[ fol. xlviij. ]

Capitulo treynta y quatro :
de como embie por los christianos.

P

Assados cinco dias, llegaron Andres Dorantes y Alonso del Castillo con los que avian ydo por ellos : y trayan consigo mas de seyscientas personas que eran de aquel pueblo que los christianos avian hecho subir al monte, y andavan escondidos por la tierra : y los que hasta alli con nosotros avian venido los avian sacado de los montes y entregado a los christianos : y ellos avian despedido todas las otras gentes que hasta alli avian traydo. Y venidos a donde yo estava, Alcaraz me rogo que embiassemos a llàmar la gente de los pueblos que estan a vera del rio, que andavan ascondidos por los montes de la tierra : y que les mandassemos que truxessen de comer, aun que esto no era menester : porque ellos siempre tenian cuydado de traernos todo lo que podian. Y embiamos luego nuestros mensageros a que los llamassen, y vinieron seyscientas personas que nos truxeron todo el maiz que alcançavan, y trayanlo en unas ollas tapadas con barro en que lo avian enterrado y escondido : y nos truxeron todo lo mas que tenian, mas nesotros no quesimos tomar de todo ello sino la comida : y dimos todo lo otro a los christianos para que entresi la repartiessen. Y despues desto passamos muchas y grandes pendencias con ellos, porque nos querian hazer los indios que traymos esclavos : y con este enojo al partir dexamos muchos arcos turquescos que trayamos, y muchos çurrones y flechas y entre ellas las cinco de las esmeraldas que no se nos acordo dellas, y ansi las perdimos. Dimos a los christianos muchas mantas de vaca, y otras cosas que trayamos, vimonos con los indios en mucho trabajo, porque se bolviessen a sus casas y se assegurassen y sembrassen su maiz. Ellos no querian sino yr con nosotros hasta dexarnos como acostumbravan con otros indios : porque si se bolviessen sin hazer esto temian que se moririan, que para yr con nos[ fol. xlix. ]otros no temian a los christianos ni a sus lanças. A los christianos les pesava desto, y hazian que su lengua les dixesse que nosotros eramos dellos mismos, y nos aviamos perdido muchos tiempos avia : y que eramos gente de poca suerte y valor : y que ellos eran los señores de aquella tierra a quien avian de abedescer y servir. Mas todo esto los indios tenian en muy poco o no nada de lo que les dezian : antes unos con otros entresi platicavan diziendo que los christianos mentian porque nosotros veniamos de donde salia el sol, y ellos donde se pone : y que nosotros sanavamos los enfermos, y ellos matavan los que estavan sanos : y que nosotros veniamos desnudos y descalços y ellos vestidos y en cavallos y con lanças : y que nosotros no teniamos cobdicia de ninguna cosa antes todo quanto nos davan tornavamos luego a dar y con nada nos quedavamos, y los otros no tenian otro fin sino robar todo quanto hallavan y nunca davan nada a nadie : y desta manera relatavan todas nuestras cosas, y las encarescian por el contrario de los otros. Y assi les respondieron a la lengua de los christianos, y lo mismo hizieron saber a los otros por una lengua que entre ellos avia con quien nos entendiamos, y aquellos que la usan llamamos propriamente Primahaitu (que es como dezir Vascongados) la qual mas de quatrocientas leguas delas que anduvimos hallamos usada entre ellos sin aver otra por todas aquellas tierras.

Finalmente nunca pudo acabar con los indios creer que eramos de los otros christianos, y con mucho trabajo y importunacion los hezimos bolver a sus casas y les mandamos que se assegurassen y assentassen sus pueblos y sembrassen y labrassen la tierra, que de estar despoblada estava ya muy llena de monte : la qual sin dubda es la mejor de quantas en estas indias ay, y mas fertil y abundosa de mantenimientos : y siembran tres vezes en el año. Tiene muchas frutas y muy hermosos rios y otras muchas aguas muy buenas. Ay muestras grandes y señales de minas de oro y plata : la gente della es muy bien acondicionada : sirven a los christianos (los que son amigos) de muy buena voluntad. Son muy dispuestos mucho mas que los de Mexico : y finalmente es tierra que ninguna cosa le falta para ser muy buena.

Despedidos los indios, nos dixeron que harian lo que mandavamos y assentarian sus pueblos si los christianos los dexavan : y yo assi lo digo y affirmo por muy cierto que si no lo hizieren sera por culpa de los christianos. Despues que ovimos embiado a los indios en paz, y regraciadoles el trabajo que con nosotros avian passado. Los christianos nos embiaron (debaxo de cautela) a un Zebreros alcalde, y con el otros dos. Los quales nos llevaron por los montes y despoblados, por apartarnos de la conversacion de los indios, y porque no viessemos ni entendiessemos lo que de hecho hizieron : donde paresce quanto se engañan los pensamientos de los hombres, que nosotros andavamos a les buscar libertad, y quando pensavamos que la teniamos suscedio tan al contrario : porque tenian acordado de yr a dar en los indios que embiavamos assegurados y de paz. Y ansi como lo pensaron lo hizieron, llevaron nos por aquellos montes dos dias sin agua perdidos y sin camino : y todos pensamos perescer de sed, y della se nos ahogaron siete hombres, y muchos amigos que los christianos trayan consigo no pudieron llegar hasta otro dia a medio dia, a donde aquella noche hallamos nosotros el agua. Y caminamos con ellos veynte y cinco leguas poco mas o menos : y al fin dellas llegamos a un pueblo de indios de paz : y el alcalde que nos llevava nos dexo alli, y el passo adelante otras tres leguas a un pueblo que se llamava Culiaçan a donde estava Melchior Diaz alcalde mayor y capitan de aquella provincia.