Diferencia entre revisiones de «Manfredo: Acto II: Escena IV»

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[El palacio de Ariman.—Ariman esta sobre un globo de fuego que le sirve de trono, rodeado por los Espiritus.]
 
HIMNO DE LOS ESPIRITUS.
 
iSalud a nuestro monarca! al principe de la tierra y de los aires, que vuela sobre las nubes y sobre las aguas. En su mano se halla el cetro de los elementos, quienes, a sus ordenes, se confunden como el tiempo del caos. Sopla, y una tempestad alborota los mares; habla, y las nubes le responden por la voz de los truenos; mira, y los rayos del dia desaparecen, anda, los terremotos conmueven el mundo. Los volcanes se forman bajo sus pasos. Su sombra es la verdadera peste; los cometas le preceden en los ardientes senderos de los cielos, y se reducen a cenizas al menor de sus deseos. La guerra le ofrece sus sacrificios, la muerte le paga su tributo; la vida de los hombres y sus innumerables dolores le pertenecen: es el alma de todo lo que existe.
 
[Entrada de los Destinos y de Nemesis.]
 
EL PRIMER DESTINO.
 
Gloria al grande Ariman. Su poder se estiende cada dia mas sobre la tierra: mis dos hermanos han ejecutado fielmente sus ordenes, y yo no he descuidado mi deber.
 
EL SEGUNDO DESTINO.
 
Gloria al grande Ariman, nosotros doblamos la rodilla a su presencia, nosotros, que pisamos las cabezas de los hombres.
 
EL TERCER DESTINO.
 
Gloria al grande Ariman; nosotros esperamos la senal de su voluntad.
 
NEMESIS.
 
Rey de los reyes, nosotros somos tus vasallos, y todos los seres que tienen vida lo son nuestros. Aumentar nuestro poder seria aumentar el tuyo; no olvidamos nada para conseguirlo. Tus ultimas ordenes quedan fielmente ejecutadas.
 
[Entra Manfredo.]
 
UN ESPIRITU.
 
?Quien es este audaz? iun mortal! itemeraria criatura, pon la rodilla en tierra y adora!
 
SEGUNDO ESPIRITU.
 
Este hombre no me es desconocido, es un poderoso magico cuya ciencia es temible.
 
TERCER ESPIRITU.
 
Arrodillate y adora a Ariman, vil esclavo, ?no reconoces a nuestro senor y al tuyo? Tiembla y obedece.
 
TODOS LOS ESPIRITUS.
 
Arrodillate, hijo del polvo vil, y teme nuestra venganza.
 
MANFREDO.
 
Conozco vuestro poder, y sin embargo ya veis que no obedezco.
 
UN CUARTO ESPIRITU.
 
Nosotros te ensenaremos a humillarte.
 
MANFREDO.
 
No tengo necesidad de aprenderlo. iCuantas noches tendido sobre la arida arena y con la cabeza cubierta de ceniza, me he prosternado poniendo mi cara sobre la tierra! He caido en la ultima de las humillaciones; porque me he sometido a mi vana desesperacion y a mi propia miseria.
 
QUINTO ESPIRITU.
 
?Te atreves a negar al grande Ariman hallandose sobre su trono, lo que le concede toda la tierra, sin haber visto el terror de su gran poder? Prosternate te digo.
 
MANFREDO.
 
Que Ariman se prosterne delante del que es superior a el, delante del Eterno e Infinito, delante del soberano Criador, que no le ha destinado a que se le de adoracion; que el se arrodille, y yo lo ejecutare igualmente.
 
LOS ESPIRITUS.
 
Confundamos a este gusanillo; aniquilemosle.
 
EL PRIMER DESTINO.
 
Retiraos; este hombre es mio. Principe de las divinidades invisibles, este hombre no es de una naturaleza comun, como lo atestiguan su aspecto y el encontrarse en estos lugares. Sus sufrimientos han sido de una naturaleza inmortal como la nuestra. Su ciencia, su poder y su ambicion, tanto como lo ha podido permitir su esterior grosero que encierra una esencia eterea, le han elevado sobre todas las criaturas formadas de un barro impuro. No ha aprendido en los secretos que ha querido penetrar sino lo que conocemos todos nosotros, esto es, que la ciencia no es una felicidad y que no conduce sino a otra especie de ignorancia. Pero no es esto todo… Las pasiones, atributos de la tierra y del cielo, y de las cuales ningun poder, ningun ser esta esento, desde el gusano hasta las sustancias celestes, las pasiones han devorado y han hecho de el un objeto tan miserable, que yo, que no puedo esperimentar la piedad, perdono a los que la sienten en su favor. Este hombre es mio, y tambien puede ser tuyo todavia; pero en estas regiones ningun espiritu tiene un alma como la suya, y no puede tener el derecho de mandarle.
 
NEMESIS.
 
?Que viene a buscar aqui?
 
EL PRIMER DESTINO.
 
El es quien debe responder.
 
MANFREDO.
 
Vosotros sabeis hasta donde llegan mis conocimientos magicos, y sin un poder sobrenatural no hubiera podido hallarme aqui; pero aun hay poderes superiores, y vengo a preguntar sobre lo que busco.
 
NEMESIS.
 
?Que pides?
 
MANFREDO.
 
Tu no puedes responderme: llama a los muertos; a ellos se dirigiran mis preguntas.
 
NEMESIS.
 
Gran Ariman, ?permites que se satisfagan los deseos de este mortal?
 
ARIMAN.
 
Si.
 
NEMESIS.
 
?A quien quieres sacar del sepulcro?
 
MANFREDO.
 
A un muerto que estuvo privado de sepultura: llama a Astarte.
 
NEMESIS.
 
Sombra o espiritu, sea lo que seas, que conservas todavia una parte de tu primera forma, o tu forma entera, sal de la tierra y vuelve a ver el dia. Vuelve con las mismas facciones, el mismo aspecto y el mismo corazon, huye de los gusanos de la tumba y vuelve a aparecer en estos lugares: el que puso un termino a tus dias es quien te llama.
 
[La sombra de Astarte comparece en medio de los
Espiritus.]
MANFREDO.
 
?Es la muerte la que veo? aun brillan los colores en sus megillas; pero reconozco demasiado que no son colores vivientes. El encarnado no es natural, se parece al que produce el otono sobre las hojas marchitas. Ella es ciertamente, io cielo! y yo itiemblo al mirarla, al mirar Astarte! No, no puedo hablarle, pero quiero que ella hable, que me condene o me perdone.
 
NEMESIS.
 
Por el poder que te ha hecho salir de la sepultura que te servia de prision, habla al que acabas de oir, o a aquellos que te han invocado.
 
MANFREDO.
 
Guarda silencio; y para mi es una respuesta cruel.
 
NEMESIS.
 
Mi poder no va mas lejos. Principe del aire, tu solo puedes ordenarle el hacer oir su voz.
 
ARIMAN.
 
Espiritu obedece a este espectro.
 
NEMESIS.
 
iTodavia calla! no esta pues bajo nuestro imperio, pero pertenece a otros poderes. Mortal, tu pregunta es escusada, y nosotros estamos confusos igualmente que tu.
 
MANFREDO.
 
iEscuchame! iAstarte, mi querida, oyeme y dignate hablarme! He sufrido tanto, sufro todavia tan cruelmente imirame! ila muerte no te ha cambiado tanto, como yo debo parecerlo a tu vista! tu me amaste demasiado tiernamente y mi amor era digno del tuyo. No hemos nacido para atormentarnos uno y otro de este modo por culpable que haya sido nuestro amor. Dime que no me detestas, que yo solo sea castigado por los dos, que tu seras recibida en el numero de los bienaventurados y que yo debo morir. Porque hasta ahora todo lo que hay de mas odioso conspira a encadenarme con la existencia, a una existencia que me hace ver con terror la inmortalidad, y un porvenir semejante a lo pasado. No puedo encontrar ningun descanso. Ignoro yo mismo lo que deseo y lo que busco, y no siento sino lo que tu eres y lo que soy. Quisiera oir tu voz todavia una vez antes de morir, la voz que para mi oido era la mas dulce melodia. Respondeme, io querida mia! te he llamado en las sombras de la noche; he asustado a los pajaros dormidos bajo las hojas silenciosas, he despertado al lobo en las montanas, y he hecho conocer tu nombre a los ecos de las cavernas mas sombrias. El eco me ha respondido, los espiritus y los hombres tambien me han respondido, tu sola has permanecido muda. He visto sucederse el giro de las estrellas en la boveda celeste; he dirigido mi vista hacia ellas para ver si podia descubrirte; he recorrido la tierra para ver si encontraba alguna cosa que se te pareciese: dignate de hablarme finalmente; mira a esos espiritus que nos rodean que se enternecen al oir mis quejas; yo los miro sin terror y solo lo tengo por ti; dignate de hablarme aunque no sea sino para manifestar tu enojo; dime a lo menos… Yo no se lo que deseo; pero dejame todavia oir tu voz por la ultima vez.
 
LA SOMBRA DE ASTARTE.
 
iManfredo!
 
MANFREDO.
 
iAh! prosigue por favor: esta voz me reanima; es la tuya seguramente.
 
LA SOMBRA.
 
iManfredo! manana se acabaran tus dolores terrestres. iA Dios!
 
MANFREDO.
 
Todavia una palabra iuna sola palabra! ?estoy perdonado?
 
LA SOMBRA.
 
iA Dios!
 
MANFREDO.
 
?No nos veremos mas?
 
LA SOMBRA.
 
iA Dios!
 
MANFREDO.
 
iAh! por compasion, todavia una palabra; dime si me amas.
 
LA SOMBRA.
 
iManfredo!
 
[Desaparece.]
 
NEMESIS.
 
Se ha ido y no volvera a aparecer: sus palabras se cumpliran; vuelvete a la tierra.
 
UN ESPIRITU.
 
Se encuentra en las convulsiones de la desesperacion; ved los mortales: quieren penetrar los secretos que son superiores a su naturaleza.
 
OTRO ESPIRITU.
 
iPero ved como se domina a si mismo, y como somete sus tormentos a su voluntad! si hubiese sido un espiritu como nosotros hubiera sobrepujado a todas las otras inteligencias celestes.
 
NEMESIS.
 
?Tienes todavia que hacer alguna pregunta a nuestro augusto monarca o a sus vasallos?
 
MANFREDO.
 
Ninguna.
 
NEMESIS.
 
A Dios hasta la vista.
 
MANFREDO.
 
?Nosotros volveremos pues a vernos?
?Pero en donde, sobre la tierra?
No importa; adonde tu quieras.
A Dios, te doy gracias por el
favor que acabas de concederme.