Diferencia entre revisiones de «El Discreto/Realce X»
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De aquí es que vemos cada día hombres de ingenio sutil, de juicio acre,<ref>''acre:'' Toma el significado etimológico latino de «agudo», «penetrante», «sutil», como en otros lugares de Gracián: ''cfr.'' ''Oráculo...'', LI, «''Hombre de buena elección.''(...) Muchos, de ingenio fecundo y sutil, de juicio acre, estudiosos y noticiosos también, en llegando al elegir, se pierden» o el XLIX, «''Hombre juicioso y notante.'' (...) De raras observaciones, gran descifrador de la más recatada interioridad. Nota acre, concibe sutil, infiere juicioso: todo lo descubre, advierte, alcanza y comprende.»</ref> estudiosos y noticiosos también, que, en llegando a la elección, se pierden. Escogen siempre lo peor, páganse de lo menos acertado, gustan de lo menos plausible, con nota de los juiciosos y desprecio de los demás. Todo les sale infelizmente, y no sólo no consiguen aplauso, pero ni aun agrado. Jamás hicieron cosa insigne, y todo ello por faltarles el grande don del saber elegir; de suerte que no bastan ni el estudio ni el ingenio donde falta la elección.
Es trascendental su importancia, porque no sea menos su extensión que su intensión.<ref>''intensión:'' «intensidad» ''(DRAE).'' Se trata de un latinismo escolástico, de ''intensio,'' que en lógica y filosofía es «actividad, ardor, eficacia y empeño con que obra algún agente necesario o que aplica el agente libre en sus operaciones y afectos». ''(Aut.)''</ref> Solicitan su voto todos los empleos, y los mayores con afectación; porque ella es el complemento de la perfección, origen del acierto, sello de la felicidad, y donde ella falta, aunque sobre el artificio, el trabajo y las cosas, todo se desluce y todo se malogra.
Ninguno conseguirá jamás el crédito de consumado en cualquier empleo sin el realce de un plausible gusto.
Hay algunos empleos que su principal ejercicio consiste en el elegir, y en éstos es mayor la dependencia de su dirección. Como son todos aquellos que tienen por asunto el enseñar agradando. Prefiera, pues, el Orador los argumentos más plausibles y más graves; atienda el Historiador a la dulzura y al provecho; case el Filósofo lo especioso con lo sentencioso, y atiendan todos al gusto ajeno universal, que es la norma del elegir, y tal vez se ha de preferir al crítico y singular, o propio o extraño. Porque, en un convite, más querría dar gusto a los convidados que a los sazonadores, dijo el más sabroso de nuestra patria y de la(sic) elección. ¿Qué importa que sean muy al gusto del orador las cosas si no lo son al del auditorio?, ¿para quién se sazonan? Preferirá aquél una sutileza y aplaudirá éste a una semejanza, o al contrario.
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