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CAPÍTULO XXX.

Santiago refirió el cómo y cuándo habia adquirido la mata de anís y la trementina. De estos dos objetos, uno al ménos lo consideraba supérfluo en nuestra posicion, pero el otro podia llegar á sernos de gran utilidad, pues la resina podia reemplazar al aceite en la composicion de la liga que intentaba hacer para cazar pájaros. En cuanto á la raíz que habian bautizado con el nombre de raíz de mono, pedí explicaciones, y Federico tomó la palabra.

—Ignoro, dijo, hasta qué punto nos puede ser de importancia esta raíz; mas lo que sí puedo afirmar, es que tiene un sabor muy agradable y que deja muy atras á la yuca en aroma y en sabor. La encontré á poca distancia de la nueva granja, y debo á los señores monos que se estaban regalando con ella semejante descubrimiento. Si viera V., papá; era cosa de risa ver el ansia con que se afanaban por sacarla de la tierra: el hortelano más diestro no trabajaria con tanto acierto para arrancar intactos sus nabos y zanahorias; pero lo más gracioso es que lo hacian de una manera singular. Cada mono escarbaba primero la tierra con las patas al rededor de la raíz que se proponia sacar, y cuando ya estaba algo descarnada, la cogia por la extremidad con los dientes, y en seguida echaba atras el cuerpo violentamente sin soltarla, repitiendo la evolucion cuantas veces eran necesarias hasta que sus reiterados esfuerzos conseguian desprenderla. Gran rato estuvímos parados como unos bobos entretenidos en ver las extrañas contorsiones y gestos de tan feos animales; pero pudo más la curiosidad de juzgar el mérito de una produccion por la cual tanto aprecio mostraban, y resolvímos dispersarlos para que nos dejasen el campo libre sin necesidad de gastar municiones por no contravenir á las instrucciones de V.; bastaron unas cuantas carreras á galope por donde estaban para que echasen á correr, diciendo piés para qué os quiero, dejando varias raíces en el suelo. Probamos una y nos pareció deliciosa, y así tuve á bien recoger algunas que he traido envueltas en hojas para que V. las vea despacio y averigüe su verdadero nombre, ó si se han de quedar con el nuestro de raíz de mono.

Miéntras Federico hablaba examiné de nuevo la raíz, y despues de haberla gustado, dije:

—Hijo mio, este descubrimiento es casi un tesoro, si como yo pienso es el ginsen, planta que se reputa como sagrada en la China, donde la creencia popular la considera y estima como una especie de panacea que cura todos los males. El emperador es quien únicamente tiene el derecho de recolectarla en los sitios marcados donde se cultiva, los cuales están guardados por centinelas; mas esto no obsta para que los americanos introduzcan de contrabando en el Celeste Imperio gran cantidad [1].

  1. El ginsen es una planta de la familia de las araliáceas, que crece en China y en el Japon. Su raíz, que tiene el gusto agradable, es aromática, amarga, y por lo tanto estimulante y tónica; pero á pesar de lo mucho que aquí la ensalza el autor, la experiencia no ha con-