Ese buen Cid campeador,—de Zaragoza partía
de Zaragoza partía,
sus gentes lleva consigo,
y la su seña tendida
para correr á Monzón,
á Huesca también corría;
á Onda con Almenar
estragado los había.
El rey Pedro de Aragón
muy gran pesar recibía
cuando supo que el buen Cid
tan cerca de sí yacía.
Apellidara sus gentes,
muchas son en demasía;
llegado han á Piedra Alta,
sus tiendas fincar facía:
á ojos está del Cid,
mas para él no venía.
El Cid salió de Monzón
con doce en su compañía,
á holgarse por el campo,
armados de buena guisa.
Los de ese rey de Aragón
le tuvieron puesta espía;
caballeros eran ciento
y cincuenta, que á él salían.
El Cid lidiara con todos,
como bueno los vencía:
siete son los caballeros
y caballos que prendía,
los otros huyen del campo,
que aguardarle no querían,
los presos piden merced,
que los suelte le pedían:
el Cid, como es muy honrado,
lo que piden concedía.