecino á la sabia Grecia, ¿por qué he de abandonar por flojedad la gloria á que me estimula mi patria? Y mas cuando la Thracia cuenta tales autores suyos, que de Lino es padre no menos que Apolo, y una musa mare de Orpheo, el cual con su canto movió los peñascos, amansó á las fieras, y detuvo con dulce suspension la corriente impetuosa del Hebreo. Véte pues envidia de aquí, no ladres vanamente, que á mí tambien se me debe inmortal gloria. Te he persuadido á leer este libro: pídote ahora, que con tu acostumbrado candor me manifiestes tu juicio sincero.
Ingenium Figura Methonimia, en que pone mi ingenio, en lugar de poner mis escritos. Este prólogo de Fedro se suele estimar como modelo perfecto de dedicatorias; pues en él da razon del plan de su obra en general y en particular, sin omitir cosa alguna de cuantas pueden mover á Euthyco á emplearse en la leccion de estas fábulas.
Nenias. Aunque segun Ciceron., lib. 2, de Leg. 24, eran cánticos lúgubres, suélense tambien tomar por canciones en general; y aquí les corresponde el sentido, en que Horacio, l. 1, Epist. 1, v. 63, dijo Puerorum nenia.
Mnemosyne. La ninfa Pieria (que tambien se llama memoria) que dió á Júpiter nueve hijas, que componen el coro de las nueve musas.
Quodcumque fuerit. Alude á estas dos palabras, que se hallan en el primer verso, con que Sinon, empezó su discurso: Cuncta équidem tibi Rex, fuerit quodcumque, fatebor. Æn. 2, v. 77.
Sinon. Jóven griego y mentiroso, que se fingió desertor, y engañó á los troyanos. Æneid. 2, v. 57 De aquí nace aquel adagio Græca fides.
Alius Sejano. Lo mismo que si dijera alius à Sejano. Este Sejano, abusando de la autoridad y mal genio de Tiberio, cuyo Privado era, aborrecia á muchos hombres de bien, y entre ellos á Fedro. Cornelio Tácito habla de las maldades de Sejano, Ann. lib. 1, 69.
Phrix. Los Phrigios eran tenidos por hombres de natural, vil y de ingenio tardo. A esto aluden aquellos adagios: Phrix verberatus melior. Serò Sapiunt Phriges.
Anacharsis. Insigne Filósofo, á quien algunos tienen por uno de los siete Sábios de grecia.
Literatæ. Athenas solo bastaba para hacer á la grecia famosa en las Letras. Véase lo que Ciceron dice á su hijo en el prólogo de Officiis.
Linoque. Lino poeta, de Thebas, que dice fue hijo de Apolo y de Terpsichore.
Orpheo, hijo de la musa Calliope y de Apolo. Su padre le dió una Lyra, que tocó con el raro primor que fingen los poetas. Véase á Hor. de. Arte Poética, v. 391.
Hebrique. Río de la Tracia: Hebrumque libamus, Virg. Ecl. 10. vers. 50. Véase tambien Æneid. 10 verso 331.
Sollemnis. Gloria semejante á la que todos dan á Orpheo y á Lino, compatriotas de Fedro, como si este dijera con Virgil. Ecl. 4. v. 55. Non me carmínibus vincet, nec Thracius Orpheus, Nec Linus: huic mater quamvis atque huic pater adsit.
Orphei Caliopea, Lino formosus Apollo.