Diferencia entre revisiones de «Página:El Robinson suizo (1864).pdf/216»

 
(Sin diferencias)

Revisión actual - 16:45 30 ago 2021

Esta página ha sido corregida
189
CAPÍTULO XXIX.

No habia acabado de pronunciar la última palabra cuando llegó Federico jadeando y cayéndole el sudor á chorro, siguiéndole como á cincuenta pasos Ernesto con el cuchillo en la mano, que me entregó en señal de su victoria.

—¿Y cómo llegas el postrero, le dije, y eres el vencedor?

—Es muy sencillo, respondió Ernesto; mi hermano se imaginó que por correr mucho al principio adelantaria más, y se llevó chasco, porque no pudo sostener el paso y tuvo que pararse á descansar, miéntras que yo, con avanzar ménos, proseguí corriendo siempre y llegué mucho ántes que él. A la vuelta aprovechó mi leccion, y moderando su ardor, á la par que pegaba los codos al cuerpo y respiraba con la boca cerrada, se ha persuadido de que la victoria únicamente es cuestion de piernas y resistencia, y como cuenta tres años más, ha regresado ántes que yo.

Alabéles la respectiva agilidad, proclamando vencedor á Ernesto.

Algo picado Santiago por haberse quedado á la cola, montado gallardamente en el búfalo, reclamó el ejercicio de equitacion; tal era su confianza con él.

—¡A montar, á montar, caballeros! dijo á sus hermanos; ahora conocerémos quién es el más directo picador; á ver si sois tan hábiles en guiar un corcel como en menear las piernas.

Accedí gustoso á sus deseos; Federico montó el onagro, y Ernesto el asno. Santiago salió al galope con el búfalo, y le hizo maniobrar en todo sentido con la mayor destreza. Impulsarle á la carrera, parar de repente, andar de costado y alzarle de manos, era para él un juego, llegando hasta el punto de ponerse en pié encima del bruto como los volatines, evolucion que le prohibí repetir como peligrosa é inútil. Sus hermanos se condujeron bastante bien en esta prueba; pero nunca pudieron sobrepujarle. Hasta el pequeño Franz entró en liza con el ternerillo. Para mayor seguridad habíalo enjaezado con su correspondiente silla de piel de canguró labrada por su madre. Apoyaba los piés en los estribos, y dos correas, pasadas por el aro que pendia de la nariz del animal, le servian de riendas para manejarse á su antojo. Sus hermanos se rieron al verle tan ufano, preguntándole si pensaba sobrepujar á Santiago; pero el niño, sin hacer caso de sus bromas, salió al trote con el torito, despues lo hizo correr circularmente como en un picadero, luego trotar, galopar, saltar, y cuando estaba en lo mejor de su carrera, obligarle á arrodillarse y hacer piernas como el más adiestrado potro. Todos quedámos asombrados al ver unos progresos que hasta entónces fueran un secreto, y Franz fue aclamado como acreedor al accesit en el ejercicio de equitacion.

Llegó su turno al lazo, y en esta prueba Ernesto y Santiago demostraron mayor habilidad que Federico, quien por demasiada violencia lo disparaba con ménos tino que sus hermanos. Terminóse despues la natacion, en la que Federico se llevó la palma. No parecia sino que las ondas eran su elemento natural, tal era su maestría en surcarlas; sin embargo, Franz dió tambien notables muestras de