El árbol del bien y del mal de Medardo Ángel Silva
Estancias XV

    Como el aire se aroma con tu carne bendita,
mi corazón comprende por el lugar que pasas
omnipotente como la divina Afrodita,
entre la ola sutil de flores y de gasas.

    Y al mirarte parece que miro a Anadyomena,
pues, como ella, al influjo de tu mirar, fascinas;
-sembradora impasible de mi angustia y mi pena,
por quien mi alma es un Cristo coronado de espinas!-