Estado presente de las instituciones científicas en España
DE LAS
INSTITUCIONES CIENTÍFICAS EN ESPAÑA.En los momentos en que la libertad de enseñanza, la de reunión y la de asociación con la de imprenta abren nuevos horizontes a las fuerzas vivas de nuestra nación y a los amantes sinceros y leales de su prosperidad para que sin traba alguna cooperen eficazmente a la educación de nuestro pueblo, conviene volver la vista alrededor y hacernos cargo de la situación actual de la cultura pública, para saber con qué podemos contar en esta obra, dato sin el cual ésta, como toda empresa práctica, carece de uno de los términos ineludibles del problema.
La necesidad de esta ojeada estadística, digámoslo asi, sube de punto cuando se considera la grave responsabilidad que pesa sobre los hombros de la generación presente. Si por acaso resultase de estas indagaciones que, aun bajo el odioso régimen de la intolerancia religiosa (que pide radicales remedios, no paliativos injustos y por igual desagradables a todos), y bajo gobiernos oscurantistas, y bajo la prohibición y hasta la persecución, nuestros padres y nuestros maestros han hecho tales sacrificios por la ciencia y la difusión de la cultura que parecen increíbles y les han empujado poderosamente, a pesar de todas las tiranías ¿cuánto no nos toca a nosotros, para corresponder dignamente a su generosa obra?
Si comenzamos por la instrucción primaria, no es lícito desconocer que ésta ha crecido con rapidez no escasa. A fines del siglo pasado asistían a las escuelas de este género en España poco más de 393,000 niños de ambos sexos; hoy pasan de millón y medio y la proporción entre varones y hembras es más igual, aunque deja que desear todavía. Este ramo, base y piedra angular de la civilización y de la libertad, pide a las corporaciones populares, y a la asociación privada una acción decisiva. El número de las escuelas particulares apenas llega a 5,000 en toda España, y la enseñanza de adultos de ambos sexos no ha sido sino iniciada, a pesar de su extraordinaria urgencia; porque si la instrucción del niño pone la semilla de lo porvenir, la del jóven y el hombre ya formado sirve para consolidar lo presente é impedir que se derrumbe, apenas edificado.
El ensayo mejor entendido, bajo este respecto, hasta ahora es el de los Centros de instrucción popular, principalmente promovidos por los estudiantes en Madrid y algunas otras ciudades, y en los cuales se ha comprendido, que (contra lo que creen los partidarios de la instrucción obligatoria), no consiste primeramente la enseñanza en la de leer y escribir, con lo cual sólo se proporcionan al obrero y al pobre medios casi estériles hoy entre nosotros para que él de por sí se procure una instrucción que la ignorancia, la falta de tiempo y de recursos, la .de bibliotecas y publicaciones a su alcance, etc., etc., imposibilitan ó dificultan en sumo grado para las clases trabajadoras. Pero los generosos fundadores de estas lecciones deben considerar los grandísimos obstáculos con que han de luchar para despertar y mantener vivo el interés por una enseñanza que no siempre se sabe conservar a la altura de sus alumnos. Igualmente merecen honrosa mención las sociedades de artesanos, cuya esfera es ya superior, aunque por esto mismo menos extensa. Escasas en número estas asociaciones, merced a la suspicacia de los anteriores gobiernos, comienzan hoy a brotaren todas artes, bajo la febril excitación de la política, cuyo despótico predominio pasará, recobrando su lugar respectivo los fines de cultura intelectual y moral, hoy generalmente pospuestos en ellas por las ardientes pasiones del dia.
Ciñéndonos ahora a la instrucción organizada según el plan del Estado, público y notorio es el respetable número de colegios de segunda enseñanza que, a pesar de las infinitas trabas anteriores de autorización, depósito, reglamento, títulos de los profesores, programas y textos oficiales, existían en casi todas las localidades de alguna importancia. Por lo común, no reúnen estos establecimientos entre nosotros ninguna de las condiciones esenciales que pueden recomendarlos a las familias; pero la extraordinaria afluencia que la centralización llamaba á los Institutos, les favorecía y ha enriquecido a algunos de los más antiguos considerablemente. Hoy es de esperar que esos raquíticos colegios, donde la enseñanza es sumamente rutinaria é imperfecta, y el régimen interior se halla calcado sobre el del licenciado Cabra, desaparecerán para bien del país, naciendo de sus ruinas poco a poco instituciones de muy otro género, de las cuales no faltan preludios ya a estas horas. El nuevo plan de segunda enseñanza, que ha comenzado a regir ahora , llama a su verdadero objeto este grado de la educación intelectual, que ha de sentar las bases de la cultura general humana, propia de todo el que aspire a vivir en la sociedad presente, sin que ninguna de sus esferas le encuentre indiferente a sus progresos. Lástima que, al lado de este nuevo plan, se haya dejado subsistir el antiguo, puramente clásico y literario, cuya absoluta falta de éxito (testigo, la ignorancia del latín), indica suficientemente su ineptitud para corresponder á las necesidades contemporáneas, y aun a las permanentes de todo tiempo que, antes de literatos, como antes de abogados, médicos y naturalistas, quieren y piden hombres, educados en todas las fuerzas vivas de su naturaleza.
La enseñanza de Facultad es quizá la que más radical reforma ha sufrido. La aplicación a ella del principio de libertad ha empezado ya a dar sus frutos; no sólo en el considerable aumento que ha tenido la matrícula oficial , sino en la institución de estudios privados de esta clase en algunas capitales de provincia. Entre ellos merecen especial mención las escuelas de Medicina que en Madrid y Sevilla ha fundado la iniciativa privada, y fas Facultades de Filosofía que en la segunda y otras varias establecen, ora los particulares, ora las corporaciones locales. De esperar es que, con el nuevo régimen, el número de alumnos se duplique quizá, en este curso. Antes venían a ser de diez a doce mil.
Las escuelas especiales, sobre todo las de ingenieros, no han experimentado tan radicales reformas, y apenas se sentirán en su petrificada organización los erectos de la libertad de enseñanza. Pero el primer paso está dado; no faltará quien ande todo el camino.
Las asociaciones científicas, que con los nombres de Academias, Liceos, Ateneos y otros semejantes existen en nuestro suelo, y a los que "también se han extendido los beneficios de la libertad, tardarán más en crecer, pues no hallan todavía entre nosotros suficiente alimento para su vida. No obstante, las treinta y ocho sociedades económicas de Amigos del Pais , y las que bajo otras denominaciones, y en número de cincuenta a sesenta, cuenta España, hallarán una esfera más vasta para su acción. Generalmente, el tipo hoy predominante en nuestro país para la constitución de estas corporaciones es el de los Ateneos, donde la discusión académica , la cátedra, la biblioteca y gabinetes de lectura y las salas de conversación y esparcimiento, reúnen lo que había de vividero en los antiguos y exánimes Liceos con lo que hay de sano en los recientes Casinos , y muchas cosas que no se hallan en ninguna de estas dos clases de asociaciones. En este punto, la supresión de las subvenciones a las Academias Española, de la Historia, de Nobles Artes, etc., es reclamada con urgencia, y la de la primera será aplaudida por cuantos han tenido la desgracia de estudiar sus detestables gramáticas, sólo buenas para formarle una buena renta , que jamás ha procurado hacer olvidar con generosas empresas la injusticia é iniquidad de su origen.[1]
Si de la organización exterior de nuestras instituciones docentes y científicas, pasamos a considerar el nivel, digámoslo asi, de su cultura intelectual, algo grato puede notarse, sobre todo respecto de la instrucción primaria, cuyos maestros son quizá, tomados en con- junto, los que más han adelantado entre nosotros de veinte años a esta parte. Y si aun asi y todo, les queda harto que andar para poder competir con los de otros pueblos más aventajados en su camino, todavía resistirían mejor esta competencia que nuestros institutos y Facultades, cuya enseñanza, por regla general, es inferior a la que en este grado se recibe en otros pueblos. Las segundas van mejor que los primeros, donde la rutina y la fósil inercia tienen marcado su asiento. Las Facultades se muestran en muy desigual relación, aunque algunas de ellas poseen notables profesores, que rivalizan con los primeros de Alemania é Inglaterra, si no les superan. Pero el conjunto no puede compararse. Los estudios de la de Filosofía y Letras son quizá los mejor cultivados entre lodos; siguen los de Medicina, Ciencias naturales, Farmacia y Administración, cerrando el cortejo los de Derecho civil y canónico, cuyo atraso es por desgracia evidente. La afortunada supresión de las Universidades de la Facultad de Teología nos releva de ponerla detrás aun de la que forma nuestros abogados. ¡Ojalá que la libertad científica de profesores y alumnos, la supresión del mínimum de cursos escolásticos, la mayor severidad de los ejercicios académicos, la concurrencia de la enseñanza privada y, sobre todo, el sacudimiento que acaba de recibir esta sociedad, removida en su superficie, petrificada en sus adentros (según la frase reciente de un ilustrado orador) infundan nueva savia en su dormido y perezoso espíritu!
- ↑ Sabido es que estaba prohibido estudiar la lengua castellana en otras gramáticas que las de esta Academia.