Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce XIII»

Contenido eliminado Contenido añadido
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Escarlati (Discusión | contribs.)
Sin resumen de edición
Línea 25:
Volaron en su busca al majestuoso palacio de la Riqueza. Encontraron luego con un Papagayo, que estaba en su balcón y en una jaula, propia esfera de la locuacidad. Díjoles con facilidad grande cuanto supo, que fue cuanto quisieron. Enviáronle un recado con un jimio;<ref>''jimio:'' simio. Mono. Es imagen de lo más bajo del hombre, particularmente de la lascivia.</ref> holgose mucho el Pavón de su llegada, que logra las ocasiones de ostentarse. Recibiolas en un espacioso patio, teatro augusto de su ostentosa bizarría y paseado palenque<ref>''palenque:'' «Camino de tablas que desde el suelo se elevaba hasta el tablado del teatro, cuando había entrada de torneo u otra función semejante». ''(DRAE)''.</ref> de su competencia, galante con el mismo sol, plumas a rayos y rueda a rueda.
 
Pero saliole mal la ostentativa cuanto más airosa, que aun lo muy excelente depende de circunstancias y no siempre tiene vez. Achaques de arpía son los de la Envidia, que todo lo inficiona, y a fuer de basilisco,<ref> «Animal fabuloso, al cual se atribuía la propiedad de matar con la vista». ''(DRAE)''.</ref> su mirar es matar; y aunque suele hechizar la hermosura, aquí las irritó más, y, trocando los aplausos en agravios, vulgarmente enfurecidas, le dijeron: «¡Qué bien que viene esto, oh, loco y desvanecido pájaro, con la embajada que le traemos de parte de todo el alígero senado! ¡En verdad que cuando la oigas, que amaines la plumajería y que reformes la soberbia!
 
»Sabe que están muy ofendidas todas las aves de esta tu insufrible hinchazón, que así llaman a esa gran balumba<ref>''balumba:'' «Bulto que hacen muchas cosas juntas. Conjunto desordenado y excesivo de cosas». ''(DRAE)''. Se refiere a la cola del pavo real, exageradamente pomposa.</ref> de plumas, y con mucho fundamento, porque es una odiosísima singularidad querer tú solo, entre todas las aves, desplegar esa vanísima rueda, cosa que ninguna otra presume, pudiendo tantas tan bien, si no mejor que tú, pues ni la Garza tremola sus airones, ni el Avestruz placea sus plumajes, ni la misma Fénix vulgariza sus zafiros y esmeraldas, que no las llamo ya plumas. Mándante, pues, e inapelablemente ordenan, que de hoy más no te singularices, y esto es mirar por tu mismo decoro, pues si tuvieras más cabeza y menos rueda, repararas en que, cuando más quieres placear la hermosura de tus plumas, entonces descubres la mayor de tus fealdades, que tales son tus extremos.
 
»Siempre fue vulgar la ostentación, nace del desvanecimiento. Solicita la aversión, y con los cuerdos está muy desacreditada. El grave retiro, el prudente encogimiento, el discreto recato, viven a lo seguro, contentándose con satisfacerse a sí mismos; no se pagan de engañosas apariencias, ni las venden. Bástase a sí misma la realidad, no necesita de extrínsecos engañados aplausos; y, en una palabra, tú eres el símbolo de las riquezas, no es cordura, sino peligro, el publicarlas».