Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.


LVII


A

dofir de Mudafar

á Rueda en guarda tenía
por el buen rey don Alfonso,
que conquerido la había.
Almofalas, ese moro,
con sobrada maestría
metióse dentro el castillo,
con él alzado se había:
Adofir, cuando lo supo,
al rey su mensaje envía,

pidiéndole su socorro
para recobrar la villa.
El rey envió á Ramiro
y á ese conde don García,
con muchas gentes armadas,
que van en su compañía.
El moro, cuando lo supo,
dijo el castillo daría
á ese buen rey don Alfonso,
y que á otro no quería.
Convidóle á comer
por hacelle alevosía
allá dentro del castillo;
el rey temido se había.
El infante don Ramiro
con el Conde en compañía
entraron para comer,
que ir el rey no quería;
mas luégo que entraron dentro
á entrambos quitan la vida,
con otros que van con ellos,
y al rey mucho le dolía.
Túvose por deshonrado,
y al Cid sus cartas envía,
que estaba cerca de allí
desterrado de Castilla.
Rodrigo, que vió el mensaje,
para el rey luégo venía:
caballeros fijosdalgo
acompañado lo habían.
Cuando lo vido el buen rey,
su perdón le concedía.
Contóle lo acontecido,
que le vengue le pedía,
y que con él se viniese
á su reino y señoría.

El Cid le besó las manos
por el perdón que le hacía;
mas no lo quiso aceptar
si el Rey no le prometía
de dar á los fijosdalgo
un plazo de treinta días
para salir de la tierra,
si algún crimen cometían,
y que fasta ser oídos
jamás los desterraría,
nin quebrantaría los fueros
que sus vasallos tenían,
nin menos que los pechase
más de lo que convenía,
y que si lo tal ficiese,
contra él alzarse podían.
Todo lo promete el rey,
que en nada contradecía,
y á Castilla caminando,
Rodrigo el cerco ponía.
Al moro que tal mal fizo
por gran fambre lo prendía,
y á todos los más traidores
al rey luégo los envía.
El rey los ha recibido,
d’ellos fizo gran justicia,
y mucho agradece al Cid
el presente que le hacía.