Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XIII»

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Mucho suple, mucho llena, y si en las cosas materiales califica, como es en el adorno, en el menaje y séquito, ¿qué será en las verdaderas prendas del ánimo, que son gala del entendimiento y belleza de voluntad? Especialmente cuando le llega su vez a una prenda y la sazón lo pide, allí cae bien el ostentar. Lógrese la ocasión, que aquél es el día de su triunfo.
 
»Hay sujetos bizarros en quienes lo poco luce mucho, y lo mucho hasta admirar: hombres de ostentativa, que, cuando se junta con la eminencia, forman un prodigio; al contrario, hombres vimos eminentes que, por faltarles este realce, no parecieron la mitad. Poco ha que aterraba todo el mundo un gran personaje en las campañas, y metido en una consulta de guerra, temblaba de todos, y el que era para hacer no lo era para decir. Hállanse también naciones ostentosas por naturaleza, y la española con superioridad. De suerte que la ostentación da el verdadero lucimiento a las heroicas prendas y como un segundo ser a todo.
 
»Mas esto se entiende cuando la realidad la afianza, que sin méritos no es más que un engaño vulgar; no sirve sino de placear defectos, consiguiendo un aborrecible desprecio, en vez del aplauso. Danse gran prisa algunos por salir y mostrarse en el universal teatro, y lo que hacen es placear su ignorancia, que la desmentía el retiro; no es ésta ostentación de prendas, sino un necio pregón de sus defectos; pretenden, en vez del timbre<ref>''timbre:'' En heráldica, «insignia que se coloca encima del escudo de armas.» ''(DRAE)''.</ref> de su esplendor, una nota<ref>''nota:'' Es cultismo, del latín ''notare'': «Reparo o censura desfavorable que se hace de las acciones y porte de alguien.» ''(DRAE)''.</ref> que infame sus desaciertos.
 
»Ningún realce pide ser menos afectado que la ostentación, y perece siempre de este achaque, porque está muy al canto de la variedadvanidad, y éstaesta, del desprecio. Ha de ser muy templada y muy de la ocasión, que es aunaún más necesaria la templanza del ánimo que la del cuerpo; va en éstaesta la vida material, y la moral en aquéllaaquella; que aun a los yerros los dora la templanza.
 
»A veces consiste más la ostentación en una elocuencia muda, en un mostrar las eminencias al descuido; y tal vez un prudente disimulo es plausible alarde del valor, que aquel esconder los méritos es un verdadero pregonarlos, porque aquella misma privación pica más en lo vivo a la curiosidad.
 
»Válese, pues, de esta arte con felicidad y se realza más con el artificio,; gran treta suya no descubrirse toda de una vez, sino ir por brújula, pintando su perfección y siempre adelantándola, que un realce sea llamada de otro mayor, y el aplauso de una prenda, nueva expectación de la otra,; y lo mismo las hazañas, manteniendo siempre el aplauso y cebando la admiración.
 
»Mas, viniendo ya a nuestro punto, digo, y lo siento así, que sería una imposible violencia concederle al Pavón la hermosura y negarle el alarde. Ni la naturaleza sabia vendrá en ello, que sería condenar su providencia, y contra su fuerza no hay preceptos, donde no tercie la política razón, y aun entonces, lo que la horca destierra con su miedo, la Naturalezanaturaleza lo revoca de potencia.<ref>''potencia:'' poder. «Virtud para ejecutar una cosa.» ''(DRAE)''. Es término jurídico, aquí, en paralelo con «revocar» (anular su ejecución). </ref>
 
»Más práctico será el remedio, tan fácil como eficaz, y sea éste: que se le mande seriamente al Pavón, y criminalmente se le ordene, que todas las veces que despliegue al viento la variedad de su bizarría haya de recoger la vista a la fealdad de sus pies, de modo que el levantar plumajes y el bajar los ojos todo sea uno, que yo aseguro que esto sólo baste a reformar su ostentación».